uno de nuestros mayores tesoros nacionales, y mucha gente viene a verlo, sobre todo en verano, pero de noche vuelve a ser muy tranquilo.

Vengan -anadio-, iremos a ver al abad. Le llame ayer y nos esta esperando.

Nos guio con sorprendente vigor y miro entusiasmado a su alrededor, como si el lugar le hubiera insuflado nueva vida.

Los aposentos para audiencias del abad se hallaban en el primer piso del ala monastica. Un monje con habito negro, de larga barba castana, nos abrio la puerta; Stoichev se quito el sombrero y entro primero. El abad se levanto de un banco cercano a la pared y avanzo para recibirnos. El profesor y el se saludaron con mucha cordialidad, Stoichev le beso la mano y el abad le bendijo. Era un hombre delgado y de espalda erguida, de unos sesenta anos, con la barba veteada de gris y serenos ojos azules (me habia sorprendido bastante comprobar que habia bulgaros de ojos azules). Nos estrecho la mano a la madera moderna, y tambien a

Ranov, quien lo saludo con evidente desden. Despues nos indico con un gesto que tomaramos asiento y aparecio un monje con una bandeja sobre la que descansaban varios vasos, pero no llenos de rakiya en esta ocasion, sino de agua fria, acompanada por platitos de aquellas pastas con sabor a rosas que habiamos probado en Estambul. Observe que Ranov no bebia, como si temiera ser envenenado.

El abad estaba muy contento de ver a Stoichev, y pense que la visita debia significar un placer particular para ambos. Nos pregunto por mediacion de Stoichev de que parte de Estados Unidos veniamos, si habiamos visitado otros monasterios de Bulgaria, que podia hacer para ayudarnos, cuanto tiempo podriamos quedarnos. Stoichev hablo con el un buen rato, y tradujo amablemente para que pudieramos responder a las preguntas del abad.

Podiamos utilizar la biblioteca tanto como quisieramos, dijo el abad, y dormir en la hosteria, tendriamos que asistir a los servicios en la iglesia, podiamos ir adonde

quisieramos, salvo a los aposentos de los monjes (esto con una leve indicacion de cabeza en direccion a Helen e Irina) y no querian que los amigos del profesor pagaran por su alojamiento. Le dimos las gracias y Stoichev se puso en pie.

Una pista de la fecha de este atentado tal vez se encuentre en el catalogo de la biblioteca antes mencionado, que califica la «Version Patriarcal» de «incompleta». Por consiguiente, podemos suponer que el final de esta version fue arrancado antes de 1605. Sin embargo, es imposible saber si los dos actos de vandalismo tuvieron lugar en el mismo periodo, si uno inspiro el otro a un lector mucho mas tardio, o hasta que punto eran similares los finales de ambos documentos. La fidelidad de la «Version Patriarcal» al manuscrito de Zographou, con la excepcion del parrafo del velatorio mencionado antes, indica que la historia debia terminar igual, o al menos de una forma muy parecida, en las dos versiones. Ademas, el hecho de que la «Version Patriarcal» fuera mutilada, pese a la eliminacion del parrafo que habla de los acontecimientos sobrenaturales acaecidos en la iglesia de Snagov, apoya la idea de que terminaba con una descripcion de la herejia o brote maligno de Sveti Georgi.

Hasta la fecha no se ha encontrado otro ejemplo, entre los manuscritos medievales de los Balcanes, de mutilacion sistematica de dos copias del mismo documento separadas por cientos de kilometros de distancia.

Ediciones y traducciones La «Cronica» de Zacarias de Zographou ha sido publicada dos veces con anterioridad. La primera edicion fue una traduccion griega, con un breve comentario, incluida en la Historia de las iglesias bizantinas, de Xanthos Constantinos, de 1849. En 1931 el Patriarcado Ecumenico imprimio un folleto del original eslavo. Atanas Angelov, quien descubrio la version de Zographou en 1923, pensaba publicarlo con abundantes comentarios, pero su muerte en 1924 trunco el proyecto. Algunas de sus notas fueron publicadas a titulo postumo en Balkanski istoricheski pregled, en 1927.

LA «CRONICA» DE ZACARIAS DE ZOGRAPHOU

Esta historia me la conto a mi, Zacarias el Penitente, mi hermano en Cristo Stefan el Errabundo de Tsarigrad. Llego a nuestro monasterio de Zographou en el ano 6987 [1479].

Nos relato los extranos y maravillosos acontecimientos de su vida. Stefan el Errabundo tenia cincuenta y tres anos de edad cuando llego a nosotros, un hombre sabio y piadoso que habia visto muchos paises. Demos gracias a la Santa Madre por haberle guiado hasta nosotros desde Bulgaria, adonde habia ido con un grupo de monjes desde Valaquia y padecido muchos sufrimientos a manos del turco infiel, ademas de haber presenciado el martirio de dos de sus amigos en la ciudad de Haskovo.

