mundanos mientras Thornhill no dejaba de pensar en la llamada de telefono de Howard Constantinople. Perder a sus hombres habia sido todo un golpe para Thornhill, tanto desde el punto de vista personal como profesional. Habia trabajado con ellos durante anos. No acababa de entender que hubieran muerto los tres. Habia enviado a algunos de sus hombres a Carolina del Norte para que averiguasen lo sucedido.

No habia vuelto a recibir noticias de Constantinople. Desconocia si el hombre habia huido. Pero Faith y Buchanan estaban muertos, al igual que la agente del FBI, Reynolds. Por lo menos estaba practicamente seguro de que estaban muertos. El hecho de que no hubiera aparecido ninguna noticia en los periodicos sobre el hallazgo de seis cadaveres en una casa de la playa en una zona rica de los Outer Banks resultaba especialmente inquietante. Ya habia transcurrido mas de una semana. Quiza fuera obra del FBI para ocultar lo que empezaba a convertirse en una pesadilla para su departamento de relaciones publicas. Si, no le extranaria que lo hicieran. Por desgracia, sin Constantinople carecia de ojos y oidos en el FBI. Tendria que hacer algo al respecto cuanto antes. Conseguir a un nuevo topo le llevaria tiempo, aunque todo era posible.

Pese a todo, las pistas nunca lo senalarian a el. Sus tres agentes estaban tan bien encubiertos que las autoridades podian darse por satisfechas si conseguian ir mas alla de la capa superficial. A partir de ahi no encontrarian nada. Los tres habian muerto como verdaderos heroes. Sus colegas y el habian brindado por su recuerdo en la camara subterranea cuando se enteraron del suceso.

Quedaba un cabo suelto mas preocupante: Lee Adams. Se habia marchado en la motocicleta, supuestamente a Charlottesville para cerciorarse de que su hija estaba bien. Nunca habia llegado a su destino, eso lo sabia con certeza. Asi pues, ?donde estaba? ?Acaso habia regresado y habia matado a los hombres de Thornhill? Sin embargo, era impensable que un solo hombre pudiera acabar con los tres. No obstante, Constantinople no habia mencionado a Adams en la llamada.

A medida que el vehiculo avanzaba, Thornhill se sintio mucho menos seguro que al principio de la velada. Tendria que analizar la situacion con mucho cuidado. Quiza encontraria algun mensaje cuando llegara a casa.

El coche enfilo el camino de acceso a su propiedad y Thornhill consulto el reloj. Era tarde y tenia que madrugar al dia siguiente. Debia testificar ante el comite de Rusty Ward. Al final habia averiguado que respuestas queria el senador, lo que implicaba que estaba dispuesto a mentir como un descosido.

Thornhill desactivo el sistema de seguridad, dio un beso de buenas noches a su esposa y la observo mientras subia las escaleras que conducian a su dormitorio. Todavia era una mujer muy atractiva, esbelta y de huesos finos. Pronto le llegaria la hora de la jubilacion. Quiza no fuera tan grave. Habia tenido pesadillas al respecto en las que se imaginaba a si mismo sentado, presa de la desesperacion, en partidas de bridge interminables, cenas del club de campo, funciones para recaudar fondos; o recorriendo campos de golf infinitos, con su insufriblemente vivaracha esposa al lado en todo momento.

Sin embargo, mientras observaba la bien torneada espalda de su esposa deslizarse escaleras arriba, Thornhill vio de repente una perspectiva mas tentadora para sus anos dorados. Eran relativamente jovenes y ricos; podian viajar por todo el mundo. Incluso penso en irse a la cama pronto y satisfacer los impulsos fisicos que experimentaba al ver a la senora Thornhill dirigirse con gracilidad al dormitorio. Le gustaba su manera de quitarse los zapatos de tacon, que dejaban al descubierto los pies enfundados en unas medias negras; como pasaba una mano por su cadera curvilinea; como se soltaba la melena, contemplarle los musculos de los hombros, que se tersaban con cada movimiento. Lo cierto es que no habia desperdiciado las horas pasadas en el club de campo. Entraria en el estudio para ver si tenia mensajes y subiria a la habitacion de inmediato.

