– Sus restos se encontraron contenidos en bolsas de basura de plastico.

Alzo ambas manos a nivel de su boca, las estrecho con fuerza entrelazando los dedos y se dio unos golpecitos en los labios. Sus gemelos de oro de excelente gusto en su camisa de diseno de corte perfecto tintinearon debilmente.

– Considero que deberia circunscribirse a su ambito de experiencia, senorita Brennan -replico-. Pienso que nos bastaremos para reconocer cualquier vinculo que pueda existir entre los crimenes que se hallan bajo nuestra jurisdiccion. Y que, en este caso, nada tienen en comun.

Pase por alto su tono despectivo e insisti:

– Se trata de dos mujeres que han sido asesinadas durante los dos ultimos anos y ambos cadaveres presentaban senales de mutilacion o intento de…

Su dique de control tan cuidadosamente construido se desmorono, y su ira se desbordo contra mi como un torrente.

– Tabemac! -estallo-. ?Como se…?

Se contuvo a tiempo, sin llegar a proferir algo mas insultante, y con visible esfuerzo recobro su compostura.

– ?Por que tiene que reaccionar siempre exageradamente? -dijo.

– Piense en ello -le espete.

Me levante a cerrar la puerta temblando de rabia.

Capitulo 4

Hubiera sido agradable permanecer sentada en la sauna y sudar como un chivo. Tal habia sido mi intencion. Cinco quilometros en la cinta andadora, una sesion de remo y luego vegetar. Como el resto del dia, el gimnasio no estuvo a la altura de mis expectativas. El ejercicio fisico habia disipado en parte mi ira, pero aun seguia agitada. Sabia que Claudel era un cretino, uno de los calificativos que habia estado pisoteando en su pecho a medida que me ejercitaba. Imbecil, estupido, subnormal. Me desahogaba con aquellas palabras. Habia imaginado algo parecido, pero no hasta tal extremo. Me habia distraido un rato, pero en aquellos momentos en que mi mente estaba ociosa no podia apartar de ella los crimenes. Isabelle Gagnon, Chantale Trottier… Seguian rodando en mi cerebro como guisantes en un plato.

Cambie la toalla y me permiti pasar de nuevo revista mental a los acontecimientos de la jornada. Cuando Claudel se hubo marchado, acudi a ver a Denis para saber cuando estaria preparado el esqueleto de Gagnon. Deseaba revisarlo hasta el ultimo centimetro en busca de senales traumaticas: fracturas, cortes, lo que fuese. Me desconcertaba el modo en que habian descuartizado el cuerpo. Deseaba examinar con mas detenimiento los cortes que habia observado. Pero en la unidad de ebullicion habian surgido problemas y los huesos no estarian dispuestos hasta el dia siguiente.

A continuacion acudi a los archivos centrales y extraje el expediente de Trottier. Me pase el resto de la tarde inspeccionando los informes policiales, los resultados de la autopsia, los dictamenes de toxicologia y las fotos. En las celulas de mi memoria persistia una nocion acuciante e insistente acerca de la relacion existente en ambos casos. Algun detalle olvidado que subsistia mas alla del recuerdo vinculaba a ambas victimas de un modo que me resultaba incomprensible. Alguna imagen mental almacenada que me resultaba inaccesible m e sugeria que no se trataba tan solo de la mutilacion (y el empaquetamiento en bolsas), y deseaba encontrar la relacion existente.

Me envolvi de nuevo en la toalla y me enjugue el sudor del rostro. Las yemas de los dedos se me habian arrugado; por lo demas estaba brillante como una perca. Debia reconocer que no podia resistir el tiempo debido; solo aguantaba el calor unos veinte minutos, por multiples que fuesen sus supuestos beneficios. Trataria de soportar otros cinco.

Chantale Trottier habia sido asesinada hacia menos de un ano, el otono en que yo comence a trabajar a jornada completa en el laboratorio. La joven tenia dieciseis anos. Aquella tarde extendi las fotos en mi escritorio, aunque no las necesitaba. La recordaba de manera vivida, recordaba con todo detalle el dia en que habia llegado al deposito.

