Sin quitarse el abrigo se sento en su silla y volvio a llamar a su hermana. Quedaron en que la recogeria en Sturup a las diez de la manana del dia siguiente.

Luego se toco el chichon de la frente que habia tomado un color entre amarillo, negro y rojo.

Despues de veinte minutos estaban todos reunidos excepto Martinson y Svedberg.

– Svedberg se ha puesto a buscar una aguja en un pajar -dijo Rydberg-. Alguien llamo diciendo que habian visto un coche sospechoso por ahi. Martinson esta persiguiendo a alguien del club del Citroen que se supone que lo sabe todo acerca de la totalidad de los coches Citroen que se mueven por Escania. Es un dermatologo de Lund.

– ?Un dermatologo de Lund? -dijo Kurt Wallander con asombro.

– Hay putas que coleccionan sellos -dijo Rydberg-. ?Por que un dermatologo no podria estar loco por los coches Citroen?

Wallander dio cuenta de su encuentro con el policia de Malmo. El mismo oyo que carecia de fundamento el haber ordenado que registraran al hombre.

– No parece muy probable -dijo Hanson-. Un policia que piensa cometer un asesinato no sera tan idiota como para denunciar el robo de su coche.

– Es posible -contesto Kurt Wallander-. Pero no podemos descartar ni una sola idea, por improbable que sea.

Luego pasaron a discutir sobre el coche desaparecido.

– Hay muy pocas observaciones por parte de la gente -dijo Hanson-. Eso refuerza mi opinion de que el coche no ha dejado este distrito.

Kurt Wallander desplego el mapa del Estado Mayor y se inclinaron sobre el como si estuvieran preparando una batalla campal.

– Los lagos -dijo Rydberg-. El lago de Krageholm, el de Svaneholm. Supongamos que hayan ido alli y hayan tirado el coche. Hay pequenos caminos por todas partes.

– Suena un poco arriesgado -objeto Kurt Wallander-. Alguien podria haberlos visto.

A pesar de todo decidieron rastrear cerca de las orillas de los lagos. Tambien enviarian gente a buscar en los viejos graneros abandonados.

Una patrulla de Malmo habia estado buscando con perros sin encontrar rastro alguno. Tampoco la busqueda desde el helicoptero habia dado resultado.

– ?Y si tu arabe se equivoco? -pregunto Hanson.

Kurt Wallander penso un momento.

– Lo volveremos a llamar -dijo-. Le haremos probar seis coches diferentes, entre los cuales pondremos un Citroen.

Hanson prometio cuidarse del testigo.

Luego hicieron un resumen de las investigaciones sobre los autores del crimen de Lenarp. Alli tambien tenian un coche fantasma que fue visto por el camionero madrugador.

Kurt Wallander noto que los policias estaban cansados. Era sabado y muchos de ellos habian trabajado sin descanso durante mucho tiempo.

– Dejamos Lenarp hasta el lunes por la manana -dijo-. Ahora nos concentraremos en Hageholm. Los que no sean absolutamente necesarios que se vayan a casa a descansar. La semana que viene es probable que haya tanto trabajo como esta.

Luego recordo que Bjork entraria en servicio el lunes mismo.

– Bjork se encargara -afirmo-. Aprovecho la ocasion para agradeceros vuestros esfuerzos hasta ahora.

– ?Nos apruebas? -pregunto Hanson con tono malicioso.

– Os doy sobresaliente -contesto Kurt Wallander.

Despues de la reunion le pidio a Rydberg que se quedara un rato. Queria repasar la situacion tranquilamente con alguien, y la opinion de Rydberg, como de costumbre, era la que mas respetaba. Le informo sobre los esfuerzos de Goran Boman en Kristianstad. Rydberg asentia con la cabeza mostrando una expresion cavilosa. Kurt Wallander se dio cuenta de que estaba manifiestamente pensativo.

– Puede ser una falsa pista -dijo-. Este doble asesinato me extrana mas cuanto mas pienso en el.

– ?En que sentido?

