valle. Isabella la ha despertado… no me digas que no la has sentido… y deberia protegersela todo el tiempo. Pero tu la dejas sola.

– Nadie mas que tu se atreveria a desafiarme, Francesca.

Francesca entrecerro los ojos y alzo la barbilla.

– Esto es pura arrogancia. No revisas nuestra historia, no reconoces a los ancestros, porque quieres creer que lo controlas todo en este valle, pero tu y yo sabemos que no es asi.

– Oli nuestra sangre en la ciudad, Francesca.

Isabella encontro la acusacion suavemente pronunciada de Nicolai, la frialdad de su tono, mucho mas intimidatoria que su ardiente temperamento.

– ?Puedes convertirte en la bestia, Francesca? -Isabella estaba luchando por asumirlo, recordando tambien la voz femenina conduciendola escaleras arriba por el palazzo hasta el balcon, recordando que casi habia muerto.

– Por supuesto. Soy una DeMarco. ?Por que no iba a ser capaz de convertirme en el leon? Es mi derecho de nacimiento al igual que mi maldicion. No le dejes enganarte, Isabella. El abraza su legado al igual que yo. ?Que crees que mantiene nuestro valle y a nuestra gente a salvo de intrusos? -Inclino la cabeza a un lado y dirigio una fria mirada a la cara palida de Isabella-. Dime, ?que es una vida, la vida de una mujer, una intrusa, en comparacion con regir todo esto? -Abrio los brazos ampliamente para abarcar el valle entero.

– Suficiente, Francesca. Ahora dejanos. Espero verte esta tarde en mis habitaciones. -La voz de Nicolai fue un latigo de exigencia.

– ?Que? -Desafiante hasta el final, Francesca alzo una ceja-. ?Nada de torre para tu hermana loca, Nicolai? Que amable por tu parte -Volvio a mirar hacia Isabella-. Conoce a tus enemigos, Isabella. Ese es mi consejo para ti. Estas rodeada de ellos -Francesca se dio la vuelta y se fue, utilizando el pasadizo para realizar su escapada.

Isabella gimio suavemente y se cubrio la cara con las manos.

– Vete, Nicolai. Vete tu tambien. No quiero ver a ninguno de los dos.

– No esta vez, cara mia -dijo el tiernamente-. No vas a despacharme. -Tiro del cuerpo de ella que se resistia hasta sus brazos y la sostuvo cerca, acariciandole el pelo, presionandole la cara contra su pecho mientras ella lloraba.

Ni siquiera sabia por que estaba llorando o por quien. Simplemente lloraba. ?Como podia encontrar solaz en los brazos de Nicolai cuando el era la mayor amenaza de todas para ella? Francesca habia dado en el blanco con su flecha envenenada. ?Que es una vida, la vida de una mujer, una intrusa, en comparacion con regir todo esto? Las palabras resonaban una y otra vez en su mente. Isabella habia ofrecido su vida a cambio de la de su hermano… y Nicolai necesitaba un heredero.

Nicolai alzo a Isabella en sus brazos y la acuno contra su pecho. Su ridiculo plan de mantenerla lejos de todo dano haciendola su amante era defectuoso. Los leones sabian que ella era su autentica novia. El sabia que ella era su autentica novia. La maldicion ya estaba en funcionamiento. La entidad habia despertado a su llegada, igual que habia hecho a la llegada de su madre.

Supiro suavemente, se sento en una silla, y froto su barbilla sombreada sobre la coronilla de ella.

– No es cierto, sabes. Lo que te dijo Francesca. No planee aprovecharme de ti, esperando intercambiar tu vida por la de Lucca. Intente mantenerte lejos del valle. Habia oido hablar de ti muchas veces, de tu coraje y tu pasion por la vida. Sabia que serias tu -Su dedos le acariciaban la piel, trazandole la boca-. Francesca no esta muy cuerda, Isabella. Corre salvaje, como siempre ha hecho, y ninguno de nosotros ha tenido el corazon para obligarla a comportarse.

– ? Por que no me hablaste de Francesca? -Sonaba desamparada, vulnerable. Enterro la cara contra su cuello, las lagrimas le empaparon la piel, tirando de las fibras de su corazon.

– Francesca es diferente. Nadie habla de ella. No hablan de su don y la forma en que es visto como un leon mas de lo que hablan de mi hermana y su extrano comportamiento. Deberia haberte contado, aunque sea innato en mi no hacerlo. Para ser del todo honesto, senti que ya tenias suficiente haciendo frente al hecho que tu prometido sea una bestia por el momento. No necesitaba spreocuparte por mi hermana medio-loca.

