cuando obtuve audiencia con usted, permanecio principalmente entre las sombras -rio suavemente-. Acechando. Creo que estaba acechando entre las sombras.

La dura expresion de el se suavizo, y sus ojos rieron ante la broma. Sus voces eran suaves en la noche. Como si de acuerdo mutuo ninguno quisiera despertar algo adormilado que era mejor dejar en paz. Como si, estando en su propio mundo, estuvieran encerrados juntos en la oscuridad y compartieran algo intangible.

– Puedo haber estado acechando, a falta de una palabra mejor. Adoro la noche. Incluso de nino sentia que me pertenecia. -Sus ojos ardieron sobre ella, llamas ambar brillando -La noche me pertenece, cara. Veo lo que otros no ven. La noche posee una belleza y fascinacion y, mas importante, una libertad que no pueden darme las horas diurnas. Estoy mas comodo en la noche.

El le estaba contando algo importante, pero ella era incapaz de captar el significado detras de sus palabras. Recordando huidizamente a Sarina llamandole nocturno, Isabella levanto la mirada hacia la perfeccion de sus rasgos masculinos.

– Es usted antinaturalmente guapo -observo criticamente, sin malicia -pero no parace saberlo. ?Por que se mantiene tan apartado? ?Es simplemente la costumbre en su castello? -Ella disfrutaba inmensamente de su compania y esperaba que continuara siendo un companero para ella.

Nicolai dudo, su primer momento de indecision. Se paso una mano por el pelo, su cuerpo se tambaleaba cuando alzo el brazo.

– Dejes conocer a las otras mujeres y empezar a aprender lo necesario para llevar el palazzo. No deseo una esposa solo de nombre. Espero que te tomes un interes activo en tu casa y sus gentes.

– Ayudaba a llevar las propiedades del mio padre, asi que ciertamente no tendre ningun problema en aprender a llevar este -Este esa diez veces mas grande que cualquiera que hubiera visto nunca, pero Sarina ya se mostraba amigable con ella, e Isabella estaba segura de que la mujer la ayudaria. Parecia una tarea intimidante, pero a Isabella le gustaban los desafios, y tenia confianza en sus propias habilidades. Alzo la barbilla mientras tocaba el borde de la tunica de el-. Esperaba que compartiriamos algunas comidas -Muy gentilmente le alzo la camisa para revelar las marcas de garras donde el leon habia cortado su piel-. Sujete esto -. Le cogio la muneca y presiono su palma contra la camisa para que la mantuviera en su lugar y lejos de las laceraciones.

Nicolai la estudio intensamente, las pupilas de sus ojos tan palidos eran luminosas en la oscuridad. Los dedos de ella le rozaban la piel gentilmente, consoladoramente, demorandose solo un poco demasiado. Su cuerpo entero se tenso, apreto y dolio de deseo. Su aliento quedo atascado en la garganta, y su sangre se caldeo hasta formar una charca fundida. Arranco la mirada de la cara de ella, de su tierna expresion. La forma en que le miraba era casi demasiado para soportarlo. Apreto los dientes con frustracion, y un grunido bajo escapo.

– Deberia haber insistido en enviarte lejos.

La mirada de ella salto a su cara.

– ?Por que? -La pregunta fue inflexible. Inocente. Demasiado confiada.

Eso le volvia loco.

– Porque quiero tenderte en la cama, en el suelo, en cualquier parte, y hacerte mia -Las palabras escaparon antes de poder detenerlas, antes de poderlas hacer retroceder. No sabia si habia querido sorprenderla o asustarla o advertirla.

– Oh -La simple palabra se escapo suavemente.

No sonaba sorprendida o asustada. Sonaba complacida. Vio la sonrisa que Isabella intentaba esconder.

Ella mantuvo la mirada pegada a las lacerciones de las costillas, que igualaban a las del costado izquierdo de su cara.

– ?Como se hizo esas marcas?

Nicolai dudo de nuevo, despues suspiro suavemente mientras se relajaba.

– Estaba jugando con uno de los leones, y fui un poco lento. -Ella le estaba volviendo del reves, y no estaba preparado para la intensidad de sus emociones. Donde antes habia querido que ella lo supiera todo, ahora siempremente queria que le desera mas que a la vida.

