parecio estremecerse, cambiar de posicion, y moverse hasta que desaparecio y ella estuvo ardiendo por dentro y por fuera.

Los brazos le rodearon la cintura y la atrajo hasta el, al refugio de su cuerpo, gentilmente, cuidadosamente, pero firmemente, de forma que quedo presionada contra el. Podia sentir cada uno de los musculos de el impresos sobre su cuerpo. Se quedo inerte, flexible, y derretida en el, una parte de el, atrapada por el fuego hasta anhelarle.

Isabella sintio la respiracion de el volverse mas dificil cuando se enterro mas cerca. Inmeditamente se aparto, mirandole.

– Dejeme ver -Bruscamente era totalmente eficiente, una Vernaducci, acostumbrada a dar ordenes y que se obedecieran-. Se que esta herido, y no voy a aceptar un no como respuesta. Soy muy testaruda.

– No es dificil creer eso, Isabella -dijo el sardonicamente-. Pero no es nada, un simple aranazo. Fui descuidado cuando debi prestar mas atencion.

Isabella le aparto lentamente la tunica del costado para exponer su piel desnuda. Jadeo ruidosamnete.

– Ha sido atacado por los leones -Le toco la piel con dedos temblorosos-. No se por que cree estar a salvo de ellos. Todo el mundo en el palazzo actua como si estuviera usted perfectamente a salvo de las bestias.

– Estoy a salvo de los leones -La voz de el fue un grunido cuando se dio media vuelta, volviendo a cubrir con la tunica las laceraciones.

– Dejeme atender las heridas. No parece como si estuviera a salvo. Pensaba en usted mientras vagaba por los salones, creyendo que si usted estaba realmente a salvo de los leones, entonces yo lo estaria tambien. Solo tenia que tener fe. Sarina me dejo una pocion que entumece, esta arriba -Le tomo la mano, entrelazando sus dedos con los de el-. Venga conmigo.

– Esto no es apropiado en absoluto -advirtio el, con un dejo de su sonrisa juvenil tocando su boca-. Mi reputacion quedara completamente destruida.

Las cejas de ella se alzaron.

– No habia notado que se preocupara por semejantes cosas. Pero tiene razon, por supuesto. El mundo podria pensar mal de usted. No podemos tenerlos susurrando rumores y chismorreando. Aun asi, debo atender las laceraciones, asi que supongo que no tengo mas eleccion que acceder a casarme con usted, asi su reputacion permanecera a salvo.

– Gracias por el sacrificio -dijo Nicolai solemnemente, pero sus ojos reian la broma.

– Tremendo sacrificio -corrigio ella-. Y eso no significa que de ningun modo haya perdonado su absurdo y muy grosero comportamiento.

Apesar de la ligereza de su tono, Nicolai oyo el tono soterrado de dolor. Apreto los dedos alrededor de los de ella, manteniendola junto a el.

– Solo pensaba en protegerte, Isabella, no en rechazarte. La mia famiglia tiene una historia de volverse contra sus amadas. No queria arriesgarme con tu vida, cara, asi que te envie lejos de mi. Soy peligroso, mucho mas peligroso de lo que posiblemente sabes -Atrajo la mano de ella a la calidez de sus labios, su toque fue suave sobre la piel-. Deberias estar enfadada conmigo por permitir que los leones te retengan aqui.

– ?Los leones? -repitio ella-. ?Cree que me estan obligando deliberadamente a permanecer dentro de su valle? -La calidez del aliento contra su piel la hizo estremecer de indefensa necesidad.

Nicolai mantuvo la mano de ella presionada contra sus labios, como si no pudiera soportar perder el contacto.

– Se que fueron ellos. Cambie de opinion casi inmediatamente una vez estuviste fuera de la vista. Ellos lo supieron. Siempre lo sapen. No soy noble y valiente. Si lo fuera, estarias a salvo y lejos de este lugar -Habia un trazo de amargura en su voz. Se froto la mano de ella a lo largo de la mandibula, una pequena caricia, cerrando los ojos por un momento y saboreando la sensacion y fragancia de ella.

Isabella se quedo en silencio durante un momento, dando vueltas a las palabras de el en su mente. Nicolai hablaba en serio. Temia por la vida de ella. Temia que de alguna forma el pudiera ser responsable de hacerla dano.

– ?Que historias de volverse contra sus amadas, Don DeMarco? -Su corazon estaba palpitando en el pecho, y saboreaba el miedo en su boca.

