detalles microscopicos eran similares, y la disposicion de los cortes casi identica a los casos anteriores.

A la mujer le habian aserrado las manos por las munecas y las restantes extremidades habian sido separadas en las articulaciones. El vientre estaba abierto de arriba abajo con tanta fuerza que le habian producido senales en la columna vertebral. Aunque carecia del craneo y de los huesos superiores del cuello, las marcas que aparecian en la sexta vertebra cervical demostraban que habia sido degollada en mitad de la garganta. El tipo era consecuente.

Guarde los huesos, recogi mis notas y regrese a mi despacho desviandome por el pasillo para comprobar si Lucie estaba libre. No la encontre a ella ni a sus japoneses por ninguna parte. Deje una nota de aviso en su terminal. Tal vez agradeciera un pretexto para evadirse.

Como era de esperar, durante mi ausencia habia llamado Calvert. Mientras marcaba su numero aparecio Lucie en mi puerta, con las manos cruzadas al frente.

– He encontrado su aviso, doctora Brennan -dijo con breve sonrisa.

No hablaba una palabra en ingles.

Era delgada como un alambre y sus cabellos formaban un halo en la cabeza que acentuaba lo alargado del craneo. La ausencia de vello y la palidez de su cutis destacaban el efecto de sus gafas, de modo que la hacia parecer una especie de maniqui por su exagerada montura.

– Si, Lucie, gracias por venir -repuse al tiempo que despejaba un asiento.

Ella metio los pies tras una pata de la silla, mientras se acomodaba como un gato que rebosara en un cojin.

– ?Desbordada de trabajo?

Esbozo una fugaz sonrisa y mantuvo su aire inexpresivo.

– Me refiero a los caballeros japoneses.

– Si, proceden de un laboratorio de Kobe, quimicos en su mayoria. No me importa.

– No estoy segura de si podra ayudarme, pero quisiera hacerle unas preguntas -comence.

Paseo sus ojos ocultos tras los cristales de las gafas por la hilera de craneos que se extendian detras de mi escritorio.

– Los guardo con fines comparativos -le explique.

– ?Son autenticos?

– Si, lo son.

Desvio la mirada y distingui una version distorsionada de mi misma en sus rosados cristales. Fruncio y distendio de nuevo las comisuras de los labios. Sus sonrisas iban y venian como la luz de una bombilla que tuviera un mal contacto. Me recordo mi linterna en el bosque.

Le explique lo que deseaba. Cuando hube concluido, ladeo la cabeza y miro al techo como si pudiera encontrar alli la respuesta. Se tomaba tiempo. Entretanto distingui el zumbido de una impresora desde algun despacho del pasillo.

– No habra nada con anterioridad a 1985. Estoy segura de ello.

Nuevo asomo de sonrisa. Como un flash.

– Comprendo que es algo insolito, pero vea que puede hacer.

– Ville de Quebec, aussi?

– No, por ahora solo los casos de LML.

Asintio y, tras esbozar una nueva sonrisa, se marcho. En aquel momento sono el telefono: era Ryan.

– ?Podria tratarse de alguien mas joven?

– ?Cuanto mas joven?

– Diecisiete.

– No.

– ?Tal vez alguien con alguna especie de…?

– No.

Silencio.

– Tengo otra de sesenta y siete.

– Ryan, esta mujer no pertenece a la primera ni a la tercera edad.

– ?Y si tuviera alguna clase de afeccion osea? Tengo entendido… -prosiguio el hombre imperturbable.

– Se halla entre los veintinco y los treinta y cinco, Ryan.

– De acuerdo.

– Es posible que desapareciera de 1989 a 1992.

– Ya me lo dijo.

– ?Ah, algo mas! Probablemente tuvo hijos.

– ?Como?

– He encontrado indicios en el interior de los huesos pelvicos. Busque una madre.

– Gracias.

Antes de que el me llamara de nuevo volvio a sonar el telefono.

– Ryan, le he dicho…

– Soy yo, mama.

– ?Hola, querida! ?Como estas?

– Bien, mama. -Pausa-. ?Estas enfadada por nuestra conversacion de anoche?

– ?Desde luego que no, Katy! Solo preocupada por ti.

Larga pausa.

– Bien. ?Que hay de nuevo? -pregunte-. Apenas hemos hablado de lo que has hecho este verano.

Deseaba decirle muchas cosas, pero preferi dejarle la iniciativa.

– Poca cosa. Charlotte es tan aburrido como siempre. No habia nada que hacer.

Bien. Otra dosis de negatividad adolescente. Precisamente lo que menos necesitaba. Trate de controlar mi malestar.

– ?Como va el trabajo?

– Bien. Hay buenas propinas. Anoche gane noventa y cuatro dolares.

– ?Eso esta muy bien!

– Tengo muchas horas.

– ?Magnifico!

– Quiero dejarlo.

Aguarde.

Ella tambien aguardo.

– Necesitaras ese dinero para estudiar, Katy.

«No eches a perder tu vida, hija.»

– Ya te lo dije: no quiero volver en seguida. Pienso tomarme un ano de descanso.

Ya estabamos en ello. Intuia lo que vendria a continuacion y me lance a la ofensiva.

– Ya hemos hablado de esto, querida. Si no te gusta la universidad de Virginia podrias probar McGill. ?Por que no te tomas un par de semanas, vienes y lo hablamos?. Podriamos considerarlo como unas vacaciones. Me cogere algun tiempo libre. Tal vez podriamos ir a las Maritimes, dar una vuelta por Nova Scotia unos dias.

«?Dios!, ?que estaba diciendo? ?Como iba a arreglarmelas? No importaba. Ante todo estaba mi hija.»

Ella no respondio.

– No se trata de las notas, ?verdad?

– No, no. Son muy buenas.

– Entonces podrias transferir los creditos. Podriamos…

– Quiero ir a Europa.

– ?A Europa?

– Si. A Italia.

– ?A Italia? -No tuve que reflexionar mucho-. ?Es donde jugara Max?

– Si. -A la defensiva-: ?Por que?

– ?Por que?

– Le dan mucho mas dinero que los Hornets.

No respondi.

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