con facilidad abrir los ojos de par en par inocentemente-. Me han hecho sentir como en casa. Se que sere feliz qui.

Sarina le lanzo una sonrisa encubierta mientras colocaba una bandeja de galletas sobre la mesa. El ama de llaves se desvanecio discretamente a segundo plano, dejando que Isabella se defendiera sola.

Apesar de su juventud, Isabella habia estado en situaciones similares antes. Violante Drannacia era una mujer que se sentia amenazada. Estaba decidida a mantener su posicion, real o imaginaria, deseando mantener el control sobre las otras mujeres del palazzo. Tambien se sentia insegura de su marido y compelida a advertir a cualquier competidora. Isabella conocia bien las senales.

Violante se atuso el pelo, pareciendo superior y sabedora. Obviamente intimidaba facilmente a Theresa. Se inclino acercandose a Isabella y miro cautelosamente alrededor de la habitacion.

– ?No has oido la leyenda?

– Una historia fascinante. No puedo esperar para contarsela a mis hijos en una noche oscura y tormentosa - improviso Isabella. ?Que leyenda? se pregunto.

– ?Como puedes soportar mirarle? -pregunto Violante, con mirada desafiante.

La sonrisa decayo en los ojos oscuros de Isabella. Se puso en pie, su joven cara arrogante.

– No cometa el error de olvidarse de si misma, Signora Drannacia. Puede que yo aun no sea la senora aqui, pero lo sere. No permitire que se difame a Nicolai de ningun modo. Yo le encuentro guapo y encantador. Si no puede usted soportar la vision de las cicatrices de su cara, cicatrices de un ataque horrible, le pediria que no visitara nuestra casa.

Violante se puso palida. Se presiono una mano sobre el pecho como si su corazon hubiera revoloteado ante el ataque.

– Signorina, me ha malinterpretado completamente. Es imposible notar las cicatrices cuando se nos ha ensenado a no mirarle. Usted no es de este valle -Tomo un sorbo de te, sus ojos brillanban mientras examinaba la cara de Isabella-. Es innato en nosotros no mirarle directamente, por supuesto.

Requirio una gran cantidad de esfuerzo, pero Isabella mantuvo la compostura. Las mujeres sabian cosas que ella no, pero no daria ventaja a Violante Drannacia haciendole preguntas personales concernientes al don o el palazzo.

– Que afortunada soy -mantuvo una sonrisa en su cara mientras se giraba hacia Theresa-. ?Puedo preguntale cuanto tiempo lleva casada, Signora Bartolmei? -Estaba secretamente complacida porque la mujer mas joven habia palidecido ante el comportamiento de Violante.

– Theresa -corrigo la esposa del Capitan Bartolmei-. Solo un corto tiempo. Siempre he vivido en el valle, pero no en la hacienda. Mi famiglia tiene una gran granja. Conoci Rolando cuando el estaba de caza-. Un sonrojo subio por su cuello ante el recuerdo o la admision.

– ?Los leones no molestaban tu granja? -pregunto Isabella.

Theresa sacudio la cabeza.

– Nunca habia visto uno hasta que vine aqui al palazzo. -Una sombra cruzo su cara, y se retorcio los dedos nerviosamente-. Los oiamos, por supuesto, en la granja, pero nunca vi uno en todos los anos de mi vida.

– Theresa teme que uno se la pueda zampar -aporto Violante.

Isabella rio ligeramente, acercandose a Theresa.

– Creo que eso muestra sentido comun, Theresa. Yo tambien preferiria evitar que me zamparan. ?Has visto un leon de cerca, Violante? No tenia ni idea de que fueran tan enormes. Sus cabezas son inmensas, creo que nosotras tres cabriamos en la boca de uno.

– Bueno -Violante se estremecio-. Una vez vi uno de cerca. Sergio estaba patrullando por el valle, y se detuvo cerca de nuestra casa para llevarme a dar un paseo. Creiamos estar solos. Nunca oimos ni un sonido. Simplemente nos topamos con el. -Lanzo una mirada timida a Theresa-. Empece a gritar, pero Sergio me puso una mano sobre la boca asi que no pude pronunciar ni un sonido. Me aterraba que me comiera alli mismo.

Las tres mujeres se miraron las unas a las otras, despues estallaron en carcajadas. Theresa se relajo visiblemente. Violante tomo un sorbo de te, arreglandoselas para parecer regia.

