almacen. No estaba alli.
Sostuvo la linterna en alto, buscando por el suelo alrededor, intentando localizar el punto exacto donde el sirviente mas joven habia tropezado bruscamente con ella. La llave debia haberse deslizado de su falda cuando la envio tambaleando hacia atras.
Un torrente de inyectivas exploto en el umbral, llenas de odio y aterradoras. El corazon de Isabella salto, y se dio la vuelta para ver al joven sirviente, su cara retorcida por la malicia, cerrando la pesada puerta.
– ?No! -Isabella se abalanzo hacia el, su corazon palpitando de miedo. La puerta se cerro de golpe solidamente, aislandola del mundo exterior, aprisionandola dentro del enorme almacen sin calor y sin capa.
Colocando cuidadosamente la linterna en el suelo, Isabella intento empujar la pesada puerta. Estaba cerrada, el misterio de la llave perdida estaba resuelto. El sirviende debia ser un adepto en vaciar bolsillos y la habia extraido limpiamente cuando la habia golpeado. Se quedo muy quieta, temblando en el aire frio, consciente de lo humedos que estaban sus zapatos. Sus pies estaban congelados. Descanso la cabeza contra la puerta, cerrando los ojos brevemente con desmayo. La luz de la linterna lanzaba un circulo oscuro alrededor de ella pero no se extendia mas de unos escasos centimetros mas alla del ruedo de su vestido.
Tuvo miedo de moverse mas profundamente hacia el interior del almacen. Queria ser capaz de gritar pidiendo ayuda si oia a alguien cerca. El frio habia entrado a rastras en sus huesos, y era incapaz de detener sus indefensos estremecimientos. Frotandose las manos arriba y abajo por los brazos genero la ilusion de calidez pero poco mas. Se puso en pie, paseo de aca para alla, y movio los brazos, pero sus pies estaban tan frios que creyo que podrian hacerse pedazos.
Isabella se nego a entretenerse en la idea de que podia morir de frio. Nicola vendria a por ella. En el momento en que encontrara a su hermano con Francesca, en el momento en que viera su cama vacia, pondria la finca patas arriba buscandola, y la encontraria. Se aferro a ese conocimiento.
Evito deliberadamente mirar el negro y vacio espacio del edificio oscurecido. Producia una sensacion perturbadora, como si cientos de ojos la miraran desde el interior sombrio. Cada vez que su mirada saltaba inadvertidamente en esa direccion, las sombras se movian alarmantemente, y ella apartaba la mirada. Solo el silencio se extendia interminamente ante ella. Detestaba la falta de sonido, demasiado consciente del castaneteo de sus dientes y lo sola que estaba.
Un susurro de movimiento capto su atencion, y su corazon se inmovilizo. Se giro para atisvar la oscuridad. El ruido llego de nuevo. Una carrera apresurada de pies diminutos. Su corazon empezo a palpitar fuera de ritmo de terror. Acerco su mano a la linterna. Cuando sus dedos se cerraron alrededor de ella, alzo mas la luz, esperando ampliar el circulo de iluminacion.
Las vio entonces, un destello de cuerpos peludos corriendo a lo largo de los estantes. Su cuerpo entero se estremecio de horror. Detestaba las ratas. Podia ver sus ojos de abalorio mirandola fijamente. Las ratas deberian haberse alejado de la linterna, pero continuaban corriendo hacia ella.
Comprendio que estaban agitadas, espantadas por un depredador. Por aterradoras que fueran las ratas, lo que fuera que las asustaba lo era incluso mas. Las ratas se apresuraron alrededor de sus pies, escurriendose hacia un agujero que ella no podia ver. Chillo cuando las sintio rozar contra sus zapatos, sus tobillos, en su apresurado exodo. Isabella aferro la linterna y estudio el cavernoso interior, intentando perforar el velo de oscuridad para ver que habia hecho correr a las ratas en busca de seguridad.
Solo entonces se le ocurrio. Por mucho que detestara a las ratas, con grano y comida en el almacen, habia visto solo un punado de ellas. Deberia haber habido muchas, muchas mas. ?Donde estaban? Alzo mas alto la linterna, con la boca seca de miedo.
