interior del caldero y la sostuvo entre los dedos. Despues salio por una arcada que habia al otro lado de lo que aparentemente era un antiguo dormitorio convertido en tumba.
Identifico de inmediato el cuarto vecino como una cocina. Aqui no habia una bolsa de aire y las burbujas ascendieron hasta el techo y luego salieron por la arcada como gotas de mercurio. Peroles de bronce, anforas, platos y jarras estaban desparramados por el suelo junto con muchos fragmentos de ceramica. Junto a lo que parecia ser un hogar encontro unas pinzas de bronce y un cucharon de grandes dimensiones, enterrados parcialmente en la arena que se habia filtrado en el interior de la cocina a lo largo de miles de anos. Nado por encima de los restos para observar los trozos, atento a la presencia de dibujos o marcas, pero los objetos estaban parcialmente enterrados y cubiertos con pequenos crustaceos que habian llegado hasta alli con el paso de los siglos.
Tras comprobar que no habia mas puertas que condujeran a otras habitaciones, volvio a pasar por el dormitorio y se acerco a Summer, que continuaba sacando fotos de la cripta. Le toco un brazo para llamar su atencion y le senalo hacia arriba. En cuanto salieron a la superficie, Dirk le informo entusiasmado:
– He encontrado otras dos habitaciones.
– Esto se hace cada vez mas misterioso -opino Summer, sin apartarse del visor de la camara.
Dirk le sonrio al tiempo que le mostraba un peine de bronce.
– Pasate este peine por los cabellos e intenta imaginarte a la mujer que lo utilizo por ultima vez.
Summer bajo la camara para mirar el objeto que le mostraba su hermano. Abrio los ojos como platos mientras cogia el peine con mucho cuidado y lo sostenia en alto.
– Es precioso -murmuro. Estaba a punto de pasarse el peine por el mechon de cabellos que asomaba por debajo de la capucha sobre la frente, cuando se detuvo bruscamente y miro a su hermano con expresion grave-. Tendrias que devolverlo al lugar donde lo encontraste. Cuando los arqueologos vengan a explorar este lugar, y de seguro que lo haran, te acusaran de expolio de un yacimiento.
– Si tuviese una novia, estoy seguro de que se lo quedaria.
– La ultima de tu larga serie de novias habria sido capaz de robarse el cepillo de la iglesia.
Dirk fingio estar dolido por el comentario.
– La aficion de Sara por el robo la hacia irresistible.
– Tienes mucha suerte de que papa sepa juzgar a las mujeres mucho mejor que tu.
– ?Que tiene que ver el con el tema?
– Papa puso a Sara de patitas en la calle cuando se presento en el hangar y pregunto por ti.
– Ahora me explico el que no me devolviera las llamadas -manifesto Dirk, sin que pareciera importarle mucho.
Summer lo miro con severidad y luego observo el peine, mientras intentaba imaginar como seria la ultima mujer que lo habia tenido en la mano, el estilo del peinado y el color de los cabellos. Despues de unos momentos, coloco el peine sobre las manos abiertas de su hermano para fotografiarlo.
Dirk espero a que Summer tomara la foto y despues fue a dejarlo de nuevo en el caldero. Summer lo siguio para tomar mas de treinta instantaneas del dormitorio y los objetos depositados sobre la cama antes de hacer lo mismo en la cocina. Cuando acabo de realizar un detallado inventario fotografico de las tres habitaciones y el contenido, le paso la camara a Dirk para que desmontara los focos y la guardara en la caja de aluminio. En lugar de sujetarla debajo de los tanques de aire de Summer, la cogio del asa para asegurarse de que no se perdiera o sufriera las consecuencias de un golpe.
