sobre.

Dentro habia una cinta de video. Laurie leyo la etiqueta:

Asesinato de Carlo Franconi, 3 de marzo de 1997.

Despues de la ultima autopsia de la manana, Laurie habia pasado un buen rato en su despacho intentando completar algunos de los veinte casos que tenia pendientes. Habia estado ocupada examinando preparados histologicos, resultados de laboratorio, historias clinicas e informes policiales, de modo que durante varias horas no habia pensado en el asunto Franconi.

La llegada de la cinta de video hizo que volviera a recordarlo. Por desgracia, la cinta carecia de utilidad sin el cadaver. Laurie la guardo en su maletin y volvio al trabajo. Pero despues de quince minutos de esfuerzos infructuosos, apago la luz del microscopio. No podia concentrarse. No hacia mas que darle vueltas en la cabeza a la intrigante desaparicion del cuerpo. Todo habia ocurrido como si se tratara de un truco de magia. El cuerpo estaba a salvo en el compartimiento ciento once, donde lo habian visto tres empleados, y un momento despues, puf, habia desaparecido. Tenia que haber una explicacion, pero por mucho que pensara, a Laurie no se le ocurria ninguna.

Decidio bajar al sotano y pasar por la oficina del deposito.

Esperaba que hubiera al menos un asistente disponible. Pero cuando llego comprobo que el despacho estaba vacio. Lejos de amilanarse, Laurie cogio el libro de registro, un gran volumen encuadernado en piel. Lo hojeo, buscando los nombres que Mike Passano le habia senalado la noche anterior.

Los encontro sin dificultad. Cogio un boligrafo del tazon que hacia las veces de lapicero y apunto los numeros de acceso de los dos cadaveres que habian ingresado durante el turno de noche: Dorothy Kline, numero 101455g y Frank Gleason, numero 100385. Luego apunto los nombres de las dos funerarias: Spoletto, en Ozone Park, Nueva York, y Dickson, en Summit, Nueva Jersey.

Laurie estaba a punto de marcharse cuando vio una agenda en un extremo del escritorio y decidio llamar a ambas funerarias. Tras identificarse, pidio hablar con los encargados.

Lo que la habia inducido a telefonear era la posibilidad de que alguna de las dos recogidas fueran falsas. Penso que las posibilidades eran bastante remotas, puesto que el asistente de la noche, Mike Passano, habia dicho que las funerarias habian llamado con antelacion, y sin duda alguna el estaba familiarizado con los empleados. Como Laurie esperaba, las recogidas eran autenticas y los dos encargados confirmaron que los cadaveres habian llegado a las respectivas funerarias, donde se celebraron los velatorios.

Laurie volvio a consultar el libro de registro y miro los nombres de los dos ingresos. Para terminar los copio junto con sus numeros de admision. Los nombres le sonaban, pues a la manana siguiente ella misma habia asignado las autopsias a Paul Plodgett. Pero no estaba tan interesada en las llegadas como en las salidas. Los cadaveres habian ingresado con antiguos empleados del deposito, mientras que los que se habian llevado los cuerpos eran extranos.

Frustrada, Laurie tamborileo con el lapiz sobre el escritorio. Estaba convencida de que se le escapaba algo. Una vez mas, miro la agenda abierta en la pagina donde estaba apuntada la funeraria Spoletto. Hizo una vaga asociacion con el nombre. Por un momento lucho con su memoria. ?De que le sonaba? Entonces recordo: estaba relacionado con el caso Cerino. Paul Cerino, el predecesor de Franconi, habia ordenado matar a un hombre en la funeraria Spoletto.

Laurie se metio sus notas en el bolsillo y regreso a la quinta planta. Fue directamente al despacho de Jack. La puerta estaba abierta y golpeo en la jamba. Tanto Jack como Chet alzaron la vista.

– He tenido una idea -dijo Laurie a Jack.

– ?Solo una? -bromeo el.

Laurie le arrojo un lapiz, que Jack esquivo con facilidad.

La doctora se dejo caer en una silla y le hablo de la conexion entre la mafia y la funeraria Spoletto.

– Jolin, Laurie -replico Jack-. El hecho de que haya habido un atentado de la mafia en una funeraria no significa que esta este metida en algo sucio.

– ?No lo crees?

Jack no necesito responder; su opinion se leia en su cara.

Y despues de pensarlo mejor, Laurie comprendio que era una idea bastante ridicula. Estaba dando palos de ciego.

– Ademas-dijo el ?porque no dejas este asunto de una vez?

– Ya te lo he dicho. Es algo personal.

– Quiza pueda canalizar tus esfuerzos hacia algo mas productivo -dijo Jack senalando el microscopio-. Observa esta muestra congelada y dime que piensas.

Laurie se levanto de la silla y se inclino sobre el microscopio.

– ?Que es esto?, ?la herida de entrada? -pregunto.

– Tan lista como siempre -comento Jack-. Has dado en el clavo.

– Bueno, no era tan dificil. El orificio esta a escasos centimetros de la piel.

– Exactamente. ?Algo mas?

– ?Dios, no hay extravasacion de sangre! -exclamo ella-.

Nada en absoluto, de modo que tiene que ser una herida post mortem. -Levanto la cabeza y miro a Jack, atonita-. Pense que se trataba de una herida mortal.

– El poder de la ciencia moderna. Este ahogado que me endilgaste se ha convertido en un caso jodidisimo.

– Eh, tu te ofreciste voluntariamente.

– Solo bromeaba. Me alegra que me haya tocado a mi. Esta claro como el agua que las heridas de bala son post mortem,

igual que la decapitacion y la amputacion de las manos.

Y desde luego las heridas de helice.

– ?Cual es la causa de la muerte? -pregunto Laurie.

– Otros dos impactos de bala. Uno en la parte posterior del cuello -le senalo por encima de la clavicula derecha-.

Y otro en el costado izquierdo, que destrozo la decima costilla.

Lo curioso es que las dos heridas terminaban en una masa de bolitas de perdigones en la zona superior derecha del abdomen, y eran dificiles de ver en la radiografia.

– Vaya, eso si es una novedad-dijo Laurie-. Balas ocultas por perdigones. Lo bueno de este trabajo es que uno aprende algo nuevo cada dia.

– Y aun falta lo mejor -continuo Jack.

– Esto es una autentica pasada -intervino Chet, que habia estado escuchando la conversacion-. Perfecto para uno de esos seminarios de anatomia forense.

– Creo que las balas tenian el objeto de ocultar la identidad de la victima, igual que la decapitacion y la amputacion de las manos -senalo Jack.

– ?Que quieres decir? inquirio Laurie.

– Tengo el palpito de que este hombre fue sometido a un trasplante de higado. Y no hace mucho. El asesino debe de haber previsto que eso incluia a su victima en un grupo relativamente pequeno, lo que reducia las probabilidades de ocultar su identidad.

– ?Quedo algo del higado? -pregunto Laurie.

– Poca cosa -respondio Jack-. La bala destruyo la mayor parte.

– Y los peces colaboraron -anadio Chet.

Laurie se estremecio.

– Pero he encontrado algo de tejido hepatico -prosiguio Jack-. Lo usaremos para confirmar la teoria del trasplante.

Mientras hablamos, Ted Lynch, del departamento de ADN, esta haciendo un DQ alfa. Tendremos los resultados dentro de aproximadamente una hora. La principal pista fueron las suturas en la vena cava y en la arteria hepatica.

– ?Que es un DQ alfa? -pregunto Laurie.

Jack rio.

– Me alegro de que no lo sepas -dijo-, porque yo tambien tuve que preguntarselo a Ted. Me explico que es un

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