– Y una casa.

Nada.

– Y un coche: un Ferrari

Silencio.

– Libre de impuestos.

Su tono era cada vez mas desafiante.

– Me parece estupendo para Max, Katy. Practica un deporte que le gusta y por anadidura cobra por ello. ?Pero y tu?

– Max quiere que lo acompane.

– Max tiene veinticuatro anos y esta licenciado. Tu tienes diecinueve y solo llevas uno de carrera.

Se percibia la irritacion de mi voz.

– Tu ya estabas casada a los diecinueve.

– ?Casada?

El estomago me dio un triple vuelco.

– Bueno, eso hiciste.

Estaba decidida. Contuve mi lengua preocupadisima por ella pero sabiendo que no podia hacer nada.

– Ya te lo he dicho. No vamos a casarnos.

Transcurrieron unos instantes de silencio que parecieron eternos entre Montreal y Charlotte.

– ?Pensaras mi propuesta de venir aqui, Katy?

– Desde luego.

– Prometeme que no haras nada sin hablar conmigo, ?de acuerdo?

Nuevo silencio.

– ?Katy?

– Si, mama.

– Te quiero, carino.

– Tambien yo, mama.

– Saluda a tu padre de mi parte.

– Asi lo hare.

– Manana te dejare un mensaje en tu correo electronico, ?de acuerdo?

– De acuerdo.

Colgue con mano temblorosa. ?Que sucederia? Los huesos eran mas faciles de interpretar que los hijos. Me procure una taza de cafe y llame.

– El doctor Calvert, por favor.

– ?Puedo preguntar quien llama? -Se lo dije.

– Un momento, por favor. -Y retuvo la llamada.

– ?Como estas, Tempe? Pasas mas tiempo en el telefono que un ejecutivo importante. Eres muy dificil de localizar.

Su voz sonaba muy vibrante entre las diferencias horarias.

– Lo siento, Aaron. Mi hija se propone colgar los estudios y largarse con un jugador de baloncesto - barbote.

– ?Es capaz el tipo de situarse en la banda o disparar de tres?

– Supongo que si.

– Dejala ir.

– Muy divertido.

– No es cosa de risa alguien que puede situarse en la banda o disparar desde fuera del arco. Buena cuenta bancaria.

– Aaron, tenemos otro descuartizamiento.

Habia hablado a Aaron de los casos anteriores. Soliamos intercambiar impresiones.

Oi su risita.

– Ahi no habra pistolas, pero disfrutan cortando.

– Si. Pienso que este psicopata ya se ha ensanado lo suyo. Todas son mujeres, pero por lo demas no parece existir otro vinculo entre ellas. Salvo las marcas de los cortes que son muy singulares.

– ?En serie o en masa?

– En serie.

Permanecio pensativo unos segundos.

– Vamos. Explicate.

Describi los rebordes y cortes de los huesos del brazo. De vez en cuando el me interrumpia para formularme alguna pregunta o para pedirme que fuese mas despacio. Lo imaginaba tomando notas, inclinando su alta y enjuta figura sobre algun pedazo de papel del que aprovechaba hasta el ultimo milimetro de espacio en blanco. Aunque tenia cuarenta y dos anos, su rostro moreno y severo y sus ojos de cherokee le hacian aparentar noventa. Siempre habia sido asi. Su ingenio era tan arido como el desierto de Gobi y su corazon de iguales dimensiones.

– ?Son muy profundos los falsos inicios? -inquirio con aire muy profesional.

– No. Bastante superficiales.

– ?La armonia es clara?

– Mucho.

– ?Dices que la hoja deriva en el reborde?

– Hum… Si.

– ?Te fias de las medidas de distancia del dentado?

– Si. Los aranazos eran claros en distintos lugares al igual que algunas islas.

– ?Por lo demas los fondos quedan muy lisos?

– Si. Es muy evidente en los moldes.

– Y con salidas melladas -murmuro como para si.

– Muchas.

Una prolongada pausa mientras su mente se imbuia de la informacion facilitada y calculaba las posibilidades. Yo observaba pasar la gente delante de mi puerta, oia sonar los telefonos, zumbar las impresoras y detenerse despues. Gire en mi silla y mire hacia el exterior. El trafico cruzaba por el puente de Jacques-Cartier, Toyotas y Fords enanos. Los minutos transcurrian.

– Estoy trabajando algo a ciegas, Tempe -me dijo por fin-. No se como has logrado implicarme en esto. Pero ahi va mi opinion.

Gire de nuevo en mi asiento y apoye los codos en la mesa.

– Apostaria a que no se trata de una sierra electrica sino de alguna especialidad de tipo manual. Probablemente algun tipo de las que utilizan los cocineros.

?Si! Di una palmada en mi mesa, levante el puno en lo alto y lo descargue con fuerza como un ingeniero que tirara del cordon del silbato. Las notas de color rosado volaron hacia el suelo.

Aaron prosiguio, ignorante de mis aspavientos.

– Los rebordes son demasiado grandes para tratarse de una clase de sierra de arco de dentado fino o de cuchillo en sierra. Ademas parece que los dientes estan demasiado apretados. Con esas configuraciones en el suelo, dudo que te refieras a ninguna clase de tronzadora. Tiene que tratarse de una sierra de doble filo. Todo ello, desde luego sin poder verlo, me sugiere que se trata de una sierra de carnicero o de cocinero.

– ?Que aspecto tendria?

– Como una gran sierra para metales. El juego de dentado es muy amplio, para que no se atasque. Por ello aparecen a veces las islas que describes en los falsos inicios. Suele haber mucha deriva pero la hoja atraviesa el hueso perfectamente y corta con gran limpieza. Puede tratarse de sierras pequenas muy eficaces que atraviesan huesos, cartilagos, ligamentos, lo que sea.

– ?Cualquier otra cosa que sea consistente?

– Bien, siempre existe la posibilidad de que te encuentres con algo que no se adapte a las pautas regulares. Esas sierras no leen los pensamientos, ?sabes? Pero a primera vista no se me ocurre nada mas que se adapte a todo cuanto me has explicado.

Вы читаете Testigos del silencio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×