El aullido empezo mas o menos una hora despues, junto con gemidos bajos y el arrastrar de cadenas. Los ruidos parecian provenir del vestibulo fuera de su habitacion, e Isabella estaba frunciendo el ceno a la puerta cuando Francesca floto felizmente hasta el extremo de su cama. Sobresaltada, Isabella se echo a reir.
– Debes decirme donde esta la entrada secreta -saludo-, seria muy util, estoy segura.
– Hay mas de una -dijo Francesca-. ?Por que te fuiste asi? Temi que te marcharas y nunca volviera a verte - Por primera vez la joven parecia contrariada y malhumorada.
– Te aseguro que no fue mi eleccion salir en medio de una tormenta de nieve -se defendio Isabella-. Nunca habia visto nieve hasta que llegue aqui.
– ?De veras? -Francesca giro la cabeza, sus ojos oscuros saltaron con interes-. ?Te gusta?
– Esta fria -dijo Isabella decididamente-. Muy, muy fria. Estaba temblando tanto que mis dientes castaneteaban.
Francesca rio.
– Mis dientes siempre castanetean tambien. Pero a veces, cuando era pequena, solia deslizarme colina abajo sobre una piel. Era divertido. Deberias intentarlo.
– Yo no soy tan pequena, Francesca, y no estoy segura de que fuera divertido. Cuando mi caballo me tiro, y aterrize en la nieve, esta no era suave como pense que seria. Cuando la nieve cae, parece mullida, pero sobre el suelo se parece al agua de un estanque convirtiendose en hielo.
– Me ate pieles en los zapatos una vez e intente deslizarme, pero cai muy fuerte -Francesca rio ante el recuerdo-. No se lo dije a nadie, pero mis piernas estuvieron negras y azules durante una semana.
– ?Quien hace todo ese ruido? -pregunto Isabella, curiosa. El aullido y gemido parecia mas ruidoso de lo normal-. ?No molesta a nadie?
– Creo que todo el mundo los ignora por cortesia. Yo les digo que lo dejen, que nadie se deja impresionar por semejante tonteria, pero ellos no me escuchan -parecia indignada-. Creen que soy una nina. Pero, en realidad, yo creo que les hace sentirse importantes. -Miro a Isabella, sus ojos oscuros candidos-. ?Alguna vez has tenido un amante? Yo nunca he tenido un amante, y siempre he querido uno. Creo que soy guapa, ?verdad?
Isabella se sento erguida, teniendo cuidado con su espalda, atrayendo la colcha sobre sus rodillas. Francesca era una mezcla de mujer y nina.
– Eres hermosa, Francesca -la tranquilizo, sintiendose mas vieja y maternal-. No tienes ninguna necesidad de preocuparse. Un hombre guapo aparecera e insistira en casarse contigo. ?Como podria resistirse a ti ningun hombre?
Al momento las sombras se aclararon en la cara de Francesca, y sonrio a Isabella.
– ?Nicolai sera tu amante?
Isabella sintio un interes repentino por tirar de la costura de la colcha.
– Yo no se nada de amantes, nunca he tenido uno. Tengo un
– Siempre me ha gustado ese nombre -concedio Francesca-. ?Es muy guapo?
– Oh, si. Y cuando monta un caballo, es elegante. Todas las mujeres lo dicen. No puedo esperar para que le conozcas -Isabella sonrio ante la idea. Francesca podria ser justo la persona que hiciera soportable a Lucca los meses venideros. Era hermosa, divertida y dulce-. Esta enfermo, y ha estado prisionero en las mazmorras de
Francesca sacudio la cabeza solemnemente.
– No, y no creo que quisiera hacerlo. ?Nicolai va a rescatar a tu hermano?
Isabella asintio, pero profundamente en su interior, su corazon se retorcio. Habia abandonado a Nicolai DeMarco solo en la tormenta. El viento estaba aullando y soplando los blancos copos sobre el, y todo lo que ella habia hecho era lanzarle su capa. Nunca deberia haberle dejado.
– Pareces tan triste, Isabella -dijo Francesca-. No hay necesidad de preocuparse. Si
– ?Le conoces bien? -pregunto Isabella, curiosamente, comprendiendo de repende que no sabia nada de la familia DeMarco. Francesca daba la impresion de ser una
Francesca se encogio de hombros.
– ?Quien puede conocer al don? El manda, y proporciona proteccion, pero nadie come con el o habla con el.
– Bueno, por supuesto que lo hacen -Isabella estaba horrorizada ante la total falta de preocupacion en la voz de Francesca-. El
Francesca se quedo en silencio por un rato.
– Pero siempre ha sido asi. El esta en sus habitaciones hasta la noche, y entonces todos dentro del
– ?Por que? Tomo el te conmigo.
Francesca se puso en pie de un salto.
– Eso no puede ser. El no come con los demas. Eso no se hace.
Francesca parecia tan molesta que Isabella eligio sus palabras mas cuidadosamente.
– ?Es una ley de la finca que el
– No, no, nunca -Francesca era inflexible-. Eso no se hace. -Empezo a pasearse a lo largo de la habitacion, claramente agitada.
Los fantasmales aullidos se hicieron mas fuertes, y los gemidos parecieron alzarse y decaer con el viento de afuera.
– No queria molestarte, Francesca -se disculpo Isabella gentilmente-. Las reglas son diferentes de donde yo vengo. Aprendere las vuestras.
– Eso no se hace -repitio la joven-.
– Lo siento -Isabella cambio de posicion, con intencion de deslizarse fuera de la cama. La colcha resbalo precariamente, y busco alrededor apresuradamente su bata. Francesca estaba molesta, y aunque Isabella no sabia por que, queria tranquilizarla. Localizo la prenda en la oscuridad y se giro hacia la joven. Con el corazon hundido, dejo caer la bata otra vez sobre la silla donde la habia encontrado.
Asi de rapidamente, Francesca habia aprovechado la oportunidad de escapar. Isabella la llamo suavemente, pero no hubo respuesta, solo el irritante sonido de los fastasmales gemidos. Penso en intentar encontrar el pasadizo secreto, pero parecia demasiado esfuerzo cuando estaba preocupada por otros suntos. Volvio a meterse en la cama y se tendio tranquilamente pensando en el
Isabella yacio mirando a la pared, incapaz de dormir apesar de la oscuridad. Intento no preocuparse por Nicolai DeMarco. Nadie mas parecia sentir que el estuviera en peligro a causa de la terrible tormenta o las bestias salvajes que vagaban por el valle. Isabella suspiro y se giro para mirar al techo. Despues de un tiempo fue consciente de un sonido, un sonido profundo, casi cavernoso. El aire se apresuro a entrar en sus pulmones. Habia oido ese sonido antes, y la estremecio. Bajo la colcha, sus dedos se cerraron en punos, y su respiracion casi se detuvo.
Lentamente, centimetro a centimetro, giro la cabeza hacia la puerta. Habia estado cerrada; ahora estaba abierta. Algo estaba en la habitacion con ella. Se esforzo por ver en las esquinas mas oscuras de la habitacion. Al principio no vio nada, pero mientras miraba, finalmente diviso una enorme masa encorvada a escasos centimetros de ella. La cabeza era enorme, los ojos centelleaban hacia ella. Vigilandola.
Isabella observo a la bestia en respuesta. Ahora su corazon palpitaba tan ruidosamente, que estaba segura de que podia oirlo. Miro solo a los ojos. Se miraron el uno al otro durante interminables momentos, Y entonces el leon de once pies simplemente salio paseando silenciosamente de la habitacion. Ella observo la puerta cerrarse.