El estaba mintiendo. Isabella lo supo. Levanto la mirada a su cara seria. Era la primera vez que el le habia contado una mentira directa. Sus pestanas eran largas, oscuras y espesas, absolutamente raras con sus ojos brillantes, ardiendo con tan feroz intensidad. Fue amable meintras untaba el balsamo a lo largo de las laceraciones.

– Signor DeMarco, no me molesta el silencio, pero desapruebo las mentiras. Le pediria que reconsiderara mi peticion si vamos a casarnos…

– Vamos a casarnos, Isabella -Era una orden, pronunciada con completa autoridad.

– Asi va a ser asi, signore, entonces le pediria que se abstuviera de hablar si se siente inclinado a decirme una falsedad. Quiero que me prometa que al menos considerara mi peticion.

– Te dire esta verdad, Isabella -dijo el suavemente. El aire alrededor de ellos se inmovilizo, acumulando una poderosa carga. El peligro vibro entre ellos-. Al unico al que deberias temer esta de pie ante ti. Esto es cierto, una verdad absoluta. Presta atencion a mi advertencia, cara. Nunca confies en mi, ni por un solo momento, si valoras tu vida.

Isabella temia moverse. Temia hablar. El creia cada palabra que habia pronunciado. Habia amenaza en su voz. Y pesar. Y arrepentimiento. Pero mas que ninguna de esas cosas, alli estaba el anillo de verdad.

CAPITULO 7

Todos la estaban observando. Isabella intento no prestar atencion al principio, pero mientras Sarina le daba una vuelta por el palazzo, fue haciendose mas consciente de las miradas encubiertas y los susurros que la seguian de habitacion en habitacion. La atmosfera en la propiedad DeMarco era diferente a cualquier otra en la que ella hubiera estado, y decidio que era la genta la que marcaba la diferencia. Eran los sirvientes sobre todo, puliendo cada habitacion hasta que brillaba, pero haciendolo como si fueran los propietarios del palazzo. Su lealtad al don era profunda y parecia arraigada en cada hombre, mujer y nino que veia. La estudiaban intensamente. Ansiosamente. Cada uno de ellos hizo un alto para dedicarle una palabra de animo, algun cumplido al don. Dejaban claro que estaban ansiosos porque se quedara en el valle y se casara con su don. Isabella noto que se sonreian los unos a los otros, y todos parecian muy unidos. El castello debia haber sido un lugar feliz, pero, con su extrema sensibilidad, ella sentia una corriente subyacente de ansiedad.

Una sombra se erguia sobre toda la propiedad. Una ansiedad que acechaba justo bajo la superficie de aparente felicidad. Ojos que se deslizaban lejos de ella, ocultando secretos y trazos de miedo. Mientras atravesaba los grandes salones, las sospechas empezaron a penetrar por sus poros y empapar su corazon y alma. Era insidiosa, una diminuta alarma el principio, pero crecio y se extendio como un monstruo de desconfianza hasta que incluso Sarina dejo de parecer una aliada, sino mas bien una enemiga.

Isabella tomo un profundo aliento e hizo un alto, tirando de Sarina.

– Para un momento. Me siento enferma. Necesito sentarme -Le daba vueltas la cabeza, haciendole imposible pensar con claridad. Parecia estar extranamente de mal humor, deseando estallar con agitacion contra cualquiera que estuviera cerca de ella. Estaban cerca de un hueco de escalera, e Isabella se sento graciosamente en el escalon de abajo, presionandose las manos sobre las sienes latentes, intentando detener la rastrera enfermedad de desconfianza y sospecha.

Al momento el ama de llaves se detuvo e inclino sobre ella solicitamente.

– ?Es su espalda? ?Necesita descansar? Scusi, piccola, me he apresurado a llevarla por el palazzo. Es demasiado grande, y queria que lo conociera todo para que asi se sintiera mas comoda. Debi haber sido mas cuidadosa, pero es tan facil perderse aqui -Acaricio el pelo de Isabella hacia atras con una mano gentil-. Debo hacerselo saber a Don DeMarco al momento. Ha arreglado que las esposas de Rolando Bartolmei y Sergio Drannacia se encontraran con usted hoy. Desea que tenga amigas y se sienta comoda aqui. Esta es su nueva casa, y todos queremos que se sienta bienvenida.

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