Elmhurst, y mucho menos Corona Avenue.
El viaje no fue sencillo. Tardaron casi un cuarto de hora en cruzar el este de Manhattan y luego se encontraron con un atasco en el puente. A la hora en que Raymond debia estar en el restaurante, el taxi acababa de llegar a Queens. Pero a partir de ahi las calles se despejaron y Raymond llego al restaurante con apenas quince minutos de retraso.
Empujo una pesada cortina de terciopelo y entro.
De inmediato se dio cuenta de que el restaurante no estaba abierto al publico en esos momentos. La mayoria de las sillas estaban sobre las mesas. Vinnie Dominick estaba sentado solo en uno de los reservados tapizados de terciopelo rojo.
Delante de el habia un periodico y una taza pequena de cafe expreso. Un cigarrillo encendido reposaba en un cenicero de cristal.
Junto a la barra habia cuatro hombres sentados perezosamente sobre los taburetes, fumando. Raymond reconocio entre ellos a los dos que habian acompanado a Dominick a visitarlo a su apartamento. Al otro lado de la barra, un hombre obeso y barbudo lavaba copas. El resto del restaurante estaba vacio. Vinnie hizo una sena a Raymond para que se acercara al reservado.
– Sientese, doctor -dijo Vinnie-. ?Un cafe?
Raymond asintio con la cabeza mientras se sentaba en el banco, no sin cierto esfuerzo debido a la textura del terciopelo. El salon estaba frio y humedo. Olia a ajo de la noche anterior y al humo acumulado de al menos cinco anos de tabaco. Raymond se alegro de no haberse quitado el sombrero ni el abrigo.
– Dos cafes -grito Vinnie al gordo que estaba detras de la barra.
Sin decir una palabra, el hombre se volvio hacia una complicada cafetera italiana y comenzo a manipular los mandos.
– Me ha dado una sorpresa, doctor -dijo Vinnie-. La verdad es que no esperaba volver a verlo.
– Como le dije por telefono, ha surgido otro problema.
– Se inclino, hablando casi en susurros.
Vinnie abrio las manos.
– Soy todo oidos.
Raymond explico la situacion de Cindy Carlson de la forma mas sucinta posible. Recalco el hecho de que todas las personas que se suicidaban eran sometidas a autopsias. Sin excepciones.
El gordo de la barra les llevo los cafes. Vinnie no respondio al monologo de Raymond hasta que el camarero hubo regresado a sus vasos.
– ?Esa tal Cindy Carlson es hija de Albright Carlson? -pregunto Vinnie-, ?la leyenda de Wall Street?
Raymond hizo un gesto de asentimiento.
– Por eso la situacion es tan importante -dijo-. Si se suicida, no cabe duda de que acaparara la atencion de los periodistas. Los forenses pondran particular empeno en su tarea.
– Ya me hago una idea -dijo Vinnie mientras bebia un sorbo de cafe-. ?Y que pretende que hagamos nosotros?
– Preferiria no hacer sugerencias -respondio Raymond con nerviosismo-. Pero como comprendera, el problema se parece bastante al que planteo Franconi.
– De modo que usted quiere que esa jovencita de dieciseis anos desaparezca oportunamente.
– Bueno, ha intentado suicidarse dos veces. En cierto modo, le estariamos haciendo un favor.
Vinnie rio. Cogio el cigarrillo, dio una calada y luego se paso la mano por la cabeza. Tenia el cabello liso y peinado hacia atras, con la frente despejada. Clavo sus ojos oscuros en Raymond.
– Usted es un fuera de serie, doctor. Debo reconocerlo.
– Podria perdonarle la cuota de otro ano -aventuro Raymond.
– Muy generoso de su parte, pero, ?sabe?, no es suficiente, doctor. De hecho, comienzo a hartarme de esta operacion. Con franqueza, si no fuera porque Vinnie Junior tiene problemas de rinon, les pediria que me devolvieran el dinero y nos abririamos. Como vera, me he arriesgado por ustedes desde que les hice el primer favor.