Las palabras cayeron en un vacio de silencio. Se quedo muy cerca de el, sintiendo el calor de su cuerpo. El pulgar de el rozo una caricia sobre el pulso que latia tan freneticamente en su muneca. Nicolai se movio, su postura protectora, irguiendose sobre ella, escudandola contra el eco de peligro que vibraba en el aire. La noche parecia enredarlos, envolverlos en un sudario de oscuridad.

– ?Nadie te ha obsequiado aun con historias de como recibi las cicatrices de mi cara? Creia que todos saltarian ante la oportunidad de contartelo -Un extrano retumbar emanaba de su garganta, en algun lugar entre un ronroneo y un grunido.

Isabella inclino la cabeza para mirarle. A la luz vacilante de las velas ardientes, podia ver sombras cruzando el costado izquierdo de la cara de el, ocultando las lineas dentadas grabadas profundamente en su piel. Levanto el brazo y gentilmente poso la mano sobre las cicatrices, su palma consoladora.

– No creo que note lo leal que le es su gente. Nadie ha repetido rumores, signore, no creo que lo hagan. Si quiere contarme como ocurrio, por favor hagalo, pero no creo que sea necesario.

Su mano cubrio la de ella, presionando su palma mas firmemente contra el. Sus largas pestanas, la unica cosa femenina en el, velo la pena en sus ojos ardientes.

– ?Por que tienes que ser tan hermosa? ?Tan buena? -Habia gran cantidad de desesperacion en su voz.

Ella sintio el dolor en el corazon de el como si fuera propio, y anhelo abrazarle, aliviar las pesadas cargas que no tenia esperanza de entender. Sin pensarlo conscientemente, apoyo su cuerpo contra el de el, sus pechos suaves y plenos presionando contra el pecho.

El gimio… lo oyo bastante claramente… su cuerpo se tenso.

Nicolai experimento una pesada y dolorosa necesidad que se arrastro por su riego sanguineo e invadio cada celula, cada musculo. Su brazo se deslizo alrededor de Isabella y la acerco aun mas, hasta que solo quedo la fina barrera de las ropas de ambos separandolos. Aun asi, no era lo suficientemente cerca. Los dedos de Nicolai se enredaron en su largo pelo, arrastrado su cabeza hacia tras para poder tomar posesion de su lujuriosa e invitadora boca. Enormemente fuerte, la aplasto contra el, intentando arrastrarse dentro del refugio de su indomable espiritu. Desando perderse en la perfeccion de su cuerpo suave.

El fuego corrio a traves de el hasta ella y vuelta, ardiendo tan caliente, tan rapido, que las llamas quedaron fuera de control. Su boca era ardiente con hambre, con necesidad, con un rabioso deseo casi mas alla de su comprension. Le tomo tan rapida y ferozmente que no estaba preparado para la primitiva lujuria que florecio profundamente dentro de el, estallando en una conflagracion cuando el sabor y fragancia de ella inundo sus sentidos.

Isabella reconocio el salvajismo alzandose en el, la terrible hambre y necesidad, cuando el beso se profundizo en dominacion masculina, tomando en vez de persuadir a su boca ignorante a responder. Ella se adentro con el en un mundo de pura sensalidad. Fue con el voluntariamente, deseando sentir su cuerpo duro y caliente contra el de ella. Deseando la enorme fuerza de sus brazos envolviendola firmemente. Emergio con el, calor con calor, su boca moviendose contra la de el. Podia sentir el pesado grosor de el presionado contra ella, y eso la excito en vez de alarmarla. Celebro como el puno de el se apretaba entre su pelo.

Inesperdamente, el anillo de el le arano el cuello, un afilado aguijon que la saco de la sedosa red de erotica pasion. Isabella dejo escapar un suave grito y alzo la cabeza, mirando a los ojos llameantes de el. Se toco el cuello, y sus dedos se separaron mojados de una delgada cinta de rojo.

Nicolai gruno y salto lejos de ella, un solo salto que le llevo profundamente al interior de las sombras. Su mirada era salvaje, turbulenta, sus ojos brillaban misteriosamente como los de una bestia. Con su pelo salvaje flotaba alrededor de el, y su impresionante tamano, daba la impresion de ser uno de los leones que rondaban sus tierras.

– Esto es peligroso, Isabella -Su voz fue brusca. Un grunido retumbo profundamente en su garganta, haciendole sonar indomable, peligroso-. No deberias estar aqui.

– No hay necesidad de preocuparse, signore -Isabella sonaba divertida ante la trepidacion de el-. No me comportaba de la forma propia de una dama en mi juventud, y el mio

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