– No conozco muy bien a ese tio, pero la muerte de su companero realmente le hizo polvo.

– Si.

– Sumale a eso el asunto de la sobrina y me asombra que el tio no se haya derrumbado.

– Si.

?La sobrina?

– Danielle el Demonio, la llamaba.

McMahon fue hasta donde estaba su americana y guardo la serpiente de goma en uno de los bolsillos.

– Dijo que algun dia probablemente leamos cosas de esa cria en los periodicos.

?La sobrina?

Senti que una sonrisa se formaba en las comisuras de mis labios.

Hay momentos en que resulta dificil mantenerse indiferente.

Encontre a Simon Midkiff envuelto en un abrigo, con guantes y bufanda, dormitando en una mecedora en el porche. Una gorra con visera le cubria gran parte del rostro y, de pronto, se me ocurrio otra pregunta.

– ?Simon?

Levanto la cabeza y sus ojos acuosos parpadearon ligeramente confusos.

– ?Si?

Se paso el dorso de la mano por los labios y un hilo de saliva brillo en el guante de lana. Se quito el guante, metio la mano debajo de las capas de ropa, saco las gafas y se las puso sobre la nariz.

Me reconoce.

– Me alegra comprobar que estas bien.

Las delgadas cadenas de las gafas le caian a ambos lados de la cabeza, arrojando delicadas sombras a traves de las mejillas. La piel era palida y fina como el papel.

– ?Podemos hablar?

– Por supuesto. Tal vez deberiamos entrar.

Entramos a una combinacion de cocina y sala de estar con una puerta interior, que supuse que daba a un dormitorio y un cuarto de bano. Los muebles eran de pino lacado y daban la impresion de haber sido fabricados en un taller casero.

Los libros se alineaban junto a los zocalos y habia una mesa y un escritorio cubiertos de cuadernos y papeles. En un extremo de la habitacion se apilaban una docena de cajas, cada una de ellas marcada con una serie de numeros arqueologicos.

– ?Te?

– Si, me apetece.

Le observe mientras llenaba una tetera con agua, cogia un par de bolsitas de te y colocaba las tazas sobre los platillos. Parecia mas fragil de lo que yo recordaba, mas encorvado.

– No recibo muchas visitas.

– Esto es encantador. Gracias -dije mirando a mi alrededor.

Me condujo hasta un sofa cubierto con una tela afgana, coloco las dos tazas sobre una mesilla baja fabricada con un trozo de tronco y acerco una silla para el.

Ambos bebimos en silencio. Fuera se oia el sonido de un motor fueraborda en el rio Oconaluftee. Espere hasta que Simon estuvo preparado.

– No estoy seguro de si puedo hablar de ello como debiera.

– Se lo que paso, Simon. Lo que no alcanzo a comprender es por que.

– Yo no estaba alli cuando comenzo todo. Lo que se me lo contaron otras personas.

– Conocias a Prentice Dashwood.

Se apoyo en el respaldo de la silla y su mirada parecio viajar a otro tiempo.

– Prentice era un lector insaciable con un asombroso caudal de conocimientos. No habia nada que no despertase su interes. Darwin. Lyell. Newton. Mendeleiev. Y los filosofos. Hobbs. Anesidemos. Baumgarten. Wittgenstein. Lao-tse. Lo leia todo. Arqueologia. Etnologia. Fisica. Biologia. Historia.

Hizo una pausa para beber un poco de te.

– Y era un maravilloso narrador. Asi fue como comenzo. Prentice contaba historias del Hell Fire Club de sus antepasados, describia a sus miembros como unos tios libertinos que se reunian para mantener conversaciones intelectuales y cometer herejias. La idea parecia bastante inofensiva. Y lo fue durante algun tiempo.

Su taza temblo en el platillo cuando la dejo sobre la mesilla.

– Pero Prentice tenia tambien un lado oscuro. El estaba convencido de que algunos seres humanos eran mas valiosos que otros.

Su voz se quebro.

– Los intelectualmente superiores -dije.

– Si. A medida que Prentice se iba haciendo mayor, su concepcion del mundo se vio poderosamente influida por sus lecturas acerca de cosmologia y canibalismo. Su contacto con la realidad se fue debilitando.

Hizo una pausa, seleccionando las cosas que podia decir.

– Comenzo como una blasfemia frivola. Nadie creia realmente en eso.

– ?Creer que?

– Que el hecho de comerse a los muertos negase el caracter irrevocable de la muerte. Que comer la carne de otro ser humano permitiese la asimilacion de su alma, personalidad y sabiduria.

– ?Era eso lo que creia Dashwood?

Midkiff encogio uno de sus hombros huesudos.

– Tal vez lo creyese. Quiza simplemente utilizo la idea, y el acto concreto dentro del circulo interno, como una manera de mantener el club unido e intacto. La indulgencia colectiva en lo prohibido. El concepto de grupo interno, grupo externo. Prentice entendia que los rituales culturales existen para reforzar la unidad de quienes los celebran.

– ?Como comenzo?

– Un accidente.

Suspiro.

– Un desgraciado accidente. Un verano aparecio un joven en la casa de la montana. Solo Dios sabe lo que estaba haciendo por esos parajes. Corrio el alcohol, hubo una pelea y el muchacho murio. Prentice propuso que todos…

Saco un panuelo y se lo paso por los ojos.

– Eso sucedio antes de la guerra. Yo me entere anos mas tarde cuando escuche una conversacion que no debia.

– Si.

– Prentice procedio a cortar tiras de musculo del muslo de aquel pobre muchacho y exigio que todos comieran. En aquella epoca no existia esa distincion entre circulo interno y externo. Fue un pacto. Cada uno de ellos era un participante e igualmente culpable. Nadie hablaria jamas de la muerte del muchacho. Enterraron el cuerpo en el bosque, al ano siguiente se formo el circulo interno y Tucker Adams fue asesinado.

– ?Hombres inteligentes aceptando esta locura? ?Hombres educados con esposas y familias y trabajos responsables?

– Prentice Dashwood era un hombre extraordinariamente carismatico. Cuando hablaba todo parecia tener sentido.

– ? Canibalismo?

Trate de mantener la voz tranquila.

– ?Tienes idea de cuan importante es el tema de seres humanos que se comen a otros seres humanos en la cultura occidental? Los sacrificios humanos se mencionan en el Antiguo Testamento y en el Rig Veda. La antropofagia es fundamental en el argumento de muchos mitos griegos y romanos; es la base de la misa catolica. Echa un vistazo a la literatura. Modesta proposicion [21] de Jonathan Swift y la historia de Sweeney Todd de Tom Prest. Peliculas como Cuando el destino nos alcance; Tomates verdes fritos; El cocinero, el ladron, su esposa y su amante; Weekend, de Jean-Luc Goddard. Y no nos olvidemos de los ninos: Hansel y Gretel, Gingerbread Man, y las diferentes versiones de Blancanieves, Cenicienta y Caperucita

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