He recibido una llamada del hermano de mi mujer, que dirige la funeraria Spoletto. Esta nervioso porque una tal doctora Laurie Montgomery lo llamo y le hizo varias preguntas embarazosas. Digame, doctor, ?conoce a la doctora Montgomery?
– No -respondio Raymond y trago saliva con esfuerzo.
– ?Eh, Angelo, ven aqui! -grito Vinnie.
Angelo se levanto del taburete de la barra y se acerco a la mesa.
– Sientate, Angelo. Quiero que le cuentes al distinguido doctor lo que sabes de Laurie Montgomery.
Raymond tuvo que moverse en el banco para hacerle sitio a Angelo. Se sentia muy incomodo entre los dos hombres.
– Laurie Montgomery es una mujer lista y obcecada -comenzo Angelo con voz ronca-. Si me perdona la expresion, es un autentico conazo.
Raymond miro a Angelo, cuyo rostro era un mapa de cicatrices. Puesto que no podia cerrar bien los ojos, estos estaban enrojecidos y vidriosos.
– Angelo tuvo un desafortunado encuentro con Laurie Montgomery hace unos anos -explico Vinnie-. Angelo, cuentale al doctor lo que has averiguado hoy.
– Llame a Vinnie Amendola, nuestro contacto en el deposito. Me conto que Laurie Montgomery aseguro que investigaria personalmente la desaparicion del cadaver de Franconi. No necesito decirle que nuestro amigo esta muy preocupado.
– ?Comprende lo que quiero decir? -intervino Vinnie-.
Tenemos un problema potencial solo porque le hicimos un favor.
– Lo siento mucho -respondio Raymond con aire sumiso.
No se le ocurrio otra respuesta.
– Y esto nos lleva otra vez a la cuestion de las cuotas -dijo Vinnie-. Dadas las circunstancias, creo que deberian suspenderse. En otras palabras, ni mi hijo ni yo pagaremos la cuota nunca mas.
– Yo debo responder ante la compania -protesto Raymond y se aclaro la garganta.
– Muy bien -dijo Vinnie-. Eso no me preocupa en absoluto. Expliqueles que se trata de un gasto de negocios. Hasta es probable que puedan desgravarlo. -Vinnie rio a carcajadas.
Raymond se estremecio. Sabia que lo estaban extorsionando injustamente, sin embargo no tenia alternativa.
– De acuerdo -consiguio decir.
– Gracias -dijo Vinnie-. Vaya, parece que, despues de todo, esto va a funcionar. Practicamente nos hemos convertido en socios. Ahora supongo que tendra la direccion de Cindy Carlson.
Raymond rebusco con nerviosismo en el bolsillo y saco la tarjeta de visita del doctor Levitz. Vinnie la cogio, copio la direccion escrita al dorso y se la devolvio. Luego le paso las senas a Angelo.
– Englewood, Nueva Jersey -leyo Angelo en voz alta.
– ?Algun problema? -pregunto Vinnie. Angelo nego con la cabeza-. Entonces todo arreglado -anadio mirando otra vez a Raymond-. Resolveremos este problema, pero le sugiero que no vuelva con ningun otro. Ahora que nos hemos puesto de acuerdo sobre la cuestion de las cuotas, se ha quedado sin elementos para negociar.
Unos minutos despues, Raymond salio a la calle. Cuando consulto su reloj, de dio cuenta de que estaba temblando.
Eran casi las cinco y comenzaba a oscurecer. Bajo del bordillo y levanto una mano para llamar a un taxi.
Que desastre, penso. De algun modo tendria que hacerse cargo de las cuotas de Vinnie Dominick y de su hijo durante el resto de sus vidas. Se detuvo un taxi, Raymond subio y le dio al conductor la direccion de su casa. Mientras se alejaba del restaurante Neopolitan, comenzo a sentirse mejor. Los gastos de manutencion de los dos dobles eran relativamente bajos, pues los animales vivian aislados en una isla desierta.
Asi pues, la situacion no era tan mala, sobre todo teniendo en cuenta que el problema potencial con Cindy Carlson estaria resuelto.
Cuando Raymond llego a su apartamento, su humor habia mejorado notablemente, al menos hasta que entro por la puerta.
– Te han llamado dos veces de Africa -anuncio Darlene.