Era el 22 de octubre, la tarde de la fiesta de las ostras. Era viernes y la mayoria del equipo se habia marchado temprano para tomar cerveza y degustar ostras de Malpeques, segun la tradicion otonal.

Entre la multitud de la sala de conferencias adverti que LaManche hablaba por telefono y que se cubria el oido libre con una mano como si intentara protegerse del estrepito de la fiesta. Lo estuve observando. Cuando colgo, paseo la mirada por la sala y, al distinguirme, me hizo senas con una mano, para indicarme que me reuniera con el en el pasillo. A continuacion localizo a Bergeron y, tras atraer su atencion, repitio el mensaje. Ya en el ascensor, cinco minutos despues, se explico. Acababan de traer a una joven. El cuerpo estaba muy magullado y habia sido descuartizado, por lo que seria imposible una identificacion visual. Deseaba que Bergeron examinara su dentadura y que yo inspeccionara los cortes de los huesos.

El ambiente de la sala de autopsias contrastaba claramente con la alegria que acababamos de dejar. Dos detectives de la SQ se mantenian a cierta distancia, mientras un agente uniformado del departamento de identificacion tomaba fotos. El tecnico colocaba los restos en silencio, y los detectives habian enmudecido; no se oian chistes ni bromas. Las usuales bravatas se habian silenciado por completo. El unico sonido era el clic del obturador que registraba la atrocidad yacente sobre la mesa de autopsias.

Los restos de la joven habian sido dispuestos conformando un cuerpo. Los seis fragmentos ensangrentados estaban colocados en correcto orden anatomico, pero los angulos se hallaban ligeramente desviados, y ello la convertia en una version en tamano natural de esas munecas de plastico que se retuercen de modo distorsionado. El efecto total era macabro.

Le habian cercenado la cabeza en lo alto del cuello, y los musculos truncados se veian rojos como amapolas brillantes. La palida piel se encogia hacia atras suavemente en los bordes seccionados, como si retrocediera ante el contacto con la carne fresca y desnuda. Tenia los ojos entornados, y desde la aleta derecha de la nariz se extendia un delicado reguero de sangre seca. Sus cabellos, mojados y pegados a la cabeza, habian sido rubios y largos.

El tronco estaba dividido por la cintura. La parte superior del torso yacia con los brazos doblados en los codos, con las manos colocadas hacia adentro y descansando en el estomago. Era una posicion adecuada para un ataud, salvo que los dedos no se entrelazaban.

La mano diestra se hallaba parcialmente separada y los extremos de los tendones, de un blanco cremoso, sobresalian como cordones electricos cortados. Su atacante habia tenido mas exito con la izquierda. El tecnico la habia situado junto a la cabeza, donde aparecia solitaria, con los dedos curvados como las patas de una arana seca. El pecho estaba abierto en canal, desde la garganta al vientre; los senos pendian a cada lado de la caja toracica, y su peso apartaba las dos mitades de carne dividida. La parte inferior del cuerpo se extendia desde la cintura hasta las rodillas. En cuanto a la mitad inferior de las piernas, estaban una junto a otra, bajo sus puntos normales de union. Desprovistas de su conexion en la rodilla, se encontraban con los pies vueltos lateralmente, con los dedos hacia arriba.

Con una punzada de dolor adverti que llevaba pintadas las unas de los pies de un rosa palido. La intimidad de aquel simple acto me produjo tal dolor que desee taparla, gritarles a todos que la dejaran sola. En lugar de ello observe y aguarde a que llegara el momento de mi intervencion.

Si cerraba los ojos aun podia ver los dentados bordes de las laceraciones producidas en su cuero cabelludo, demostrativas de los repetidos golpes que le habian propinado con un objeto romo. Recordaba con todo detalle las magulladuras del cuello: todavia me parecia tener ante los ojos las hemorragias petequiales de los ojos, diminutas manchas producidas por el estallido de pequenas arterias, como consecuencia de la tremenda presion de las venas yugulares y una senal caracteristica de estrangulacion.

Se me habia revuelto el estomago mientras me preguntaba que mas le habria ocurrido a aquella mujer nina tan cuidadosamente criada con mantequilla de cacahuete, vacaciones en campamentos de verano y clases dominicales de catequesis. Me dolia por los anos que le habian robado de vida, los bailes escolares a los que

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