– Llamame Jewel, pequena.

– He pasado cuatro horas tratando de averiguar si una amiga esta bien, sin que nadie haya admitido siquiera haber oido hablar de ella. Gabby hace anos que viene por aqui y estoy segura de que todas saben de quien hablo.

– Tal vez si, querida, pero no tienen idea de por que andas preguntando.

Dejo el rollito y tomo cafe con un sonoro sorbido.

– Te di mi tarjeta. No he ocultado quien soy.

Me miro con dureza unos momentos. Despedia un olor a colonia barata, humo y cabellos sucios que impregnaba el pequeno recinto. El borde de su blusa estaba manchado de maquillaje.

– ?Quien eres tu, «senorita con una tarjeta que dice Tempe Brennan»? ?Estas excitada? ?Sufres algun problema especial? ?Guardas rencor hacia alguien?

Se expresaba con extrano acento. Mientras hablaba levanto una de sus largas y rojas unas de la taza y me senalo subrayando cada posibilidad.

– ?Parezco una amenaza para Gabby?

– Lo unico que la gente sabe es que te has presentado con tu camiseta juvenil y tus sandalias de yupi y que andas haciendo muchas preguntas, esforzandote porque alguien se vaya de la lengua. No eres una gatita con las garras afiladas ni pareces tratar de causar problemas: la gente no sabe donde colocarte.

El camarero trajo mi sopa y permanecimos en silencio mientras yo escurria fragmentos de lima y anadia pasta de pimiento rojo con una cucharilla china. Mientras comia observe a Jewel, que mordisqueaba su rollito. Decidi mostrarme humilde.

– Me parece que lo he llevado muy mal.

Fijo en mi sus ojos castanos. Se le habia desprendido una pestana postiza que se curvaba hacia arriba en su parpado como un miriapodo que tanteara el aire. Bajo los ojos, dejo los restos de su golosina y aproximo la taza de cafe frente a ella.

– Tienes razon -prosegui-. No deberia haber arremetido contra la gente acribillandola a preguntas. Pero estoy muy preocupada por Gabby. He llamado a su apartamento, he pasado por alli, le he telefoneado a la escuela, y nadie parece saber donde se encuentra. Es impropio de ella.

Probe una cucharada de sopa: sabia mejor de lo que habia imaginado.

– ?A que se dedica tu amiga?

– Es antropologa. Estudia a la gente, le interesa la vida que se lleva por aqui.

– El Segundo Advenimiento en el Main.

Rio su propia gracia y aguardo atentamente mi respuesta a la alusion hecha de Margaret Mead. Yo no hice comentario alguno, pero comence a pensar que Jewel Tambeaux no era ninguna necia. Tenia la sensacion de verme sometida a prueba.

– Tal vez no desee ser encontrada en estos momentos -anadio.

«Pueden abrir sus textos de examen.»

– Tal vez.

– Asi pues, ?cual es el problema?

«Pueden coger sus lapices.»

– Parecia muy trastornada la ultima vez que la vi. Casi asustada.

– ?Trastornada por que, querida?

«Preparados.»

– Por un tipo que la seguia. Decia que era muy raro.

– Hay muchos tipos raros por aqui, cherie.

«De acuerdo, puede comenzar la clase.»

Le conte toda la historia. Mientras escuchaba removia los posos de su taza y observaba atentamente el oscuro liquido. Cuando hube concluido siguio mirando la taza como si grabara mi respuesta. Luego hizo senas para que le sirvieran otro. Aguarde a descubrir que calificacion habia merecido.

– Ignoro su nombre, pero es muy probable que sepa de quien hablas. Un tipo flaco que recuerda a un gusano. De acuerdo que es extrano y debe de atormentarlo algo importante, pero no me parece peligroso. Dudo que tenga entendimiento para leer una etiqueta de ketchup.

Habia superado la prueba.

– La mayoria lo evitamos.

– ?Por que?

– Solo transmito lo que se dice por la calle, porque yo no trabajo con el. El tipo me pone la piel de gallina, como si me tocara una serpiente. -Hizo una mueca y se estremecio-. Dicen que tiene aficiones peculiares.

– ?Peculiares?

Dejo la taza en la mesa y me miro pensativa.

– Paga por hacerlo pero no quiere follar.

Recogi pasta de la sopa y aguarde.

– Va con el una chica llamada Julie: todas las demas se niegan. Es mas lista que una ardilla, pero esa es otra historia. Me conto que cada vez repiten el mismo espectaculo: suben a la habitacion, nuestro heroe lleva una bolsa de papel que contiene un camison. Nada morboso, de esos de encaje. La mira mientras se lo pone y luego el le dice que se tienda en la cama. Hasta aqui no hay gran cosa, pero entonces acaricia el camison con una mano y su polla con la otra, que se le levanta en seguida como una torre de perforacion y se le dispara entre grunidos y gemidos como si estuviera en otro mundo. Luego le hace quitarse el camison, le da las gracias, le paga y se larga. Julie piensa que se gana facilmente el dinero.

– ?Por que crees que es el tipo que molesta a mi amiga?

– En una ocasion en que guardaba el camison de la abuelita en la bolsa Julie distinguio en ella la empunadura de un cuchillo. Entonces le dijo: «Si quieres mas guerra desprendete de esa arma, vaquero.» El le respondio que era su simbolo de honradez o algo por el estilo, se siguio extendiendo en cuanto al cuchillo, su alma, el equilibrio ecologico e historias similares y la dejo muerta de miedo.

– ?Y?

Nuevo encogimiento de hombros.

– ?Ha vuelto a aparecer por aqui?

– Hace tiempo que no lo vemos, pero eso no significa gran cosa. Nunca se ha presentado con regularidad. Llega y se va.

– ?Has hablado alguna vez con el?

– Todas hemos hablado con el, carino. Cuando se presenta es un pelmazo, irritante y molesto imposible de quitarse de encima. Por eso te digo que es como un gusano.

– ?Lo has visto alguna vez con Gabby? -le pregunte mientras me llenaba la boca de pasta.

– Buen intento, muchacha -repuso ella riendo y retrepandose en su asiento.

– ?Donde podria encontrarlo?

– ?Que diablos se? Espera un tiempo y aparecera por aqui.

– ?Y que hay de Julie?

– Esta es una zona de libre comercio, cherie; la gente viene y se va. Yo no le sigo la pista a nadie.

– ?La has visto ultimamente?

Medito unos momentos.

– No puedo asegurarlo.

Examine la pasta que quedaba en el fondo del cuenco y luego observe a Jewel. Habia abierto un poco la rendija, me habia permitido echar una miradita. ?Me atreveria a insistir? Aproveche la oportunidad.

– Es posible que ande por ahi un asesino en serie, Jewel. Un tipo que mata a las mujeres y las despedaza.

Su expresion siguio inalterable. Se limito a mirarme como una gargola petrea. O no me habia comprendido o su mente estaba embotada para pensar en violencia y dolor, incluso en muerte. O tal vez se habia puesto una mascara, una fachada para ocultar un temor demasiado autentico para expresarlo verbalmente. Sospeche que se trataba de esto ultimo.

– ?Se halla en peligro mi amiga, Jewel?

Cruzamos nuestras miradas.

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