siempre.
Le resultaba imposible comprender como el barco conseguia mantenerse a flote en unas condiciones que superaban todo lo conocido. Entonces, como si ya se merecieran un descanso, los instrumentos marcaron una rapida disminucion en la velocidad del viento hasta indicar un poco menos de ochenta kilometros. Sam Maverick sacudio la cabeza, asombrado.
– Al parecer estamos a punto de entrar en el ojo del huracan, y sin embargo el mar parece todavia mas agitado.
– ?Quien dijo aquello de que la noche es mas oscura antes del alba? -replico el capitan.
El oficial de comunicaciones, Mason Jar, un hombre bajo y rechoncho con los cabellos blancos y un gran pendiente en la oreja izquierda, se acerco a Barnum y le entrego un mensaje. El capitan le echo una ojeada.
– ?Acaba de llegar?
– Hace menos de dos minutos -respondio Jar.
Barnum le paso el mensaje a Maverick, que lo leyo en voz alta.
– “El hotel
El primer oficial le devolvio el mensaje a Barnum.
– A juzgar por las llamadas de socorro, debemos de ser el unico barco todavia a flote que puede intentar el rescate.
– No han transmitido la posicion -senalo el oficial de comunicaciones.
– No son marinos, son posaderos.
Maverick se acerco a la mesa de cartas y cogio las reglas.
– Estaba a ochenta kilometros al sur de nuestra posicion cuando levamos anclas para capear la tormenta. No sera facil rodear el arrecife de la Natividad para efectuar el rescate.
Jar reaparecio con otro mensaje. Este decia asi:
PARA EL SEA SPRITE, DEL CUARTEL GENERAL DE LA NUMA, WASHINGTON. SI ES POSIBLE, INTENTEN EL RESCATE DE LAS PERSONAS EN EL OCEAN WANDERER. CONFIO EN SU JUICIO Y RESPALDARE SUS DECISIONES. SANDECKER.
– Bueno, al menos ahora tenemos la autorizacion oficial -dijo Maverick.
– Solo tenemos a cuarenta personas a bordo del
– ?Que pasara con Dirk y Summer en el
– Creo que podran capear la tormenta, protegidos como estan por el arrecife.
– ?Disponen de una buena reserva de aire? -pregunto Maverick.
– Suficiente para seis dias -respondio Barnum.
– Si esta maldita tormenta acaba de una buena vez, tendriamos que estar alli en dos.
– Siempre y cuando podamos enganchar al
Maverick hizo una pausa mientras miraba a traves de la ventana del puente de mando.
– En cuanto entremos en el ojo del huracan, podremos avanzar a toda maquina.
– Calcula la ultima posicion del hotel y la deriva -ordeno Barnum-. Despues fija el rumbo para el encuentro.
Barnum comenzo a levantarse de la silla para ir a ordenarle al radioperador que transmitiera al almirante Sandecker su decision de intentar el rescate del
El capitan y Maverick se miraban el uno al otro absolutamente atonitos, cuando una segunda ola todavia mayor que la anterior cayo sobre el barco y lo empujo hacia las profundidades.
Aplastada por millones de toneladas de agua, la proa del
10
El
La desesperacion de Morton crecia por momentos. Se enfrentaba a una decision critica tras otra. Ahora tenia que decidir si ordenaba llenar los tanques de lastre para que el hotel se hundiera en el agua y asi reducir la deriva impulsada por la galerna, o vaciar los tanques y dejar que las olas sacudieran la estructura y a los huespedes como una casa pillada por un tornado.
A simple vista, la primera opcion parecia la mas practica. Pero significaba permitir que una fuerza irresistible machacara a placer un objeto practicamente inmovil. Ya habia secciones de la estructura que comenzaban a ceder, y las bombas de achique trabajaban a pleno rendimiento para sacar el agua que inundaba los niveles inferiores. La segunda opcion aumentaria todavia mas los sufrimientos de todos los que estaban a bordo y aceleraria el inevitable impacto contra la rocosa costa de la Republica Dominicana.
Ya se disponia a dar la orden de llenar los tanques de lastre al maximo, cuando el viento empezo a amainar bruscamente. Al cabo de media hora casi habia desaparecido del todo y el sol ilumino el hotel con toda su fuerza. Las personas que se encontraban en la sala de baile y el cine prorrumpieron en vitores, convencidos de que lo peor ya habia pasado.
Morton no se enganaba. Habia disminuido el viento pero el mar seguia revuelto. Miro a traves de las ventanas manchadas de sal y vio la pared gris del huracan que se elevaba hasta perderse en el cielo. La tormenta pasaba directamente sobre ellos y ahora mismo acababan de entrar en el ojo. Lo peor aun estaba por llegar.
Dispuesto a aprovechar las pocas horas de calma antes de que acabara de pasar el ojo, Morton llamo a todo el personal de mantenimiento y todos los hombres aptos. Los organizo en grupos de trabajo y los envio a reparar los danos y a reforzar las ventanas de los niveles inferiores, que amenazaban con ceder en cualquier momento. Trabajaron heroicamente y muy pronto sus esfuerzos dieron resultado: bajo el nivel del agua y las bombas comenzaron a ganarle la carrera a las filtraciones.
Morton tenia claro que solo habian conseguido un alivio que se mantendria mientras estuvieran dentro del ojo, pero era vital mantener la moral y asegurarles a todos que tenian una oportunidad de salvar la vida, aunque el mismo no lo creyera.
Regreso a su despacho y se puso a mirar las cartas marinas de la costa de la Republica Dominicana, en un intento por adivinar donde podia tocar tierra el
Tampoco se le ocurria la manera de sacar a mas de mil personas de un hotel encallado y transportarlas sanas y salvas hasta tierra firme mientras eran castigados por unas olas gigantescas.
No parecia haber ninguna manera de evitar un terrible destino. Nunca se habia sentido tan vulnerable, tan impotente. Se frotaba los ojos inyectados en sangre cuando el encargado de comunicaciones entro como una tromba en el despacho.
– ?Senor Morton, vienen a ayudarnos! -grito.
Morton lo miro, desconcertado por la sorpresa.