Intento encontrar la posicion en que le doliese menos el cuerpo.

En el momento de dormirse se sobresalto por un golpe en el buzon de la puerta.

El periodico de la manana.

Se volvio a estirar.

En sus suenos se le acercaba Anette Brolin.

En alguna parte relinchaba un caballo.

Era el domingo 14 de enero.

El dia despertaba con vientos del noreste en aumento.

Kurt Wallander dormia.

12

Penso que llevaba durmiendo un largo rato. Pero al despertar y mirar el reloj de la mesita de noche se dio cuenta de que solo habia dormido siete minutos. Le desperto el telefono. Rydberg estaba llamando desde una cabina de telefonos en Malmo.

– Vuelve aqui -dijo Kurt Wallander-. No hace falta que te quedes alli pasando frio. Ven aqui, a mi casa.

– ?Que es lo que ha pasado?

– Es el.

– ?Seguro?

– Totalmente seguro.

– Alla voy.

Kurt Wallander se levanto con dificultad de la cama. Le dolia todo el cuerpo y le latian las sienes. Mientras hacia cafe se sento en la mesa de la cocina con un espejo de bolsillo y un algodon. Con mucho esfuerzo logro fijar una compresa sobre el chichon abierto. Penso que toda su cara era de color azul morado.

Cuarenta y tres minutos mas tarde, Rydberg llamaba a su puerta.

Mientras tomaban cafe, Kurt Wallander le explico su historia.

– Bien -dijo Rydberg al finalizar-. Un trabajo de a pie muy bonito. Ahora iremos a por esos cabrones. ?Como se llamaba el de Lund?

– Me olvide mirar los nombres en la entrada. Y nosotros no los detendremos. Lo hara Bjork.

– ?Ya ha vuelto?

– Iba a volver anoche.

– Pues le sacaremos de la cama.

– A la fiscal tambien. Y tendremos que hacerlo en cooperacion con los companeros de Malmo y Lund, ?verdad?

Mientras Kurt Wallander se vestia, Rydberg hablaba por telefono. Wallander oyo con satisfaccion que Rydberg no aceptaba ninguna objecion.

Se pregunto si el marido de Anette Brolin estaba de visita.

Rydberg se apoyo en la puerta del dormitorio mirando como Kurt se hacia el nudo de la corbata.

– Tienes cara de boxeador -dijo riendo-. Un boxeador noqueado.

– ?Encontraste a Bjork?

– Parece ser que aprovecho la noche para ponerse al dia de todo lo que ha pasado. Le alivio saber que por lo menos tenemos la solucion de uno de los asesinatos.

– ?La fiscal?

– Vendra enseguida.

– ?Fue ella quien contesto?

Rydberg le miro sorprendido.

– ?Quien iba a ser si no?

– Su marido, por ejemplo.

– ?Y eso que importa?

Kurt Wallander no se molesto en contestar.

– Joder, que mal estoy -dijo en cambio-. Vamonos.

Salieron de madrugada. Aun soplaban rafagas de viento y el cielo estaba cubierto de nubes oscuras.

– ?Nevara? -pregunto Kurt Wallander.

– No hasta febrero -contesto Rydberg-. Lo noto en el cuerpo. Pero entonces sera un invierno terrible.

En la comisaria reinaba la tranquilidad de un domingo. Svedberg habia sustituido a Noren en la guardia. Rydberg le hizo un breve resumen de los acontecimientos de la noche anterior.

– Joder -fue el comentario de Svedberg-. ?Un policia?

– Un ex policia.

– ?Donde ha escondido el coche?

– No lo sabemos todavia.

– ?Estas seguro de que es el?

– Creo que si.

Bjork y Anette Brolin llegaron al mismo tiempo a la comisaria. Bjork, que tenia cincuenta y cuatro anos y era oriundo de la region de Vastmanland, lucia un bronceado que le sentaba bien. Kurt Wallander siempre se lo habia imaginado como el jefe de policia ideal de un distrito sueco de tamano medio. Era amable y no demasiado inteligente, y velaba a la vez por la buena reputacion de la policia.

Miro con aire perplejo a Wallander.

– ?Vaya cara tienes!

– Me han pegado -contesto Wallander.

– ?Pegado? ?Quienes?

– Los policias. Eso pasa cuando prestas servicio como jefe. Te apalean.

Bjork se rio.

Anette Brolin le miro con una expresion que parecia de autentica compasion.

– Te tiene que doler -dijo.

– Me aguanto -contesto Wallander.

Volvio la cara al contestar, pues en ese momento se dio cuenta de que habia olvidado lavarse los dientes.

Se reunieron en el despacho de Bjork.

Puesto que no habia ningun informe escrito de la investigacion, Wallander expuso el asunto oralmente. Tanto Bjork como Anette Brolin hicieron muchas preguntas.

– Si hubiera sido otro quien me saca de la cama un domingo por la manana con una historia como esta, no me lo habria creido -dijo Bjork.

Luego se dirigio a Anette Brolin.

– ?Tenemos suficiente con esto para efectuar un arresto? -pregunto-. ?O tan solo los hacemos venir para interrogarles?

– Los arrestare segun los resultados del interrogatorio -contesto Anette Brolin-. Despues seria bueno que la mujer rumana pudiera identificar al hombre de Lund en un careo.

– Para eso necesitamos un auto -expuso Bjork.

– Si -dijo Anette Brolin-. Pero podemos hacer un careo provisional. -Kurt Wallander y Bjork la miraron con curiosidad-. Podriamos ir a buscarla al campo de refugiados -continuo-. Luego pueden cruzarse por casualidad aqui en el pasillo.

Wallander asintio con aprobacion. Anette Brolin era una fiscal a la que ni Per ?keson hacia sombra en cuanto a realizar una interpretacion abierta de las leyes vigentes.

– Bueno -dijo Bjork-. Entonces me pongo en contacto con los companeros de Malmo y Lund. Dentro de dos horas iremos a por ellos. A las diez.

– ?Y la mujer de la cama? -dijo Wallander-. La de Lund.

– La detenemos tambien -dijo Bjork-. ?Como repartiremos los interrogatorios?

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