DeMarco para observar a los demas ocupantes de la habitacion. Los sirvientes estaban en silencio, intranquilos, mirando fijamente al suelo, al techo, al salon. Mirando a cualquier parte excepto a su
Eso fue suficiente para detener el flujo de lagrimas indeseadas. Isabella quiso sacudirlos a todos ellos. Nicolai DeMarco acababa de salvar sus vidas, pero ellos ni siquiera le miraban. Aparto la cara, sus dedos se entrelazaron firmemente con los de el, su postura era protectora, su mirada furiosa y acusadora cuando se fijo en Sarina.
Sarina suspiro suavemente e hizo un esfuerzo visible para endurecerse a si misma antes de mirar completamente a la cara de
– ?Nicolai! -Fue tanta su sorpresa que se mostro tan familiar como para llamarle por su nombre.
Betto levanto la mirada instantaneamente, presignandose, y una sonrisa tiro de su boca.
–
Isabella estaba confusa. Sarina y Betto miraban a Don DeMarco como si no le hubieran visto nunca antes. Las lagrimas brillaban en los ojos de Sarina.
– Miradle -animo a los otros sirvientes-. Mirad a Don DeMarco.
Isabella giro la cabeza para mirarle. A ella le parecia el mismo, un modelo esculpido de belleza masculina incluso con las cuatro cicatrices que solo parecian definir su valor. Era el epitome de fuerza y poder. ?Nadie entre su gente habia notado lo realmente guapo que era? ?Ninguno de ellos podia ver su integridad? ?Su honor? Estaban tan claro a la vista, sin misterio, un hombre dispuesto a llevar cargas y proteger a los demas. Seguramente no eran todos tan mezquinos como para que las cicatrices les hicieran imposible mirarle de frente. Isabella creia que estas daban al
El bajo murmullo de sorpresa hizo que Isabella se diera media vuelta para enfrentar a los sirvientes. Algunos se presignaban. Algunos lloraban. Todos miraban a Nicolai como si fuera un desconocido, pero estaban sonriendole, con ojos brillantes y sonrisas felices. No tenia sentido, y hacia sentir incomodo a
Quizas en su juventud todos habian pensado que era notablemente guapo, y ahora, a causa de sus cicatrices, evitaban mirarle. Por supuesto que le entristecia y avergonzaba ser el centro de semejante atencion. Isabella solo deseaba reconfortarle. Le rodeo el cuello con sus esbeltos brazos, bajando la cabeza hasta la suya, y se puso de puntillas para que su boca pudiera alcanzarle el oido.
– Sacame de aqui, por favor, Nicolai.
El la cogio en brazos, levantandola como si no pesara mas que un nino. Por un momento se quedo quieto, con la inmovilidad de un depredador, su cara enterrada en el pelo de ella, y entonces se movio, poderosos musculos hinchandose bajo su ropa, su zancada silenciosa y segura mientras se deslizaba a traves de los largos salones hasta el dormitorio de ella.
Isabella sintio la boca sobre su cuello, los labios eran suave terciopelo, el roce de una carica, nada mas, pero una extrana necesidad se estaba enroscando en su cuerpo. Alzo la cabeza hacia el en flagrante invitacon, deseando la oleada de fuego, deseando apartarlo todo excepto la sensacion de el, su fragancia.
La boca encontro la suya instantaneamente, ardiente y posesiva. Su puno se enrredo entre el pelo de Isabella, tirando de su cabeza hacia atras mentras su pie pateaba la puerta cerrandola tras el, sellandolos lejos del resto de la casa.
– Pensaste con rapidez al pensar en evitar que el leon atacara, pero fue muy peligroso. No se como lo conseguiste, pero nunca debes volver a hacer semejante tonteria. Me aterrorizas con tu coraje. -La presiono contra una pared, su cuerpo duro contra el de ella. Nicolai la beso de nuevo, duro y salvaje, el hambre alzandose rapida y furiosamente-. Me aterrorizas -susurro contra la comisura de su boca.
Ella deslizo las manos atrevidamente bajo la tunica de el, deseando la sensacion de su piel. Su boca vago por la cara de Nicolai, por la garganta, avidamente, las llamas le atravesaban la sangre haciendo que pudiera pensar solo en el. Su fragancia, su sabor, su tacto.
Su boca capturo la de ella en un serie de besos largos, profundos y elementales, un fuego salvaje fuera de control. Nicolai le dio la vuelta y la dejo caer sobre la cama, un grunido bajo escapo del fondo de su garganta. El sonido solo le inflamo mas. Besarle no era suficiente. Nunca podria ser suficiente.
