racionales.
– Usted dijo que habia leido obras del profesor Bartholomew Rossi, el padre de Helen.
Desaparecio hace poco en extranas circunstancias.
Resumi con la mayor rapidez y claridad posibles mi descubrimiento del libro del dragon, la desaparicion de Rossi, el contenido de las cartas y las copias de los extranos mapas que habiamos traido, asi como nuestras indagaciones en Estambul y Budapest, incluyendo la cancion tradicional y la xilografia con la palabra Ivireanu que habiamos visto en la biblioteca universitaria de Budapest. Solo calle el secreto de la Guardia de la Media Luna.
No me atrevi a sacar ningun documento de mi maletin con tanta gente a mi alrededor, pero le describi los tres mapas y el parecido del tercero con el dragon de los libros. Escucho con suma paciencia e interes, con el ceno fruncido bajo su fino cabello blanco y los ojos muy abiertos. Solo me interrumpio una vez, para pedirme con urgencia una descripcion mas exacta de los libros del dragon, el mio, el de Rossi, el de Hugh James, el de Turgut.
Comprendi que, debido a sus conocimientos sobre manuscritos y publicaciones antiguas, los libros debian poseer un interes muy peculiar para el.
– Tengo el mio aqui -anadi, y toque el maletin posado sobre mi regazo.
Se sobresalto y me miro fijamente.
– Me gustaria ver ese libro lo antes posible -dijo.
Pero lo que parecia interesarle mas era el descubrimiento de Turgut y Selim: las cartas del hermano Kiril iban dirigidas al abad del monasterio de Snagov, en Valaquia.
– Snagov -susurro. Su cara anciana se habia tenido de purpura, y me pregunte por un momento si iba a perder el conocimiento-. Tendria que haberlo adivinado. ?Pensar que he guardado esa carta en mi biblioteca durante treinta anos!
Yo tambien aguardaba la oportunidad de preguntarle donde habia encontrado su carta.
– Existen bastantes pruebas de que los monjes que integraban el grupo del hermano Kiril viajaron desde Valaquia hasta Constantinopla antes de venir a Bulgaria -dije.
– Si. -Meneo la cabeza-. Siempre pense que describia el viaje de un grupo de monjes que peregrinaban desde Constantinopla a Bulgaria. Nunca cai en la cuenta… Maxim Eupraxius, el abad de Snagov… -Casi parecia absorto en sus cavilaciones, que desfilaban por su rostro expresivo como vendavales y le hacian parpadear sin cesar-. Y esta palabra que encontro, Ivireanu, y tambien el senor Hugh James, en Budapest…
– ?Sabe lo que significa? -pregunte ansioso.
– Si, si, hijo mio. -Daba la impresion de que Stoichev estaba mirando a traves de mi sin verme-. Es el nombre de Antim Ivireanu, un erudito e impresor de Snagov, de finales del siglo diecisiete, muy posterior a Vlad Tepes. He leido cosas sobre la obra de Ivireanu. Se hizo muy famoso entre los eruditos de su tiempo, y atrajo a muchos visitantes ilustres a Snagov. Imprimio los Evangelios en rumano y arabe, y su imprenta fue, muy probablemente, la primera de Rumania. Pero, Dios mio, tal vez no fue la primera, si los libros del dragon son mucho mas antiguos. ?Debo ensenarles muchas cosas! -Sacudio la cabeza con ojos desorbitados-. Vamos a mis aposentos. Deprisa.
Helen y yo miramos a nuestro alrededor.
– Ranov esta ocupado con Irina -dije en voz baja.
– Si. -Stoichev se puso en pie-. Entraremos en la casa por esta puerta lateral. Dense prisa, por favor.
No hacia falta animarnos. La expresion de su cara habria bastado para acompanarle a escalar un pico. Subio la escalera con gran esfuerzo y le seguimos poco a poco. Se sento a descansar frente a la gran mesa. Observe que estaba sembrada de libros y manuscritos que no habia visto el dia anterior.
– Nunca he poseido excesiva informacion sobre esa carta, ni las demas -dijo Stoichev cuando recupero el aliento.
– ?Las demas? -pregunto Helen, sentada a su lado.
