ningun amago de resistencia. Inconsciente, Renee murio asfixiada sin sufrimiento. A continuacion, Rita cogio las tijeras del neceser de Pitt, que estaba en el bano, y trazo la imagen del caballo celta en el vientre de Renee. Desde el principio hasta el final, no tardo mas de cuatro minutos.

Sin perder ni un segundo, Rita fue hasta la seccion de proa y salio a cubierta por la escotilla de proa, protegida por la timonera. Fuera de la vista de los hombres que conversaban en la cubierta de popa, se descolgo por la borda y se sumergio en el agua silenciosamente. Nado por debajo del agua hasta el lado opuesto del embarcadero, llego a la costa y se arrastro entre la densa vegetacion que cubria la ribera. En el mismo momento en que Giordino descubrio el cadaver de Renee, Rita desaparecia en la selva.

– La mujer no podra llegar muy lejos -manifesto Ortega-. No hay carreteras en el rio Colorado. No podra escapar con vida de la selva. Mis hombres la detendran antes de que pueda conseguir un avion o una lancha.

– Solo va vestida con un biquini -le informo Pitt.

– ?Se ha ido sin ropa?

– El armario de Renee esta cerrado y las prendas que vestia estan desparramadas en cubierta -dijo Gunn. Senalo las prendas, que estaban donde Rita las habia tirado.

– ?Lleva dinero? -pregunto el inspector.

– No lo creo -respondio Pitt-. A no ser que Renee llevara algo encima, cosa que dudo.

– Sin dinero ni pasaporte, no tiene mas alternativa que la de intentar escapar a traves de la selva.

– Un lugar donde una mujer en biquini no tiene muchas posibilidades de sobrevivir -opino McGee, desde la puerta.

– Por favor, cierren el camarote y no toquen nada-dijo Ortega

– ?No podemos al menos vestirla? -pregunto Pitt.

– No hasta que llegue el equipo forense y analice la escena del crimen.

– ?Cuando podremos repatriar el cadaver?

– Dentro de dos dias -contesto Ortega cortesmente-. Mientras tanto, les ruego que permanezcan aqui y disfruten de la hospitalidad del senor McGee hasta que les tomemos declaracion y acabemos con el papeleo. -Miro a Renee con una expresion indiferente-. ?Era norteamericana?

Dodge le dio la espalda a la cama porque no soportaba ver el cadaver de su companera.

– Vivia en Richmond, Virginia -murmuro con la voz ahogada por la emocion.

Pitt miro a Gunn.

– Creo que lo mejor sera informar al almirante.

– No se lo tomara a la ligera. Lo conozco. Es muy capaz de pedirle al Congreso que declare la guerra y envie a la infanteria de marina.

Por primera vez, en el rostro de Ortega aparecio una expresion de asombro.

– ?Es capaz de hacerlo, senor?

– Es una forma de hablar -le explico Pitt y, sin hacer caso de la orden del inspector, cubrio a Renee con una manta.

Rita avanzo a paso rapido a traves de la selva, sin alejarse mucho de la ribera, hasta que llego al puerto deportivo del rio Colorado. Siguio los carteles del sendero que llevaba a la piscina. Vestida con el biquini, no llamo la atencion entre las otras mujeres que tomaban el sol alrededor de la piscina mientras sus maridos se divertian pescando tarpones y robalos en el rio.

Sin hacer caso de las miradas de admiracion de los salvavidas y los camareros, cogio una toalla de una tumbona desocupada y se la echo al hombro. Luego se alejo por el camino entre las habitaciones del hotel. Entro en la primera que vio con la puerta abierta, donde una de las camareras estaba haciendo la limpieza.

– Tomese su tiempo -le dijo en espanol a la mujer, como si fuese la verdadera ocupante de la habitacion.

– Ya he acabado -respondio la camarera. Se llevo las toallas sucias al carrito que habia dejado en el camino y cerro la puerta.

