pagaremos sus muchas amabilidades.

– Lo hare, -dijo Dantel incondicionalmente, haciendose el importante. Extendio el brazo en busca de la mano de su madre-. Llamame cuando me necesites, Sarina, y vendre de inmediato.

Isabella y Brigita se extendieron hacia Sarina y Betto al mismo tiempo, ayudando a la pareja a ponerse en pie. Cuando Betto se tambaleo, todavia abrazando a su mujer firmemente, Isabella sintio nuevamente la presencia de la oscura y malevola entidad. Sintio una oleada de veneno, de odio concentrado dirigido solamente hacia ella. Presionandose una mano sobre su seccion media, Isabella giro la cabeza hacia la entrada de la habitacion, levantando la mirada al el techo como si realmente pudiera ver a su enemigo.

Brigita y Dantel dieron tres pasos hacia la amplia entrada de la habitacion. Isabella salto tras ellos, su advertencia muriendo en los labios. Llego demasiado tarde. La bestia estaba agazapada en el gran salon, con los ojos fijos sobre madre e hijo, una mueca en su cara, y la punta de su cola sacudiendose mientras yacia emboscado.

Era un leon enorme, con una magnifica melena que rodeaba la enorme cabeza y caia hacia abajo por su espalda, envolviendose alrededor de su barriga.

Varios de los sirvientes gritaron. Algunos corrieron de vuelta al interior de la enorme habitacion e intentaron ocultarse tras el mobiliario, mientras otros se quedaban congelados y empezaban a rezar en voz alta. Inmediatamente Isabella sintio la oleada de regocijo, de poder. Dos de los hombres cogieron espadas que colgaban de la pared, armandose y manteniendo su posicion reluctantemente. Parecian absurdos, una defensa penosa contra un enemigo tan poderoso.

– ?Alto! -siseo Isabella. -?Todos, quedaos en silencio! Manteneos perfectamente inmoviles. -Empezo a moverse muy lentamente, abriendose paso centimetro a centimetro alrededor de Sarina y Betto, ignorandolos cuando ambos hicieron ademan de agarrarla del brazo para detenerla.

Isabella estaba temblando violentamente, pero sabia que no importaria en que parte de la habitacion estaba si la bestia decidia atacar. El leon era capaz de comerse a todos los que estaban alli. Su velocidad era indiscutible. Era enorme, invencible. Las dos espadas eran armas ridiculas contra el animal con sus grandes dientes y sus afiladas garras. No tenia ni idea de cuales eran sus planes, solo que algo en el fondo de su corazon y alma la empujaba hacia adelante.

Isabella inserto su cuerpo entre el leon y su presa. La mirada del leon se fijo inmediatamente en ella. Le sostuvo la mirada. En el momento en que sus ojos se encontraron, la comprension la golpeo como un puno. Dos entidades le devolvian la mirada a traves de los ojos del leon. Una era indomable y confusa, la otra hostil y enfurecida. Estrecho su foco, decidida a mantener inmovil al leon e ignorar al terror innombrable que ardia en sus ojos.

– Sarina, ve a buscar a Don DeMarco -mantuvo la voz baja y consoladora. Esta titubeo apesar de su determinacion a mantener la calma-. Si valoras la vida de los que estamos aqui, muevete muy lentamente hasta que atravieses la habitacion. Yo retendre la atencion del leon, y tu ve a la otra entrada. Una vez estes fuera, apresurate.

La mano de Sarina se extendio como si pensara que podria arrastrar a Isabella de vuelta a la seguridad. Betto tomo los dedos temblorosos y los apreto tranquilizadoramente. Ninguno de los otros sirvientes se movio, nadie emitio ni un sonido, nadie parecia respirar.

Isabella no giro la cabeza para ver si Sarina habia hecho lo que le habia pedido; tenia que creer que el ama de llaves encontraria el coraje para hacer lo que le habia pedido. No se atrevia a romper el contacto visual con el leon. La gran bestia se estremecia con la necesidad de saltar sobre ella, de rasgar y desgarrar, de hundir los dientes profundamente en su carne y oir el satisfactorio crujido de sus huesos. Fue solo la mirada concentrad de Isabella lo que evito que el animal atacara.

La necesidad de matar del leon era tan grande que Isabella podia sentirla profundamente dentro de su propio corazon. El conflicto dentro del animal era tan considerable que sintio pena por el, una punzada dolorida en contraste con el terror que emanaba dentro de ela. Se nego a parpadear, se nego a dar la espalda, tanto por el destino de la bestia como por su propia vida. Estaba confuso y luchaba consigo mismo mientras la oleada de oscuro poder empujaba hacia el instinto continuamente, urgiendole a matr. Matar a Isabella. Matar a todo el mundo.

