permiten una valoracion bastante fidedigna de la edad de los mas jovenes. Aquel bebe solo habia vivido siete meses. Resumi mis conclusiones en otro impreso, guarde todo el papeleo en un expediente amarillo y lo meti en el monton destinado al equipo de secretarias, quienes me lo devolverian mecanografiado en mi formato preferido, duplicado y reunido todos los materiales y diagramas que lo respaldaban, y asimismo pulirian mi frances. Anticipe un informe verbal a LaManche y luego me dedique a los terrones.

El barro no se habia deshecho, pero si ablandado lo suficiente para permitirme extraer el contenido. Tras un cuarto de hora de rascar y desprender me encontre con ocho vertebras, siete fragmentos de huesos largos y tres pedazos de pelvis, todos los cuales mostraban indicios de haber sido sometidos a una carniceria. Pase media hora lavando y clasificando aquel caos y acto seguido lo ordene y anadi algunas notas. Por el camino pedi a Lisa que fotografiara los esqueletos parciales de las tres victimas: dos ciervos de blancas colas y un perro de tamano mediano. Rellene otro informe y deje aquel expediente sobre el anterior: aunque extrano, no era problema forense. Lucie habia dejado una nota en mi mesa. La encontre en su despacho, de espaldas a la puerta, paseando la mirada entre la pantalla de una terminal y un legajo abierto. Tecleaba con una mano y con la otra sostenia el documento moviendo lentamente el indice de una a otra anotacion.

– He recibido su aviso -dije.

Ella levanto un dedo, pulso algunas teclas y luego puso una regla sobre el expediente. Giro y se desplazo hacia su mesa con un solo movimiento.

– He buscado lo que usted me pidio. Algo de ello.

Registro en un monton de papeles, paso a otro y volvio al primero, que examino de nuevo con mas lentitud. Por fin retiro primero, que examino de nuevo con mas lentitud. Por fin retiro un montoncillo de documentos unidos con grapa, reviso algunas paginas y me lo entrego.

– No aparece nada con anterioridad al 88.

Hojee las paginas consternada. ?Como podian ser tantas?

– Primero trate de localizar los casos utilizando la clave «mutilacion». A ello corresponde la primera lista, la mas extensa. Ahi figuran todos aquellos que se arrojaron al tren o se amputaron miembros con maquinaria. No creo que sea eso lo que le interesa.

Asi era realmente. Parecia representar el compendio de los que habian perdido traumaticamente brazos, piernas o dedos en accidentes laborales o que incluso habian llegado a las puertas de la muerte.

– Luego lo intente anadiendo «intencionado» para restringir la seleccion a los casos en que la mutilacion habia sido adrede.

La mire inquisitiva.

– No obtuve resultados.

– ?Ninguno?

– Eso no significa que no los hubiera.

– ?Como es eso?

– Yo no entre los datos. Durante los dos ultimos anos hemos dispuesto de recursos especiales para contratar empleados a tiempo parcial a fin de ingresar cuanto antes la informacion en la memoria. -Agito la cabeza y suspiro exasperada- El ministerio ha remoloneado largos anos para ser informatizado y ahora desea que se haga todo de la noche a la manana. Sea como sea, los datos de entrada de la gente aparecen con los codigos corrientes mas basicos: fecha de nacimiento y de defuncion y causa de la muerte, entre otros. Pero, cuando hay algo extrano, lo que sucede raras veces, el sistema actua de modo casi automatico. En ese caso utiliza un codigo.

– ?Algo extrano… como un descuartizamiento?

– Exactamente. Unos lo calificarian de amputacion; otros usarian la palabra desarticulacion. Por lo general aplicarian la misma palabra que aparece en el informe del patologo. O acaso la ingresaran como cortado o aserrado.

Mire de nuevo las listas totalmente desanimada.

– Las he intentado todas y algunas mas y no funciona.

Habia sido una buena iniciativa.

– Con mutilacion resulto la lista mas extensa. -Aguardo a que yo pasara a la segunda pagina-. Esa fue peor que descuartizamiento. Entonces trate de combinarlo con la palabra «posmortem» como limitador para escoger los casos en que el… -volvio las palmas en el aire e hizo un movimiento con los dedos como si rascara, cual si tratara de captar la palabra del aire- el hecho tuviera lugar despues de la muerte. -La mire esperanzada-. Solo aparecio un tipo al que le habian cortado el miembro.

– El ordenador lo interpreto de modo literal -acote.

– ?Como?

– No importa.

Otra broma que pasaba desapercibida.

– Luego probe «mutilacion» en combinacion con el limitador «posmortem» y…

Recogio de la mesa el ultimo impreso y me lo tendio.

– ?Bango! ?Es eso lo que ustedes dicen?

– Bingo.

– Pues ?bingo! Creo que esto puede ser lo que usted desea. Cabe prescindir de algunos casos especiales, como los drogadictos que utilizaban acido. -Senalo varias lineas que estaban tachadas-. Estos no creo que le interesen.

Asenti con aire ausente, por completo absorta en la pagina tres donde aparecian relacionados doce casos de los que ella habia tachado tres.

– Pero quizas haya otros que si le interesen.

Apenas la escuchaba. Habia hojeado la lista y me habia detenido en el sexto nombre. Un cosquilleo de inquietud me recorrio el cuerpo, y desee regresar a mi despacho.

– Lucie, esto es estupendo -le dije-. Es mucho mejor de lo que esperaba.

– ?Le servira de algo?

– Si, si, creo que si -respondi tratando de parecer despreocupada.

– ?Quiere que busque todos estos casos?

– No, gracias. Dejeme examinarlo y luego consultare los expedientes completos.

En mi fuero interno desee estar equivocada.

– Bien sur.

Se quito las gafas y comenzo a limpiar los cristales con el borde de su sueter. Sin ellas parecia incompleta, se veia rara, como John Denver cuando se puso lentillas de contacto.

– Me gustaria saber que sucede -dijo una vez que se hubo colocado los rosados rectangulos en el puente de la nariz.

– Desde luego. Ya le informare si descubro algo.

Mientras me marchaba oi deslizarse por el suelo las ruedas de su silla.

Ya en mi despacho deje los impresos en mi mesa y examine la lista. Atrajo mi atencion un nombre: Francine Morisette-Champoux. La habia olvidado por completo. Me dije que debia tranquilizarme y no precipitarme a extraer conclusiones.

Me esforce por revisar los restantes nombres. Alli se encontraban Gagne y Valencia, un par de traficantes de drogas con un pesimo sentido del negocio. Tambien figuraba Chantale Trottier. Reconoci el nombre de una estudiante hondurena venida en intercambio cuyo marido le habia disparado en el rostro con el canon de la escopeta y luego la habia trasladado de Ohio a Quebec, le habia cortado las manos y arrojado su cadaver decapitado en un parque provincial. Como gesto de despedida, habia tallado sus propias iniciales en los senos de la mujer. Los cuatro casos restantes me resultaban desconocidos. Eran anteriores a 1990, epoca en que yo aun no habia llegado alli. Acudi a los archivos centrales y los extraje junto con el expediente de Morisette-Champoux.

Agrupe los archivos segun la numeracion asignada por el LML de modo que siguieran un orden cronologico, con objeto de inspeccionarlos de modo sistematico. Pero prescindi al punto de aquella decision para examinar inmediatamente el caso de Morisette-Champoux, cuyo contenido exacerbo mi curiosidad.

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