Rita se sento a la mesa, cogio el telefono y pidio una linea exterior. En cuanto atendieron la llamada, dijo:

– Aqui Flidais.

– Un momento.

Luego se escucho otra voz:

– La linea es segura. Ya pueden hablar.

– ?Flidais?

– Si, Epona, estoy aqui.

– ?Por que me llamas por una linea abierta desde un hotel?

– Ha surgido un problema.

– ?Si?

– Un barco de la NUMA que buscaba el origen del legamo marron no se dejo enganar por el holograma y destruyo nuestro yate.

– Entiendo -declaro la mujer llamada Epona, con la mas absoluta frialdad-. ?Donde estas?

– Despues de hundir el yate, me capturaron los de la NUMA. Consegui escapar y ahora me encuentro en una habitacion del puerto deportivo del rio Colorado. No creo que la policia tarde mucho en rastrearme hasta aqui.

– ?Que hay de nuestra tripulacion?

– Unos cuantos murieron. Los demas escaparon en el helicoptero y me dejaron abandonada.

– Ya nos ocuparemos de ellos. -Hubo una pausa-. ?Te interrogaron?

– Lo intentaron. Me invente una historia y les dije que me llamaba Rita Anderson.

– Espera ahi. No cuelgues.

Flidais, alias Rita, fue al armario y encontro un vestido estampado de la talla cuarenta. Ella usaba una treinta y ocho, pero se dijo que era preferible que le fuese grande antes que pequeno. Se lo puso encima del biquini. Luego cogio un panuelo y se lo ato en la cabeza para ocultar los cabellos rojos. No le preocupaba en lo mas minimo robar las prendas de otra mujer y cargarla con una abultada cuenta de telefono, despues de haber asesinado a Renee. A continuacion se calzo unas sandalias que le quedaban un poco apretadas. Unas gafas de sol que estaban en la mesa de noche completaron su atuendo.

Sonrio para sus adentros cuando encontro el bolso de la ocupante en un cajon de la comoda. La razon de que las mujeres no pensaban en un escondite mas adecuado para sus objetos de valor era un misterio para Flidais. Todos los rateros de hotel sabian que las mujeres siempre ocultaban sus bolsos, incluidos los monederos, debajo de las prendas en un cajon. Encontro ochocientos dolares norteamericanos y un punado de colones. Como el cambio era de 369.000 colones por dolar, los turistas acostumbraban pagar con dolares.

Barbara Hacken era el nombre que aparecia debajo de la foto del carnet de conducir y la foto del pasaporte. Excepto por el color de los cabellos y unos anos de diferencia, podrian haber pasado por hermanas. Flidais entreabrio la puerta para ver si aparecia la ocupante, cuando se escucho la voz de Epona en el telefono.

– Ya esta arreglado, hermana. Mi avion privado ira a recogerte al aeropuerto. Te estara esperando cuando llegues. ?Tienes algun medio de transporte?

– El hotel seguramente dispone de un coche para llevar y traer a los huespedes desde el aeropuerto.

– Quiza te pidan algun documento de identidad en los controles.

– Eso ya esta solucionado -respondio Flidais. Se colgo el bolso en un hombro-. Te vere a ti y a las hermanas en la ceremonia dentro de tres dias.

Colgo el auricular y se dirigio a la recepcion. Paso junto a dos policias que recorrian el lugar. Como buscaban a una mujer en biquini, solo la miraron de pasada, convencidos de que se alojaba en el hotel. Vio a Barbara Hacken que tomaba el sol junto a la piscina. Parecia estar dormida. Cuando Flidais entro en la recepcion, el propietario estaba detras del mostrador y le sonrio cuando ella le pidio un coche.

– Espero que usted y su marido no hayan decidido marcharse.

– No -respondio, mientras se rascaba la nariz para ocultar el rostro-. Esta en el rio dispuesto a pescar el ejemplar mas grande. Voy al aeropuerto para saludar a unos amigos que hacen una escala tecnica en su viaje a la ciudad de Panama.

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