realizado una declaracion detallada de todos los hechos en relacion con los asesinatos de Christine Sullivan, Luther Whitney, Walter Sullivan y otras dos muertes en Patton, Shaw. Creo que ambos han llegado a un acuerdo con los fiscales, que solo estan interesados en usted. Si me permite decirlo, este caso ayudara mucho a la carrera de cualquier fiscal.
El presidente se tambaleo al dar un paso atras, pero recobro el equilibrio en el acto.
Frank abrio el maletin y saco una cinta de video y cinco casetes.
– Estoy seguro de que a sus abogados defensores les interesara ver esto. El video muestra a los agentes Burton y Collin cuando intentaron asesinar a Jack Graham. Los casetes corresponden a varias reuniones en las que usted estuvo presente y se organizaron los asesinatos que tuvieron lugar. Son mas de seis horas de testimonios, senor presidente. Se han enviado copias al congreso, al fbi, a la cia, al Post, al fiscal general, al departamento de abogados de la Casa Blanca y a todos aquellos en los que pense. No hay saltos en las cintas. Tambien se incluye el casete grabado por Walter Sullivan de la conversacion telefonica que mantuvo con usted la noche en que le asesinaron. No coincide mucho con la version que usted me dio. Todo con los saludos de Bill Burton. Dijo en su nota que era el cobro de su poliza de seguros.
– ?Donde esta Burton? -pregunto el presidente, furioso.
– Le declararon muerto en el hospital Fairfax a las diez y media de esta manana. Suicidio.
Richmond consiguio llegar a la silla a duras penas. Nadie le ofrecio ayuda. Miro a Frank.
– ?Algo mas?
– Si. Burton dejo otro papel. Su voto para las proximas elecciones. Lamento comunicarle que no voto por usted.
Uno a uno los miembros del gabinete salieron de la habitacion. El miedo al suicidio politico por asociacion era algo muy presente en la capital de la nacion. Los policias y los agentes del servicio secreto les siguieron. El presidente se quedo solo. Sus ojos contemplaban la pared fijamente.
Seth Frank asomo la cabeza.
– Recuerde, nos veremos muy pronto -dijo, y cerro la puerta.
Epilogo
Las cuatro estaciones en Washington siguen un patron conocido, y una sola semana de primavera con temperaturas tolerables y una humedad por debajo del cincuenta por ciento da paso abruptamente a un ascenso meteorico del termometro y un porcentaje de humedad que garantiza tener el cuerpo empapado apenas se sale a la calle. Cuando llega julio, el washingtoniano tipico esta adaptado hasta donde es posible a un aire que es dificil de respirar y a los movimientos que nunca alcanzan la lentitud suficiente para evitar el subito estallido de transpiracion debajo de la ropa. Pero en toda esta desgracia habia noches en las que, si no se estropeaban con la repentina aparicion de un aguacero acompanado por el retumbar de los truenos y las descargas electricas que parecian tocar el suelo, la brisa era fresca, el aire dulce y el cielo claro. Aquella era una de esas noches.
Jack estaba sentado en el borde de la piscina instalada en la azotea del edificio. Los pantalones cortos color caqui dejaban al descubierto las piernas musculosas y morenas, el pelo rizado por el sol. Se le veia mucho mas delgado, la grasa acumulada durante la etapa de trabajo en la oficina la habia consumido a lo largo de meses de esfuerzos fisicos. La camiseta blanca no ocultaba los musculos bien formados de la espalda y el pecho. Llevaba el pelo corto y su rostro se veia tan moreno como las piernas. El agua ondulaba alrededor de sus pies. Miro al cielo y se lleno los pulmones con el aire fresco. Tres horas antes el lugar habia estado a rebosar con el personal de las oficinas que sumergian sus cuerpos obesos y blancos en el agua tibia. Ahora Jack estaba solo. No le reclamaba ninguna cama. Ningun despertador perturbaria su sueno por la manana.
La puerta que daba a la piscina se abrio con un leve chirrido. Jack se dio la vuelta y vio un traje de verano beige, arrugado y que parecia incomodo. El hombre llevaba una bolsa de papel marron.