Sus hermanos y el transportaron unas reliquias de maravilloso poder a traves de los paises infieles. Con estas reliquias se internaron en las tierras de los bulgaros y se hicieron famosos en todo el pais, de modo que los hombres y mujeres cristianos salian a los caminos cuando pasaban para hacerles reverencias o besar los costados de la carreta. Y estas reliquias fueron transportadas al monasterio llamado de Sveti Georgi y expuestas a la adoracion. Aunque el monasterio era pequeno y retirado, acudieron muchos peregrinos que venian de los monasterios de Rila y Bachkovo, o del sagrado Azos. Pero Stefan el Errabundo era el primero que habia estado en Sveti Georgi, segun supimos despues.

Cuando llevaba viviendo con nosotros algunos meses, se comento que no hablaba de este monasterio de Sveti Georgi, aunque contaba muchas historias de otros lugares santos que habia visitado, para que asi nosotros, que siempre habiamos vivido en un mismo pais, pudieramos conocer algunos prodigios de la Iglesia de Cristo en diferentes paises. Asi, nos hablo en una ocasion de la maravillosa capilla construida en una isla de la bahia de Maria, en el mar de los venecianos, una isla tan pequena que las olas lamen sus cuatro muros, y del monasterio de Sveti Stefan, tambien sito en una isla, a dos dias de distancia hacia el sur, donde el adopto el nombre de su patron y renuncio al suyo. Nos conto esto y muchas cosas mas, incluyendo que habia visto monstruos horribles en el mar de Marmol.

Y nos hablaba muy a menudo de las iglesias y monasterios de la ciudad de Constantinopla antes de que las tropas infieles del sultan las profanaran. Nos describio con reverencia sus milagrosos iconos, de incalculable valor, como la imagen de la Virgen en la gran iglesia de Santa Sofia y su icono velado en el santuario de Blachernae. Habia visto la tumba de san Juan Crisostomo y de los emperadores y la cabeza del bendito san Basilio en la iglesia del Panachrantos, asi como numerosas reliquias santas mas. Que suerte para el y para nosotros,

destinatarios de sus relatos, que cuando todavia era joven hubiera abandonado la ciudad para errar de nuevo, de manera que estaba muy lejos de ella cuando el demonio Mahoma erigio en las cercanias una fortaleza inexpugnable con el proposito de atacar la ciudad, y poco despues derribo las grandes murallas de Constantinopla y mato o esclavizo a sus habitantes. Despues, cuando Stefan se encontraba muy lejos y se entero de la noticia, lloro con el resto de la cristiandad por la ciudad martir.

Y trajo consigo a nuestro monasterio libros raros y maravillosos a lomos de su caballo, los cuales coleccionaba y de los que extraia inspiracion divina, pues dominaba el griego, el latin, el eslavo y tal vez algunas lenguas mas. Nos conto todas estas cosas y deposito sus libros en nuestra biblioteca para darle gloria eterna, como asi fue, aunque la mayoria solo supieramos leer en un unico idioma, y algunos ni siquiera eso. Hizo estos regalos diciendo que el tambien habia terminado sus viajes y se quedaria para siempre, al igual que sus libros, en Zographou.

Solo yo y otro hermano comentamos que Stefan no hablaba de su estancia en Valaquia, excepto para decir que habia sido novicio alli, y tampoco hablo mucho del monasterio bulgaro llamado Sveti Georgi hasta el fin de sus dias. Porque cuando llego a nosotros ya fiebres en sus miembros, y al cabo de menos de un ano nos dijo que esperaba inclinarse muy pronto ante el trono del Salvador si aquel que perdona a todos los verdaderos penitentes podia olvidar sus pecados. Cuando yacia en su ultima enfermedad, pidio confesion a nuestro abad, porque habia presenciado horrores en cuya posesion no podia morir, y su confesion impresiono muchisimo al abad, que me pidio que tomara nota de ella despues de rogar a Stefan que la repitiera, porque el, el abad, deseaba enviar una carta al respecto a Constantinopla. A ello procedi con diligencia y sin error,

sentado junto al lecho de Stefan y escuchando con el corazon henchido de terror la historia que el enfermo me narro, tras lo cual recibio la sagrada comunion y murio mientras dormia.

Fue enterrado en nuestro monasterio.

El relato de Stefan de Snagov, transcrito fielmente por Zacarias el Penitente Yo, Stefan, tras anos de errar y despues de la perdida de la amada y santa ciudad donde naci, Constantinopla, fui en busca de reposo al norte del gran rio que separa Bulgaria de Dacia. Recorri la llanura y despues las montanas, y encontre al fin el camino que conduce al monasterio que se halla en la isla del lago Snagov, un hermosisimo lugar apartado y defendible. El buen abad me dio la bienvenida y me sente a la mesa con monjes tan humildes y dedicados a la oracion como

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