Los dientes le mordieron el labio, la barbilla, la linea lisa de su garganta. Nicolai la siguio hasta la cama, su cuerpo atrapando el de ella contra la colcha, duro, caliente y muy masculino. Podia sentir cada musculo impreso en ella, la gruesa y dura longitud de el, urgente y exigente. Cerro los ojos y se entrego al fuego de su boca, a la necesidad de su cuerpo y el hambre de su mente. Asi de rapidamente, parecieron rabiar fuera de control, incapaces de pensar coherentemente, solo de arder por el otro, de necesitar al otro. La lengua de el se arremolino en el hueco de su garganta, trazando un rastro de fuego hacia abajo hasta la hinchazon de sus pechos. Isabella jadeo cuando los dientes aranaron gentilmente, jugueteando sobre la piel sensible. El tiro del borde del escote de su blusa hasta soltarlo, proporcionandose acceso a la suave piel satinada. Empujo la tela lejos de los hombros, las yemas de sus dedos demorandose sobre la piel. No era suficiiente. Queria verla, necesitaba verla. Nicolai tiro de la blusa aun mas abajo hasta que los pechos quedaron completamente expuestos a el, empujando hacia adelante, sus pezones duros e invitarores al frescor del aire. La mirada de el era caliente, apreciativa, moviendose sobre ella con pura posesividad y puro deseo. Sus pechos eran lujuriosos, firmes, una invitacion a un mundo de excitacion donde nada mas podia alcanzarlos.
– Isabella -Respiro el nombre de ella suave y gentilmente, con reverencia. Tenia tanta necesidad de ella, justo en ese momento cuando ella le traia tanto terror y alegria. Su cabeza palpitaba de deseo; su cuerpo rugia pidiendo alivio-. No puedo pensar en nada mas que en hacerte mia-. Y no podia. Ni en su honor. Ni en el de ella. Ni en los leones, o la maldicion, o la respetabilidad. Necesitaba saborearla, enterrarse profundamente dentro de ella. Habia tanta pasion en ella, tanta vida. Demasiado coraje.
Un gemido escapo de su garganta, e inclino la cabeza hacia la lujuriosa oferta. Su pelo rozo la piel como un millar de lenguas, encerrandola en un mundo de sensaciones. Su boca, caliente y fuerte, se cerro sobre un pecho. Isabella jadeo de puro placer, un suave grito emergio de su garganta, su cuerpo se arqueo mas completamente contra el de el. Enredo los brazos alrededor del cuello de el y le acuno la cabeza mientras el succionaba, su lengua danzando, jugueteando y rozando caricias. Su boca empujaba fuertemente hasta que sintio la sensacion por todas partes, un calor liquido ardio bajo, acumulandose, anhelando, impacientandose con su vestido, y simplemente arrancandolo de su cuerpo, tirandolo a un lado, exponiendola mas completamente a el.
– ?Nicolai! -Su mirada salto a la cara de el.
Fue una pequena protesta, pero la mano de el habia encontrado su muslo, estaba acariciando su piel, moviendose hacia arriba para empujar firmemente entre sus piernas. Encontro su humeda invitacion y presiono la palma contra ella. Sosteniendo su mirada, se llevo deliberadamente la palma a la boca y la saboreo.
Los ojos de ella se abrieron de par en par con sorpresa. Su cuerpo ardio. Un calor liquido humedecio los apretados rizos entre sus piernas, y se movio intranquilamente.
– ?Que estas haciendo? -Fuera lo que fuera, no queria que parara.
– Cualquier cosa que desee -respondio el suavemente-. Cualquier cosa que desees. -Nicolai inclino la cabeza otra vez, esta vez hasta la parte inferior de su pecho, su lengua trazo las costillas. Su mano le acaricio la pierna mientras lo hacia, moviendose hacia arriba para rozar los apretados rizos. Lentamente empujo un dedo en la apretada entrada, observandole la cara, su pelo sobre el estomago suave, su lengua arremolinandose en su ombligo.
El cuerpo de ella se apreto firmemente alrededor de su dedo, los musculos se tensaron con fuerza, y su cuerpo se sacudio con la necesidad de montarla.
Ella alzaba las caderas para encontrar los dedos que empujaban profundamente en su interior. Esto era obra suya, este pequeno acto deshinibido. Ella era tan sensual, tan sexy y natural, su propio deseo le consumia. Nicolai oia un rugido en sus oidos. La cabeza le palpitaba, su cuerpo estaba tan duro e incomodo que no podia pensar en nada mas que en tomarla.
– Pienso en ti cuando estoy tendido en mi cama, y mi cuerpo esta asi de duro. -Tomo la mano de ella y la llevo a la delantera de sus calzones-. Mi siento en mi escritorio y pienso en ti, y me haces esto. No puedo caminar ni comer ni siquiera sonar sin esta dolorosa necesidad. Sacame de esta miseria,