Ella alzo la cara para examinar los ojos dorados de el, sus largas pestanas cubiertas de lagrimas.

– Usted, signore -dijo arrogantemente- ya no es mi prometido. Y he hablado con Francesca casi cada noche desde mi llegada, pero no he visto senales de locura. Ella es diferente, joven, y obviamente necesitada de guia, ?pero que te hace creer que esta loca? ?Su habilidad para hablar con los 'otros'? Porque, francamente, Nicolai, no creo que eso sea mas dificil de creer que tu aparicion como una bestia.

El movimiento de las caderas de ella sobre su regazo le causaba un dolor pulsante, su cuerpo se endurecio apesar de su resolucion.

– Deja de moverte, belleza. No estas del todo a salvo de mi con nada entre nosotros aparte de ese camison.

Ella sintio la reaccion de su cuerpo, la forma en que crecia grueso y duro, presionando firmemente contra sus nalgas. Su corazon salto, su aliento se detuvo en los pulmoneses. El deseo comenzo a acumularse, un dulce dolor que provocaba que sus pechos, firmemente presionados contra los pesados musculos de el, hormiguearan de expectacion. Decididamente aparto la mirada del hambre que llameaba en los ojos de el.

– Deberias haberme hablado de Francesca, Nicolai.

Las manos de el empezaron a trazar lentos y perezosos circulos sobre su espalda.

– Si, deberia, cara, pero nunca se me ocurrio que ella pudiera ser peligrosa para ti -El calor llameo entre ellos, ardiendo a traves del encaje del camison. -Francesca era solo un bebe, cinco veranos, cuando la mia madre fue asesinada -Su mano se hundio mas abajo, frotandole las nalgas, sus dedos amasandole la carne.

– Ella tambien estaba alli, ?verdad? -supuso Isabella, su corazon fue inmediatamente hacia Francesca- Ella lo vio. Vio a su padre matar a su madre-. Le mantuvo cerca, deseando consolarle, necesitando aliviar el recuerdo de esa terrible noche. Sus brazos le rodearon el cuello, sus dedos se enredaron entre la espesa seda del pelo.

Nicolai asintio.

– Fue Francesca quien llamo a los leones para salvar mi vida. Y ella cambio al igual que yo. -Se toco las cicatrices dentadas de la cara-. Esta marcada por dentro, donde nadie puede verlo. No hablo, no lloro o hizo un sonido durante anos. No se acercaba a ninguno de nosotros, ni siquiera a mi. Se sentaba en una habitacion conmigo, pero no me dejaba tocarla. -El dolor ataba su voz. Su mano se deslizo hacia arriba por la espalda de Isabella hasta la nuca.

– ?Y crees que es porque tenia miedo de que la mataras, al igual que tu padre mato a tu madre? -Isabella se encontro buscando consolarle-. No entiendes a Francesca en absoluto, Nicolai. Ella te quiere mas que a nada o a nadie en el mundo. Esta en su voz cuando habla de ti. Si hizo lo que dices y me persiguio no fue porque deseara herirte a ti… o a mi. Hemos hablado de celos. Quizas estaba intentando decirme algo.

El presiono los labios sobre sus parpados; despues la boca vago sobre su sien y bajo su mejilla hasta la comisura de la boca.

– ?De que tendria que estar celosa? Nunca ha querido un lugar en la finca. No llevaria el palazzo o ayudaria a Sarina con los detalles de las tareas diaria mas de lo que se convertiria en soldado. Se niega incluso a considerar el matrimonio. Corre salvaje, y yo deberia haberle puesto freno hace ya tiempo.

Su boca estaba fragmentando sus pensamientos, mordisqueandole gentilmente la barbilla, endureciendo sus pezones a duros picos y provocando que le dolieran los pechos. Su lengua le dejaba caricias en la barbilla, dejando una llama que corria a lo largo de sus terminaciones nerviosas. Isabella se retorcio, incitandole a ser mas duro, a empujar firmemente contra ella. La boca de el vagaba desapresuradamente a lo largo de la esbelta columna de su cuello, su garganta.

– No puedes saber lo que es tocarte, Isabella, ser capaz de perderme en tu cuerpo. Saber que puedo darte semejante placer a cambio -Empujo la bata de su hombro, despues deslizo los dedos sobre el encaje de su camison de noche, haciendo que el corpino se deslizara hacia abajo para acumularse en su cintua.

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