– No me quito de la cabeza lo que dijo la mujer antes de morir. Me imagino que ella en su lastimada conciencia interior tuvo que haberse dado cuenta de que el marido estaba muerto y que ella misma iba a morir. Creo que el ser humano, por instinto, intenta facilitar soluciones a los enigmas cuando ya no queda otra cosa. Y dijo una sola palabra. «Extranjero.» La volvio a decir. Cuatro, cinco veces. Tiene que significar algo. Luego aquel nudo. El nudo corredizo. Tu mismo lo has dicho. Ese asesinato huele a venganza y odio. Pero de todos modos estamos buscando en una direccion equivocada.

– Svedberg ha elaborado un mapa de la familia Lovgren -dijo Kurt Wallander-. No hay relaciones extranjeras. Solo granjeros suecos y algun que otro artesano.

– No olvides su doble vida -atajo Rydberg-. Nystrom describio a su vecino durante cuarenta anos como normal. Y sin recursos. Despues de dos dias sabiamos que nada de eso era verdad. ?Quien dice que no hay otro doble fondo en esta historia?

– ?Que te parece que debemos hacer, pues?

– Justo lo que estamos haciendo. Pero estar abiertos a reconocer que quiza seguimos una pista falsa.

Pasaron a hablar del somali asesinado.

Ya desde que marcho de Malmo, Kurt Wallander le daba vueltas a un pensamiento.

– ?Puedes quedarte un rato mas? -pregunto.

– Si -contesto Rydberg, asombrado-. Claro que si.

– Es por algo relacionado con aquel policia -dijo Kurt Wallander-. Se que solo es una corazonada. Una caracteristica discutible en un policia. Pero pienso que deberiamos vigilar a ese tipo, tu y yo. Por lo menos durante el fin de semana. Luego veremos si seguimos y metemos a otros en el tema. Pero si es lo que yo creo, que el esta metido, que su coche no fue robado, a estas alturas deberia estar nervioso.

– Yo soy de la opinion de Hanson: un policia no es tan idiota como para hacer ver que le han robado el coche si esta planificando un homicidio -replico Rydberg.

– Creo que os equivocais -contesto Wallander-. De la misma manera que el se equivoco. Es decir, pudo haber pensado que el hecho de que haya sido policia apartaria todas las sospechas de el.

Rydberg se froto la rodilla dolorida.

– Haremos lo que tu digas -accedio-. Lo que yo piense o deje de pensar no es importante, mientras tu consideres necesario seguir.

– Quiero que lo mantengamos bajo vigilancia -dijo Kurt Wallander-. Nos repartimos en cuatro turnos hasta el lunes por la manana. Sera duro, pero aguantaremos. Yo puedo vigilar por las noches si quieres.

Eran las doce. Rydberg opino que podia cuidarse hasta la medianoche. Kurt Wallander le dio la direccion.

En aquel momento entro la secretaria con la pizza que Wallander habia pedido.

– ?Has comido? -pregunto.

– Si -contesto Rydberg en tono vacilante.

– No lo has hecho. Comete esta y yo comprare otra.

Rydberg engullo la pizza sentado en el escritorio de Kurt Wallander. Luego se limpio la boca y se levanto.

– Tal vez tengas razon -dijo.

– Tal vez -contesto Wallander.

Durante el resto del dia no ocurrio nada.

El coche continuaba desaparecido. Los bomberos rastreaban los lagos sin sacar otra cosa que piezas de una vieja trilladora.

Recibieron pocas pistas de la gente.

Los periodistas, la radio y la television llamaban sin cesar pidiendo informes sobre la situacion. Kurt Wallander repetia su peticion para que la gente llamase si podia dar alguna pista sobre un Citroen azul y blanco. Los preocupados responsables de los campos de refugiados llamaban para pedir mas vigilancia policial.

Kurt Wallander contestaba con toda la paciencia que podia.

A las cuatro, una anciana murio atropellada por un coche en Bjaresjo. Svedberg, que habia vuelto de su busqueda, llevaba la investigacion a pesar de que Kurt Wallander le habia prometido que tendria la tarde

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