en su cara, en sus ojos.
– No se que pensar, solo que su vida esta en peligro por algo mas que lo que vive dentro de mi.
– ?Que ganaria yo con su muerte? ?Cual seria mi motivo? Yo soy la unica persona en la que puedes confiar con su vida. La
Nicolai se paso una mano inquieta a traves de su espesa malena.
– Francesca -Su voz la detuvo, pero no se giro-. Ni siquiera confio en mi mismo -admitio en voz baja.
Ella asintio, mirando sobre el hombro tristemente.
– No deberias. Esta mas en peligro por ti que por ningun traidor que viva en nuestra finca. Ambos lo sabemos. Y ella lo sabe tambien. La diferencia esta en que Isabella esta dispuesta a darnos una oportunidad, a vivir con nosotros, a construir una vida para si misma y los que la rodean. Nosotros elegimos encerrarnos, observando la vida y el amor pasar a nuestro lado. Sin Isabella, ninguno de nosotros tiene mucho mas de una oportunidad en la vida.
– ?Y con nosotros -respondio el- que oportunidad tiene ella de vivir?
Francesca se encogio de hombros.
– Como con cada novia antes que ella, la bestia esperara hasta que haya un heredero asegurado. Tiene esos anos, Nicolai. Hazla feliz. Haz que su sacrificio cuente para algo. O decide romper la maldicion.
– Haces que suene como si tuviera eleccion -Sus manos se cerraron en punos, y, con la intensidad de sus emociones, las unas perforaron sus palmas-. ?Como? -Habia rabia en su voz, desesperacion-. ?Alguien sabe como se hace?
Francesca sacudio la cabeza.
– Yo solo se que puede hacerse.
Nicolai observo a su hermana abandonar la habitacion. Paseo inquietamente, pisando suavemente en silencio, su mente trabajando furiosamente. Desde el momento en que Isabella habia llegado al valle, un asesino la habia asechado. Tenia que encontrar al traidor y disponer de el… o ella.
Isabella se movio, las sombras avanzaban a rastras en la paz de su expresion. Al instante acudio a ella, deslizando su larga forma sobre la cama para estirarse junto a ella. Le acerco a el, sus brazos rodeandola, atrayendola contra su corazon. Nicolai descanso la barbilla en lo alto de su cabeza, frotando gentilmente su mandibula a lo largo del pelo de ella en un gesto que pretendia consolar. No estaba completamente seguro de si estaba consolando a Isabella o a si mismo.
– ?Nicolai? -Ella susurro su nombre inciertamente, atrapada entre un sueno y una pesadilla.
– Estoy aqui,
– Cuando estas conmigo, Nicolai, me siento a salvo -murmuro-. Desearia que tu te sintieras a salvo cuando estas conmigo-. agrego tristemente-. Quiero paz para ti. Solo acepta lo que eres, Nicolai. Acepta quien eres. Mi corazon. Que eres bienvenido. Mi corazon. -Sus pestanas fluctuaron, su suave boca se curvo-.Quedate conmigo, y deja que el resto se ocupe de si mismo.
– No puedo protegerte del traidor que hay en nuestra casa -dijo el con desesperacion-. ?Como puedo protegerte de lo que soy?
Ella froto la cara contra su pecho.
– No necesito proteccion de un hombre que me ama. Nunca necesitare proteccion. -Sonaba adormecida, sexy, su voz tan suave que se arrastro bajo la piel de el y se envolvio alrededor de su corazon-. Estoy tan cansada, Nicolai. Quizas podamos hablar despues. Vi a Theresa y Violante. Mantenlas a salvo, y a Francesca tambien. Deberia haberlas advertido.
El bajo la mirada hacia ella, a sus largas pestanas como dos espesas mediaslunas. El deber estaba profundamente arraigado en ella.
– Los capitanes y sus esposas pasaran la noche en el
Mientras la observaba dormir, comprendio que no habia cadenas sacudiendose, ni aullidos en los salones. Incluso los fantasmas y espiritus eran renuentes a perturbarla. Cuando estuvo seguro de que estaba profundamente dormida, la dejo para conducir su investigacion.
Isabella no durmio mucho. Las pesadillas la atacaron, despertandola sobresaltada apesar de su terrible fatiga. Necesitaba compania. Necesitaba ver a su hermano.
Isabella abrio la puerta de la habitacion de su hermano y se sorprendio de ver a Francesca apartandose de un tiron del costado de la cama de Lucca, con dos puntos brillantes de color en las mejillas. Sus ojos estaban brillantes. Isabella miro de su hermano a la hermana del
– ?Todo va bien? ?Lucca esta mejor?
– Lo esta haciendo muy bien -la tranquilizo Francesca, recorriendo una corta distancia desde la cama.
–
– Estoy aqui mismo, Isabella -le recordo Lucca-. No hables como si fuera un
– Actuas como un
Lucca tomo la mano de Isabella, pareciendo tan patetico como le fue posible.
– ?Quien es esta bambina que tienes vigilandome?
– ?
Lucca sacudio la cabeza y miro a Isabella.
– Le gusta colocar sus manos alrededor de mi. Utiliza mi enfermedad como excusa para permanecer cerca de mi -Se encogio de hombros despreocupadamente-. Pero estoy acostumbrada a la atencion de las mujeres. Puedo soportarlo.
Francesca tomo aliento.
– Tu… tu, ?bestia arrogante! si crees que tus ridiculas ilusiones le libraran de mi, estas tristemente equivocado. Y no me dejare conducir por tu mal genio tampoco. He dado a la
Lucca alzo una ceja arrogante ante la cara furiosa de ella.
– En vez de tanta charla inutil, podrias ayudarme a sentarme.
Francesca siseo entre dientes.
– Te ayudare a sentarte bien, pero podrias encontrarte a ti mismo en el suelo.
Los ojos risuenos de el evaluaron la pequena forma de ella.
– ?Una cosita como tu? Dudo que pudas ayudarme a sentarme. Isabella es mucho mas robusta. Creo que la necesitare.
– Deja de burlarte de ella, Lucca -ordeno Isabella, intentando no sonreir ante la evidencia de su hermano volviendo a su antiguo yo-. Este es su extrano modo de mostrar afecto -le dijo a Francesca, que parecia como si pudiera lanzarse sobre Lucca y asaltarle. Se acerco para ayudar a su hermano.
– No te atrevas -Francesca mordio las palabras-. Es mi trabajo ocuparme de el, y yo sentare a Su Majestad. -Sonrio con fingida dulzura a Isabella-. ?No te importa si le ato una bufanda alrededor de su boca para que cese su interminable balbuceo, verdad? -Intento coger los brazos de Lucca para ayudarle a incorporarse.
Su cuerpo se vio instantanemanete atacado por la tos. Lucca aparto la cabeza de ella y ondeo la mano para alejar a Francesca. Ella le ignoro y le sostuvo un panuelo en la boca. Su mano marco un ritmo en la espalda de el,