Si hubiera llegado un solo segundo mas tarde, no habria visto a Rune Bergman desaparecer por una calle transversal hacia la derecha.
Dudo un momento. Su coche estaba aparcado a solo cincuenta metros. Si no se subia a el en ese mismo instante y Rune Bergman tenia un coche aparcado cerca, no tendria ninguna posibilidad de seguirlo.
Corrio hacia su coche como un poseso. Las articulaciones, rigidas por el frio, crujian y se quedo sin aliento ya en los primeros pasos. Abrio la puerta del coche de un tiron, manipulo con torpeza las llaves y decidio cortarle el camino a Rune Bergman.
Giro por la calle que creyo que era la correcta. Demasiado tarde se dio cuenta de que era un callejon sin salida. Solto unas palabrotas y dio marcha atras. Rune Bergman tenia probablemente muchas calles entre las cuales elegir. Ademas, habia un parque al lado.
«Decidete», penso con rabia. «Decidete rapido, joder.»
Condujo deprisa hacia el gran aparcamiento que quedaba entre el hipodromo de Jagersro y los grandes almacenes. Estaba a punto de perder la esperanza cuando vio a Rune Bergman en una cabina telefonica al lado de un hotel recien construido a la entrada de las caballerizas del hipodromo.
Kurt Wallander freno y apago el motor y los faros.
El hombre de la cabina telefonica no lo habia descubierto.
Unos minutos mas tarde paro un taxi delante del hotel. Rune Bergman se metio en el asiento trasero y Kurt Wallander puso el coche en marcha.
El taxi se metio por la autopista hacia Goteborg. Kurt Wallander dejo pasar un camion antes de empezar la persecucion. Miro la aguja de la gasolina. No podria seguir al taxi hasta mas alla de Halmstad.
De repente vio que el taxista puso el intermitente hacia la derecha. Tomaria la salida de Lund. Wallander lo siguio.
El taxi paro en la estacion de ferrocarril. Cuando Wallander paso por delante, vio que Rune Bergman estaba pagando. Se metio en una calle transversal y aparco descuidadamente sobre un paso de cebra.
Rune Bergman caminaba deprisa. Wallander lo seguia entre las sombras.
Rydberg tenia razon. El hombre estaba alerta.
De pronto se paro y se volvio.
Kurt Wallander se tiro de cabeza en un portal. Se dio un golpe en la frente con un escalon y sintio que se le abria el chichon de encima del ojo. La sangre le caia por la cara. Se seco con el guante, conto hasta diez y continuo la persecucion. El parpado se le pegaba debido a la sangre.
Rune Bergman se paro delante de una fachada tapada con tela de saco y andamios. De nuevo se volvio y Kurt Wallander se agacho detras de un coche aparcado.
Luego desaparecio.
Kurt Wallander espero hasta que oyo como se cerraba la puerta. Un poco mas tarde se encendio la luz de una habitacion en el segundo piso.
Cruzo la calle corriendo y se metio detras de la tela de saco. Sin pensarselo se subio al primer rellano de los andamios.
Todo chirriaba y crujia cuando movia los pies. Ininterrumpidamente iba quitandose la sangre que le cerraba el ojo. Luego se subio al segundo rellano. Las ventanas iluminadas estaban a solo un metro por encima de su cabeza. Se quito la bufanda y se la enrollo en la cabeza como si fuera un vendaje provisional.
Con cuidado se subio al siguiente rellano. Los esfuerzos le habian dejado tan cansado y sin aliento que permanecio tumbado durante mas de un minuto antes de poder seguir. Con cautela se arrastro a gatas por las maderas heladas llenas del material de revoque. No se atrevia a pensar a cuantos metros de altura se encontraba. Le habria dado vertigo.
Lentamente miro por encima de la repisa ante la ventana iluminada. A traves de las cortinas entrevio a una mujer durmiendo en una cama de matrimonio. A su lado la manta estaba apartada como si alguien se hubiera levantado muy deprisa.
Siguio arrastrandose.
Al mirar por la siguiente ventana, vio a Rune Bergman hablando con un hombre que llevaba un albornoz marron.
Kurt Wallander penso que era como si hubiera visto a aquel hombre antes.
Tan precisa era la descripcion que la joven rumana habia hecho del hombre que estaba en el campo comiendo una manzana.
Sintio los latidos de su corazon.
O sea que tenia razon. No podia ser otro.
Los dos hombres hablaban en voz baja. Kurt Wallander no podia entender lo que decian. De repente el hombre del albornoz desaparecio por una puerta. En aquel momento Rune Bergman fijo la vista directamente en el lugar en que estaba Kurt Wallander.
«Me han descubierto», penso al apartar la cabeza.
«Esos cabrones no dudaran en matarme de un tiro.»
Se quedo paralizado de terror.
«Morire», penso desesperadamente. «Me volaran la cabeza.»
Pero nadie fue a volarle la cabeza. Al final se atrevio a volver a mirar.
El hombre del albornoz estaba comiendose una manzana.
Rune Bergman llevaba dos escopetas de perdigones en las manos. Puso una sobre la mesa. La otra la metio debajo de su abrigo. Kurt Wallander comprendio que habia visto mas que suficiente. Se dio la vuelta y se fue sigilosamente.
Lo que paso despues, no lo sabria nunca.
Pero se equivoco en la oscuridad. Al intentar agarrarse al andamio, su mano palpaba a ciegas en el vacio.
Despues se cayo.
Ocurrio tan deprisa que casi no tuvo tiempo de pensar que iba a morir.
Justo encima del suelo su pierna quedo atrapada en una abertura que habia entre dos maderas. El dolor fue terrible cuando sintio el tiron. Estaba colgando con la cabeza hacia abajo a menos de un metro del asfalto.
Intento sacar el pie con movimientos giratorios, pero se le habia enganchado. Colgaba en el aire sin poder hacer nada. La sangre le golpeaba las sienes.
El dolor era tan violento que se le saltaban las lagrimas. En aquel momento oyo que se cerraba la puerta del portal. Rune Bergman habia dejado el piso.
Se mordio los nudillos para no gritar. A traves de la tela de saco observo que el hombre se detenia de pronto. Exactamente delante de el.
Vio una rafaga de luz.
«El disparo» penso. «Ahora morire.»
Luego entendio que Rune Bergman habia encendido un cigarrillo.
Los pasos se alejaron.
Estaba perdiendo el conocimiento a causa de la presion de la sangre en su cabeza. Tuvo una momentanea vision de Linda.
Con un enorme esfuerzo logro agarrar uno de los postes que aguantaban los andamios. Se ayudo con un brazo hasta poder asirse alrededor del andamio donde estaba encallado el pie. Reunio todas sus fuerzas para un ultimo intento y dio un tiron. El pie se solto y cayo de espaldas sobre un monton de grava. Se quedo quieto, comprobando que no tenia nada roto.
Luego se levanto y tuvo que sujetarse contra la pared para no desplomarse a causa del mareo.
Tardo casi veinte minutos en volver al coche. En el reloj de la estacion vio que las manecillas senalaban las cuatro y media.
Se dejo caer en el asiento del conductor y cerro los ojos.
Despues se marcho a casa a Ystad.
«Necesito dormir», penso. «Manana sera otro dia. Entonces hare lo que haga falta.»
Gimio al ver su cara en el espejo del bano. Se lavo las heridas con agua caliente.
Eran casi las seis cuando se metio entre las sabanas. Puso el despertador a las siete menos cuarto. No se atrevia a dormir mas que eso.