Hizo una ultima comprobacion de las botellas. Tenian aire mas que suficiente para el trayecto de regreso a la base. Bien entrenados por su padre, Dirk y su hermana eran unos buceadores muy precavidos que nunca se habian enfrentado a la amenaza de quedarse con los tanques vacios. Esta vez fue el quien ocupo la vanguardia, porque se habia aprendido de memoria todas las vueltas y revueltas del camino a traves del arrecife.
Cuando llegaron al
7
El viejo Orion P3 Huracane Hunter aguantaba el vapuleo tal como venia mientras se abria paso en la pared del huracan, azotado por vientos feroces, cortinas de granizo y lluvia, y las subitas turbulencias de fuerza inconcebible que lo sacudian como una hoja. Las alas se flexionaban como el acero de un florete. Las grandes helices de los cuatro motores Allison de cuatro mil seiscientos caballos cada uno lo impulsaban a traves de aquel infierno a una velocidad de quinientos cincuenta kilometros por hora. La Marina, el NOAA y la NUMA no habian encontrado hasta el momento ningun otro avion capaz de resistir la furia de las tormentas como este, construido en 1976.
El
Jeff Barrett ocupaba el asiento del piloto y su mirada no se apartaba del panel de instrumentos. Durante las seis horas que llevaban de vuelo -de un total de diez-, los indicadores y las luces eran lo unico visible, porque lo que se veia a traves del parabrisas era como mirar en el interior de una lavadora cuando esta en el ciclo de enjabonar. Casado y con tres hijos, Barrett no consideraba su trabajo mas peligroso, sin embargo, que conducir un camion de recogida de basura por una callejuela del centro.
Sin embargo, el peligro y la muerte acechaban en la nube que envolvia al Orion, sobre todo cuando Barrett realizaba pasadas tan a ras del agua que las helices levantaban una espuma que cubria el parabrisas como si fuese escarcha antes de volver a subir en espiral hasta los dos mil metros de altura. Volar en espirales era la forma mas eficaz para medir la fuerza del huracan, porque el avion entraba y salia de la peor parte de la tormenta.
No era un trabajo para apocados. Los que volaban a traves de los huracanes eran una raza aparte entre los cientificos. No servia de nada observar las tormentas desde lejos. Habia que meterse en ellas, volar directamente en su seno, y no una sino hasta diez veces. Volaban en condiciones extremas sin quejarse, para medir la velocidad y la direccion del viento, la lluvia, la presion atmosferica y otro centenar de datos que enviaban al Centro de Huracanes. Alli se procesaban para obtener modelos informaticos que permitirian a los meteorologos calcular la fuerza de la tormenta y emitir avisos a las poblaciones ubicadas en el camino estimado del huracan, para que evacuaran las zonas costeras y de esta manera salvar un gran numero de vidas.
Barrett no tenia problemas con los mandos del aparato, que habian sido modificados para soportar las turbulencias mas extremas, y comprobo la lectura del GPS antes de realizar un pequeno ajuste en el rumbo. Se volvio hacia su copiloto.
– Esta es una mala bestia -comento, cuando el Orion se sacudio con una rafaga tremenda.
La tripulacion hablaba a traves de los microfonos y escuchaba a traves de los auriculares. Cualquier conversacion sin utilizar la radio los hubiera obligado a gritarse al oido. El aullido del viento era tal, que conseguia ahogar el ruido de los motores.
Jerry Boozer, el hombre larguirucho reclinado en el asiento del copiloto, tomaba cafe en un vaso tapado a traves de una pajita. Pulcro a mas no poder, se vanagloriaba de no haber volcado jamas una gota de liquido o dejado caer una miga de un bocadillo en la cabina durante un huracan. Asintio con un gesto.
– Es la peor que he visto en los ocho anos que llevo persiguiendo a estas fieras.
– No me gustaria nada vivir en una casa que estuviese en su camino cuando llegue a tierra.
– Eh, Charlie, ?cual es la lectura que te dan tus aparatos magicos de la velocidad del viento?
En el compartimiento cientifico, atestado con instrumentos y consolas de aparatos electronicos