El leon se estremecio de nuevo, un terrible temblor, y se arrastro hacia Isabella, con la barriga en tierra, los ojos enfocados en ella, fijos y directos. Los musculos tensos se ondearon a lo largo de su cuerpo macizo. La saliva goteo de sus enormes colmillos cuando gruno hacia ella, una advertencia, casi una suplica, un oscuro desafio. El aliento de la bestia era caliente sobre su cuerpo, pero ella no movio ni un musculo.

Tras ella, los sirvientes se movieron con panico, dispuestos a correr, pero Betto los detuvo con una mano imperiosa alzada y un rapida sacudida de la cabeza. Cualquier movimiento o ruido subito podia disponer al leon a atacar. Isabella podia sentir las diminutas gotas de sudor corriendo por el valle entre sus pechos. El corazon le palpitaba en los oidos. Saboreo el miedo en su boca. Sus rodillas amenazaron con ceder, pero mantuvo su posicion, mirando a los brillantes y redondos ojos, decidida a no correr. Su boca estaba tan seca que no estaba segura de si podria hablar si tuviera que hacerlo. El animal era enorme, estaba tan cerca de ella que podia ver las variaciones de su pelaje, plata, negro y marron entretejidos tan firmemente que aparecia ser de un negro sedoso. Podia ver pestanas, bigotes, dos cicatrices profundamente acuchilladas en el gigantesco morro.

– Estoy contigo, Isabella. No tengas miedo -La voz era suave, casi sensual. Nicolai se acerco lentamente, cuidadosamente al costado de Isabella. Su mano envolvio la de ella, apretandose alrededor de sus dedos, conectandolos fisicamente. Isabella no se atrevia a apartar la mirada del leon, pero incluso asi, supo que Nicolai estaba observando intensamente a la bestia, sus ojos ambar llameaban con furia, concentrandose en sujetar a la criatura en su lugar. Casi podia sentir como el empezaba lentamente, esforzadamente, a imponer su voluntad al animal.

Isabella lucho junto a el, entendiendo la batalla como no podia hacerlo ningun otro en la habitacion. Entendio entonces la inmensa concentracion y enfoque que requeria a Nicolai comunicarse y controlar lo indomable. Los leones no eran dociles ni estaban domesticados, no eran mascotas, eran animales salvajes que tenian que cazar presas y vivir lejos de la sociedad humana. Para evitar que siguieran sus instintos naturales, Nicolai utilizaba una tremenda cantidad de energia todo el tiempo. El era de algun modo parte de ellos, unido a ellos, y los leones le consideraban el lider de su manada.

El leon queria obedecer. La criatura parecia estar luchando en alguna batalla interna. Isabella continuo mirando fijamente a esos ojos, su naturaleza compasiva se extendio hacia el enorme felino. Sintio su propia fuerza inundando a Nicolai. El parecia enormemente poderoso. Podia sentir su cuerpo cerca del propio, vibrando a causa de la tension, del esfuerzo. Isabella comenzo a sentir un extrano afecto por el leon, casi como si no pudiera separar a Nicolai de la bestia. Su expresion se suavizo, y su boca se curvo.

Supo en el momento exacto en que la mancha de retorcido poder fue derrotada y se retiro, dejando al infortunado leon para enfrentar solo a Nicolai. Ella sintio la retirada del odio negro, sintio la oscuridad saliendo de su mente, y entonces la habitacion quedo vacia de malicia. Normal. Todavia estaba cargada de tension, el olor del miedo, pero nada alimentaba las intensas emociones con rabia y odio. Isabella comenzo a respirar de nuevo, y su cuerpo temblo en reaccion.

El leon agacho la cabeza, se giro, y se alejo silenciosamente corredor abajo hacia las escaleras que conducian a las regiones mas bajas del castello. Isabella estallo en lagrimas. Le dio la espalda al don, a los sirvientes, con toda intencion de precipitarse a la privacidad de su dormitorio, pero sus piernas se negaron a llevarla a ninguna parte.

Los fuertes brazos de Nicolai la aplastaron contra el, envolviendola, protectoramente. Enterro la cara en el abundante pelo de ella.

– ?En que estabas pensando? No deberias haberte acercado a ese leon. Algo iba mal con el… ?No pudiste verlo?

La estaba manteniendo virtualmente en pie. Si la hubiera soltado, Isabella se hubiera derrumbado sobre el suelo en un monton. Enterro la cara en la camisa de el, intentando contener los sollozos que la sacudian de la cabeza a los pies. Ahora que el peligro inmediato habia pasado, se estaba cayendo a pedazos. No importaba cuanto se amonestara a si misma para dejar de llorar y no humillarse ante los sirvientes, Isabella continuaba llorando y temblando. Se aferro a el, una ancla de seguridad en un mundo de peligro.

– ?Que esta pasando aqui? -La voz de Nicolai fue imperiosa, exigente.

El repentino silencio penetro en la casi histeria de Isabella, y espio mas alla de Don

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