Los ojos de ella se abrieron de par en par.
– ?Sabias que Rivellio estaba utilizando a Lucca como escudo para ganar la entrada al valle? ?Y se lo permites?
– Por supuesto. Era la unica forma de asegurarme de que el
– Yo crei que estabas dejando entrar a espias, no a un ejercito entero -dijo ella alarmada.
– Un ejercito no podria entrar en el paso sin mi conocimientos. Y una vez lo hiciera, estaria atrapado.
– ?Los acantilados son seguros? No pueden invadirnos desde esa direccion, ?verdad? -Estaba retorciendose las manos con tanta agitacion que el se las cubrio con sus propios largos dedos, dejando consoladoras caricias sobre sus nudillos.
– Asumo que ya tienen un espia en el valle, o no habrian intentado esa direccion. Hay una entrada, un tunel que serpentea a traves de la montana. Es un laberinto profundo bajo la tierra, pero si tienen un aliado, podrian tener una mapa mediocre.
– Si tienen un espia, saben de los leones y probablemente esten preparados para ellos tambien -senalo Isabella ansiosamente.
Estaba frencuendo el ceno, su cara tan aprensiva que Nicolai froto la linea entre las cejas oscuras con el yema del pulgar.
– Uno no puede prepararse para la vision de un leon, y ciertamente no en el calor de la batalla -Su voz era amable-.
Nicolai realmente sonaba como si lo estuviera esperando con ilusion, e Isabella le lanzo una mirada de reprimenda.
El extendio el brazo casualmente y la cogio por la nuca.
– Debo pedir que permanezcas dentro de los muros del
Ella asintio inmediatamente.
– Por supuesto, Nicolai. Pero me gustaria subir a las almenas para observar la aproximacion de Lucca.
– Yo no puedo estar contigo… soy necesario para controlar a los leones en presencia de extranos… pero no te aventures cerca del borde-. Inclino la cabeza y la beso. Lentamente. Gentilmente. Pausadamente. Su beso contenia calor y promesa, su lengua se deslizo a lo largo del labio inferior, savoreando, probando, hasta que ella abrio la boca para el.
Se estremecio de placer. Este florecio en su abdomen y se extendio, calor fundido que comenzo un lento ardor. Nicola alzo la cabeza reluctantemente, y bajo la mirada con evidente satisfaccion hacia sus ojos entrecerrados.
– Lo digo en serio,
– Sere cuidadosa -le prometio solemnemente, encontrando dificil encontrar su respiracion cuando el parecia robar el mismo aire a su alrededor.
El se inclino para tomar un ultimo beso demorado antes de girarse y alejarse a zancadas. Isabella le observo marchar, pensando en el como un hombre nacido para dominar, nacido para la batalla. poder y responsabiliad se aposentaban bien sobre sus amplios hombros. En el momento en que habia oido el nombre de
Isabella se apresuro a subir a las almenas, vagamente consciente de los dos hombres que la seguian como su sombra. Se paseo de aca para alla, esperando impacientemente. Algunas veces se detenia lo suficiente como para mirar hacia abajo al valle, rezando a la buena Madonna por un vistazo de los jinetes. Otras veces no podia quedarse quieta.
Un jinete solitario surgio a la vista en la distancia, casi parando su corazon. Se esforzo por identificarle mientras se acercaba. Montaba rapido, su caballo cubria el terreno en largas zancadas, con el jinete inclinado sobre el cuello. El aliento se le quedo atascado en la garganta con expectacion. Este era el jinete de cabeza, llegando a alertarlos. Este paso volando a traves del arco abierto del muro exterior, gritando a los guardias y la gente que esperaba. Al momento reino la conmocion, todo el mundo corria a toda prisa para terminar los preparativos finales para los visitantes.
Isabella se apresuro escaleras abajo y a traves del
Se encajo un puno sobre los labios y tenso los musculos para evitar correr hacia adelante. Sarina se deslizo junto a ella para proporcionarle consuelo.
Las ultimas pocas yardas antes de que los hombres traspasaran los muros exteriores a Isabella le parecieron toda una vida, pero se mantuvo en su sitio, habiendo visto a los soldados de Rivello esforzarse por captar vistazos del interior de la finca DeMarco. Estaban siendo conducidos lejos hacia la estructura maciza de las barracas, utilizadas para los soldados visitantes.
Cuando la partida atraveso el arco, Isabella se apresuro junto a su hermano, casi derribando a los guardias. Lucca intento levantarse de la litera para alcanzarla, y entonces le tuvo entre sus brazos, apretando con fuerza, abrumado por lo delgado que estaba. Su pelo oscuro estaba veteado de gris, su cara marcada y palida, el sudor humedecia su piel, aunque estaba temblando con estremecimientos febriles.
–
El cuerpo de el estaba delgado y temblaba, pero sus brazos la sostuvieron firmemente, y enterro la cara en su pelo.
– Isabella -dijo. Solo eso. Pero ella oyo su sollozo ahogado, el amor en su voz, y eso fue suficiente… valia la pena el peligro que habia afrontado.
Cuando una tos rompio su cuerpo, ella se echo hacia atras para mirarle. Vio las lagrimas banando sus ojos y le abrazo de nuevo antes de ayudarle gentilmente a recostarse hacia atras en la camilla.
– Por favor, cuidado con el -instruyo a los guardias. Despues se giro hacia el ama de llaves-. Quiero que le pongan en una habitacion cerca de la mia, Sarina. -Isabella apreto la mano de su hermano, y el aferro la de ella igual de firmemente.
–
Con lagrimas en los ojos, Isabella camino junto a la camilla, sus dedos entrelazados con los de Lucca.
La habitacion a la que le llevaron era mas masculina que la de ella. Un fuego crujia en el hogar, y consoladoras y aromaticas velas estaban tambien encendidas en la camara.
Dos de los hombres ayudaron cuidadosamente a Lucca a entrar en la cama. Al momento, el empezo a toser y sostenerse el pecho como si tuviera un gran dolor. Isabella miro ansiosamente a Sarina, aterrada de que pudiera perder a su hermano cuando finalmente habia regresado a ella.
Habian pasado casi dos anos desde que habia visto por ultima vez a Lucca. Dos anos desde que el la habia ayudado a montar en la grupa de su caballo y la habia enviado a huir con las joyas de su madre y los tesoros que pudieron recoger rapidamente. Habia sido advertido de que los hombres de Rivellio venia a por el, que el poderoso don pretendia robar sus tierras y hacer asesinar a Lucca o arrestarle y que se le llevara a isabella. Lucca habia enviado a Isabella a la ciudad vecina, donde unos amigos se ocuparon de ella mientras el era perseguido. En el momento en que oyo hablar de su captura, ella habia empezado a buscar la entrada a las tierras de