– Si. Hay dos cartas mas del hermano Kiril. Con la mia y la de Estambul, en total son cuatro. Hemos de ir al monasterio de Rila cuanto antes para ver las demas. Reunirlas constituira un descubrimiento increible. Pero no es eso lo que quiero ensenarles. Nunca estableci ninguna relacion…
Una vez mas, dio la impresion de que estaba demasiado estupefacto para seguir hablando.
Al cabo de un momento, entro en una habitacion y volvio con un volumen forrado con papel, que resulto ser una antigua revista cultural impresa en Alemania.
– Yo tenia un amigo… -Enmudecio-. ?Ojala hubiera vivido para ver este dia! Ya les hable de el. Se llamaba Atanas Angelov. Si, era historiador, especializado en la historia de Bulgaria, y uno de mis primeros profesores. En 1923 estaba efectuando algunas investigaciones en la biblioteca de Rila, uno de nuestros mayores depositos de documentos medievales. Descubrio un manuscrito del siglo quince. Estaba escondido dentro de la cubierta de madera de un infolio del siglo dieciocho. Queria publicar ese manuscrito. Es la cronica de un viaje desde Valaquia a Bulgaria. Murio mientras estaba tomando notas, y yo termine la obra y la publique. El manuscrito continua en Rila… Pero yo nunca supe… -Se meso la cabeza con una mano fragil-. Vengan, deprisa. Esta publicado en bulgaro, pero yo les traducire los fragmentos mas importantes.
Abrio la descolorida revista con una mano temblorosa, y su voz tambien temblo mientras nos resumia el descubrimiento de Angelov. El articulo habia sido escrito a partir de las notas de Angelov, y desde entonces el documento habia sido publicado en ingles, con muchas actualizaciones e interminables notas a pie de pagina. Pero ni siquiera ahora puedo mirar la version publicada sin ver el rostro envejecido de Stoichev, los mechones de pelo cayendo sobre las orejas protuberantes, los grandes ojos clavados en la pagina con ardiente concentracion y, por encima de todo, su voz vacilante.
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LA «CRONICA» DE ZACARIAS DE ZOGRAPHOU
Por Atanas Angelov y Anton Stoichev
INTRODUCCION
La «Cronica» de Zacarias como documento historico Pese a tratarse de una obra inacabada, la «Cronica» de Zacarias, en la que esta intercalado el «Relato de Stefan el Errabundo», es una fuente documental importante que confirma las rutas que utilizaban los peregrinos cristianos en los Balcanes durante el siglo XV, y aporta informacion sobre el destino del cadaver de Vlad III Tepes de Valaquia, a quien durante mucho tiempo se creyo enterrado en el monasterio del lago Snagov (en la Rumania actual).
Tambien nos proporciona informacion excepcional sobre los neomartires valacos (si bien no conocemos con seguridad la nacionalidad de los monjes de Snagov, a excepcion de
Stefan, el protagonista de la «Cronica»). Solo existe constancia documental de siete
neomartires de origen valaco, y no se sabe de ninguno que fuera martirizado en Bulgaria.
La obra carece de titulo, y se la conoce con el nombre de «Cronica»; fue escrita en eslavo en 1479 o 1480 por un monje llamado Zacarias, en el monasterio bulgaro del monte Azos, Zographou. Zographou, «el monasterio del pintor», fue fundado en el siglo X y adquirido por la Iglesia bulgara en la decada de 1220. Se halla emplazado cerca del centro de la peninsula de Azonite. Al igual que el monasterio serbio de Hilandar y el Panteleimon ruso, la poblacion de Zographou no se limitaba a la nacionalidad que lo respaldaba. Esto, y la falta de informacion acerca de Zacarias, imposibilita determinar los origenes de este monje.
Podria haber sido bulgaro, serbio, ruso o tal vez griego, aunque el hecho de que escribiera en eslavo aboga por un origen eslavo. La «Cronica» solo nos dice que nacio en el siglo XV y que el abad de Zographou tenia en gran estima su talento, puesto que le eligio para escuchar la confesion de Stefan el Errabundo en persona y para dejar constancia de ella en vistas a un importante proposito burocratico y tal vez teologico.
Las rutas de viaje mencionadas por Stefan en su relato corresponden a varias rutas de peregrinacion bien conocidas. Constantinopla era el destino final de los peregrinos valacos, asi como de todo el mundo cristiano