Un gato aullo. Un grito agudo como el de una mujer aterrada. Otro gato contesto. Despues otro. Tantos que Isabella temio que el edificio estuviera invadido de felinos. Se coloco la mano libre sobre una oreja para ahogar el creciente volumen de los gritos de los gatos. La linterna se balanceo precariamente, titilando y vacilando, y contuvo el aliento, temiendo que la llama se apagara. Cuando enderezo cuidadosamente la lampara, estallaron las luchas, los gatos se daban zarpazos unos a otros, un continuo aullido de animales muertos de hambre desesperados por comida.
Los gatos la asechaban, ojos brillantes en la oscuridad. Uno salto a los estantes sobre su cabeza, siseando y aranando el aire.
Aterrada, Isabella se presiono contra la puerta, intentando permanecer fuera del camino del animal. Con las orejas gachas en la cabeza, el gato gruno hacia ella, exponiendo largas y afiladas garras y dientes puntiagudos. Aunque penosamente pequeno en comparacion con un leon, el animal era todavia peligroso. El gato siseo y escupio, con ojos fieros. Sin previo aviso, se lanzo al aire, extendiendo las garras hacia su cara. Isabella grito. Balanceo la linterna hacia el gato, conectando solidamente y lanzando al animal lejos de ella. Por un momento que le detuvo el corazon, la luz se oscurecio, vacilo, la cera liquida salpico por el suelo. Contuvo el aliento, rezando, hasta que la llama se estabilizo.
El gato chillo, aterrizo sobre sus pies, y volvio a grunir, encorvandose mientras la observaba. Los ojos gatos sisearon y aullaron, el estrepito fue espantoso. Isabella no se atrevia a apartar los ojos del gato que la acechaba. Era pequeno, pero salvaje y hambriento. Podia hacer mucho dano. Sabia que si permanecia donde estaba, acobardada contra la puerta, los otros se unirian al atrevido atacandola. Reuniendo cada pizca de coraje que poseia, Isabella comenzo a abrise paso centimetro a centimetro hacia la antorcha mas cercana.
Con su movimiento, los gatos comenzaron a agitarse, aranando el aire con sus garras, escupiendo, siseando, el pelo en su lomo y cola erizado. Algunos de ellos atacaron a los otros. Dos dieron un salto mortal desde un estante y aterrizaron con un golpe a sus pies. Uno golpeo hacia ella, aranando sus zapatos antes de alejarse de un salto. Mientras se extendia en busca de la antorcha anclada en la estanteria, uno de los gatos golpeo hacia su brazo, desgarrando la manga y dejando un largo aranazo.
Encendio la antorcha con la llama de la linterna y la sostuvo en alto. Al momento los gatos gritaron en protesta, la mayor parte deslizandose de vuelta a las sombras. Pero unos pocos de los gatos mas atrevidos avanzaron hacia ella, siseando su desafio. Balanceo la antorcha en un semicirculo, retirandose hacia la puerta. Despues hizo unos cuantos pases vertiginosos, incluso los animales mas agresivos permanecieron atras. Solo cuando coloco la linterna sobre el suelo comprendio que ella misma estaba todavia gritando.
Isabella se deslizo hacia abajo por la puerta para sentarse sobre el suelo, colocandose una mano sobre la boca, avergonzada de su incapacidad de permanecer en calma. La perdida de control nunca estaba permitida. Repitio las palabras en su mente, utilizando la voz de su padre. En silencio, se acurruco en el suelo, temblando de frio, sus manos y pues entumecidos. Sostenia la antorcha como un arma, aterrada de que se consumiera antes de que Nicolai viniese a por ella.
No tenia ni idea de cuanto tiempo habia pasado realmente en el almacen, parecia como si la mayor parte de la noche hubiera pasado. La vela de la linterna habia ardido hasta quedar del tamano de su pulgar, la llama vacilaba. La antorcha se habia reducido a un ascua encendida. Los gatos se aventuraban ocasionalmente a acercarse a ella, pero la mayor parte de ellos se mantenian a una respetuosa distancia del circulo de luz. Estaba demasiado fria, demasiado asustada para moverse cuando la puerta finalmente empezo a abrirse rechinando.
– ?
Isabella alzo la cabeza, temiendo estar oyendo cosas. Sus musculos estaban dormidos, y no podia encontrar suficientes fuerzas para ponerse en pie.
El Capitan Bartolmei pronuncio una imprecacion sobresaltada cuando su luz se deslizo sobre ella. Al instante entro, agachandose a su lado.
– Todo el mundo esta buscandola.
Isabella simplemente le miro, temiendo que fuera a pedirle que se pusiera en pie. Era fisicamente imposible.
– Esta congelada,
– Parece que colecciono sus abrigos,