Encendio la luz del estudio y se acerco ala mesa. Se disponia a comprobar si tenia algun mensaje en su telefono de seguridad cuando oyo un ruido. Se volvio hacia las puertas acristaladas que daban al jardin. Se estaban abriendo para dejar paso a un hombre.

Lee se llevo un dedo a los labios y sonrio al tiempo que apuntaba directamente a Thornhill con una pistola. El hombre de la CIA se puso tenso, dirigio con rapidez la mirada a derecha e izquierda, buscando una escapatoria, pero no la habia. Si corria o gritaba, le dispararian; lo percibia con claridad en los ojos del hombre. Lee cruzo la habitacion y cerro la puerta del estudio con llave mientras Thornhill lo observaba en silencio.

El hombre se llevo una segunda sorpresa desagradable al ver entrar por las puertas acristaladas a otro hombre, que despues las cerro con llave.

Danny Buchanan se mostraba tan tranquilo que parecia estar casi dormido, si bien su mirada irradiaba una ingente cantidad de energia.

– ?Quienes son ustedes? ?Que estan haciendo en mi casa? -inquirio Thornhill.

– Esperaba algo un poco mas original, Bob -dijo Buchanan-. ?Con cuanta frecuencia ves fantasmas recientes?

– Sientate -ordeno Lee a Thornhill.

Thornhill echo otro vistazo a la pistola y, acto seguido, se sento en el sofa de cuero que estaba frente a los dos hombres. Se deshizo el nudo de la pajarita y la dejo en el sofa, intentando, no sin dificultad, evaluar la situacion y decidir como actuar.

– Crei que habiamos hecho un trato, Bob -manifesto Buchanan-. ?Por que enviaste a tu equipo de matones? Muchas personas han perdido la vida innecesariamente. ?Por que?

Thornhill los miro con recelo.

– No se de que esta hablando. Ni siquiera se quien demonios es usted.

Estaba claro lo que Thornhill pensaba: Lee y Buchanan llevaban microfonos. Quiza estuvieran colaborando con el FBI. Y se encontraban en su casa. Su esposa estaba arriba desvistiendose y esos dos hombres se presentaban en su casa para formularle ese tipo de preguntas. Bueno, sus esfuerzos serian en vano.

– He… -Buchanan se callo y miro a Lee-. Hemos venido aqui como unicos supervivientes para ver a que tipo de acuerdo podemos llegar. No quiero pasar el resto de mi vida mirando por encima del hombro.

– ?Trato? ?Que le parece si le grito a mi mujer que llame a la policia? ?Le gusta ese trato? -Thornhill escruto a Buchanan y fingio que lo reconocia-. Se que le he visto antes en alguna parte. ?En los periodicos?

Buchanan sonrio.

– Esa cinta que el agente Constantinople te aseguro que estaba destruida… -Se llevo la mano al bolsillo del abrigo y extrajo una cinta-. Bueno, pues no te dijo exactamente la verdad.

Thornhill observo la cinta como si fuera plutonio y estuviesen a punto de hacerselo tragar. Introdujo la mano en su americana.

Lee levanto la pistola.

Thornhill le dedico una mirada de desilusion y saco despacio la pipa y el encendedor. La prendio con tranquilidad. Despues de dar unas cuantas caladas para relajarse, miro a Buchanan.

– Como ni siquiera se de que esta hablando, ?por que no pone la cinta? Tengo curiosidad por saber que contiene. Quiza explique por que dos completos desconocidos han entrado en mi casa.

«Y si en esa cinta reconociera que he matado a un agente del FBI, ninguno de vosotros estaria aqui y a mi ya me habrian detenido. Menudo farol, Danny», penso.

Buchanan golpeo lentamente la cinta contra la palma de su mano, y Lee parecia nervioso.

– Vamos, no me tomen el pelo con algo para luego no ensenarmelo -dijo Thornhill.

Buchanan dejo la cinta sobre la mesa.

– Quiza mas tarde. Ahora mismo quiero saber lo que vas hacer por nosotros. Algo que impida que vayamos al FBI a contarles lo que sabemos.

– ?Y se puede saber que es? Ha hablado de gente asesinada. ?Insinua que he

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