– ?Que estas haciendo sobre esta boda tuya, Isabella? ?Puedo llamarte Isabella?

– Por favor hazlo. La boda -Isabella suspiro-. No tengo ni idea. Don DeMarco la anuncio, y eso fue lo ultimo que oi. Ni siquera se cuando tendra lugar. ?Como fue tu boda?

Violante suspiro ante el recuerdo feliz.

– Fue el dia mas hermoso de mi vida. Todo fue perfecto. El tiempo, el vestido, Sergio tan guapo. Todo el que era importante estaba alli -dudo-. Bueno, con la excepcion de Don DeMarco. Se encontro con Sergio de antemano y nos entrego un magnifico regalo de bodas. Seguro que la costurera ha empezado tu vestido. Debe apresurarse -palmeo la mano de Isabella-. Nos encantara ayudar a planearla, si la tua madre no esta disponible, ?verdad, Theresa?

Theresa asinto ansiosamente.

– Seria divertido.

– Don DeMarco sabe que no tengo famiglia aparte del mio fratello, Lucca. El esta bastante enfermo, asi que dificilmente podria planear una boda. He perdido a mis dos padres.

– Hablare con Sarina y vere que se esta haciendo -dijo Violante firmemente-. No podemos dejar los detalles a Don DeMarco, cuando esta tan ocupado. Eso nos dara una excusa para visitarte con frecuencia.

– No necesitareis una excusa -respondio Isabella-. Nuestras tres casas estan conectadas y siempre lo estaran, trayendo a nuestra gente y al valle prosperidad. Espero que las tres nos convirtamos en amigas muy cercanas. ?Como fue tu boda, Theresa? -La joven parecia perputuamente nerviosa, e Isabella quiso darle un respiro.

Theresa sonrio ampliamente hacia ella.

– Fue preciosa, y Rolando era el mas guapo. Nos casamos en la Santa Iglesia, por supuesto, pero despues bailamos toda la noche bajo las estrellas.

– Scusi, Signorina Vernaducci -Sarina interrumpio con una ligera reverenca-. Debo ocuparme de un problema en la cocina.

– Nos las arreglaremos, Sarina, grazie -la tranquilizo Isabella y saludo la salida de su unica aliada. Se volvio otra vez hacia las dos mujeres, decidida a intentar hacer amigos-. Eso suena maravilloso, Theresa. Supongo que tus padres la planearon para ti.

– Si, con Don DeMarco -dio Theresa, pareciendo de nuevo intranquila.

El estomago de Isabella dio un curioso vuelco, poniendola instantaneamente en guardia. Mientras las dos mujeres continuaban charlando, examino suspicazmente la habitacion. Ya no estaban solas; algo se habia unido a ellas. Era sutil, la efusion de retorcida malicia derramandose en la habitacion.

Isabella suspiro. Habia sido una larga tarde. Seguia la conversacion, pero era dificil, ya que Theresa parecia a punto de desmayarse cuando se mencionaba a Nicolai, y Violante parecia querer desdenar cada nuevo tema con desprecio. Isabella se sintio secretamente aliviada cuando los capitanes volvieron para reclamar a sus esposas.

Theresa recogio ansiosamente sus cosas, colocandose los guantes, y levantandose con prisa, ganandose un ceno de su marido.

– ?Deberia escoltarla de vuelta a su habitacion? -ofrecio el Capitan Drannacia a Isabella solicitamente, su mano descansaba sobre el respaldo de la silla de su esposa.

Isabella levanto la vista a tiempo para ver el miedo y la sospecha en la cara de Violante. La mujer encubrio su reaccion levantandose graciosamente y sonriendo hacia Isabella.

– Ha sido un gran placer. Espero que podamos repetirlo pronto.

– Asi lo espero yo tambien -le aseguro Isabella-. Grazie, Capitan Drannacia, pero no tengo necesidad de una escolta.

– Tendremos que volver pronto si vamos a ayudar con la boda -le recordo Theresa-. Realmente me ha encantado conocerte, Isabella. Por favor ven a mi casa alguna vez tambien -Anadio timidamente-. A tomar el te.

Isabella le sonrio.

– Eso me encantaria. Muchas gracias a las dos por venir a verme.

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