– El portero me dijo que habia vuelto. -Seth Frank sonrio-. ?Le importa si le hago compania?
– No si en la bolsa trae lo que pienso.
Frank se sento en una silla y le arrojo a Jack una lata de cerveza. Abrieron las latas, hicieron un brindis y bebieron un trago muy largo.
– ?Que tal era el sitio donde estuvo? -pregunto Frank.
– No estaba mal. Fue un placer irse pero tambien lo es estar de vuelta.
– Este parece un buen lugar para meditar.
– Se llena a partir de las siete durante un par de horas. El resto del dia casi siempre esta asi.
El detective miro la piscina con una expresion de deseo y despues comenzo a quitarse los zapatos.
– ?Le importa?
– Sirvase.
Frank se subio los pantalones, puso los calcetines en los zapatos y se sento junto a Jack para sumergir las piernas blancas como la leche en el agua hasta las rodillas.
– Caray, que gustillo. Los detectives rurales con tres hijas y una hipoteca casi nunca tienen contacto con una piscina.
– Es lo que me han dicho.
Frank se hizo un masaje en las pantorrillas y miro a su amigo.
– La vida de vagabundo le sienta de perlas. Quiza piense en no dejarla.
– Es algo que pienso desde hace tiempo. La idea me resulta cada vez mas atractiva.
Frank miro el sobre que estaba junto a las piernas de Jack.
– ?Algo importante? -Senalo el sobre.
Jack lo recogio, y volvio a leer la carta.
– Es de Ransome Baldwin. ?Lo recuerda?
– ?Que, ha decidido demandarle por abandonar a su nena? Jack sacudio la cabeza mientras sonreia. Acabo de beber la cerveza y saco otra lata fria de la bolsa. Le paso otra a Frank.
– Nunca se sabe como reaccionara la gente. En resumen el tipo dice que yo era demasiado bueno para Jennifer. Al menos, en este momento. Que ella necesita madurar. La envia al extranjero para que trabaje en las misiones de la fundacion de caridad Baldwin durante un ano o dos. Dice que si necesito cualquier cosa que le avise. Incluso dice que me admira y me respeta.
– Vaya. -Frank bebio otro trago, esta vez mas corto-. Tampoco dice mucho.
– Si. Baldwin ha nombrado a Barry Alvis como abogado jefe de todos sus asuntos. Alvis era el tipo que Jenn hizo echar de Patton, Shaw. Sin perder ni un segundo, Alvis fue al despacho de Dan Kirksen y retiro toda la cuenta. Creo que a Dan le vieron por ultima vez en la cornisa de un rascacielos
– Lei que la firma cerro.
– A todos los abogados buenos los contrataron en el acto en otros bufetes. Los malos tendran que ganarse la vida en otra cosa. El edificio ya esta alquilado. Toda la firma ha desaparecido sin dejar rastro.
– Lo mismo le paso a los dinosaurios. Solo que con los abogados se tarda un poco mas. -Descargo un golpe suave en el brazo de Jack.
– Gracias por venir a alegrarme la velada -dijo Jack y se rio.
– Diablos, no me lo hubiera perdido por nada en el mundo. Jack le miro y en su rostro aparecio una expresion seria.
– ?Que paso?
– No me diga que sigue sin leer los periodicos.
– Desde hace meses. Despues del enjambre de reporteros, los conductores de tertulias, los equipos de acusadores particulares, los productores de Hollywood y centenares de curiosos a los que tuve que enfrentarme, decidi pasar de todo y no saber nada de nada. Cambie el numero de telefono una docena de veces y los cabrones seguian encontrandome. Por eso, los dos ultimos meses han sido tan dulces. Nadie me conocia.
Frank se tomo unos instantes para poner en orden sus pensamientos.
– Bueno, veamos. Collin se declaro culpable de conspiracion, dos asesinatos en segundo grado, obstruccion a la justicia y media docena de cargos menores. Esto en lo referente a la jurisdiccion de la capital. Creo que el juez le tuvo lastima. Collin era un chico de Kansas, marine, agente del servicio secreto. Solo seguia ordenes. Lo llevaba