– ?Te acuerdas de la carta en que contaba que habia ido a Grecia, a Creta, despues de que le robaran el mapa en Estambul, y que su suerte habia cambiado para mal? -Agite la pagina ante sus narices-. Escucha esto: «Los viejos de las tabernas de Creta parecian mucho mas inclinados a contarme sus mil y una historias de vampiros que a explicarme donde podria encontrar otros fragmentos de ceramica como aquel o que antiguos barcos naufragados habian saqueado sus abuelos. Una noche deje que un desconocido me invitara a una ronda de una especialidad local llamada, curiosamente, amnesia, con el resultado de que estuve enfermo todo el dia siguiente».

– Oh, Dios mio -dijo Helen en voz baja.

– «Deje que un desconocido me invitara a un trago de algo llamado amnesia» -repeti, procurando no alzar la voz-. ?Quien demonios crees que era el desconocido? Por eso Rossi olvido…

– Olvido… -Helen parecia hipnotizada por la palabra-. Olvido Rumania…

– Si, olvido que habia estado alli. En sus cartas a Hedges decia que volvia a Grecia desde Rumania, para pedir prestado un poco de dinero y participar en una excavacion arqueologica…

– Y se olvido de mi madre -termino Helen, con voz casi inaudible.

– Tu madre -coree, con la repentina imagen de la mujer en la puerta de su casa, mientras nos veia marchar-. No era que no quisiera volver. Se olvido de todo. Y por eso me dijo que no siempre podia acordarse con claridad de sus investigaciones.

Helen estaba palida, con la mandibula tensa, los ojos llenos de lagrimas.

– Le odio -dijo en voz baja, y supe que no se referia a su padre.

58

A la manana siguiente, nos presentamos en casa de Stoichev a la una y media en punto.

Helen apreto mi mano, indiferente a la presencia de Ranov, que hasta parecia de buen humor. Fruncia el ceno menos que de costumbre, y se habia puesto un grueso traje marron que aun no habiamos visto. Desde el otro lado de la cancela oimos el sonido de conversaciones y carcajadas, y nos llego el olor a humo de lena y deliciosa carne a la brasa.

En el caso de que pudiera apartar de mi mente todo pensamiento relacionado con Rossi, yo tambien podria sentirme de buen humor. Me habia asaltado la intuicion de que, precisamente ese dia, sucederia algo que me ayudaria a encontrarle, y decidi celebrar la festividad de Kiril y Metodio con el mayor entusiasmo posible.

Vimos en el patio grupos de hombres y algunas mujeres congregados bajo el emparrado.

Irina se afanaba detras de la mesa, llenaba platos y servia vasos de aquel potente liquido ambarino. Cuando nos vio, avanzo hacia nosotros con los brazos extendidos, como si ya fueramos viejos amigos. Nos estrecho la mano a Ranov y a mi y beso a Helen en las mejillas.

– Me alegro mucho de que hayan venido. Gracias -dijo-. Mi tio no ha podido dormir ni comer desde que estuvieron ayer aqui. Diganle que ha de comer, por favor.

Su bello rostro mostraba preocupacion.

– No se preocupe -dijo Helen-. Haremos lo posible por convencerle.

Encontramos a Stoichev concediendo audiencia bajo los manzanos. Alguien habia

dispuesto un circulo de sillas, y el estaba sentado en la mas ancha con varios hombres mas jovenes a su alrededor.

– Ah, hola -exclamo, y se puso en pie con cierta dificultad. Los demas se levantaron al instante para ayudarle, y esperaron para saludarnos-. Bienvenidos, amigos mios. Voy a presentarles a mis otros amigos. -Indico con un gesto debil las caras que le rodeaban-. Algunos estudiaban conmigo antes de la guerra, y han tenido la gentileza de venir a verme.

Muchos de esos hombres, con sus camisas blancas y trajes oscuros gastados, solo eran jovenes si se los comparaba con Ranov. La mayoria eran cincuentones, como minimo.

Sonrieron y nos estrecharon la mano con cordialidad, y uno se inclino para besar la mano de Helen con cortesia formal. Me gustaron sus ojos oscuros y vivos, sus serenas sonrisas con destellos de dientes de oro.

Irina se acerco por detras. Dio la impresion de que animaba a todo el mundo a sentarse una vez mas, pues al cabo de un momento nos descubrirnos transportados hasta las mesas preparadas bajo el emparrado entre una oleada de invitados. Alli descubrimos un aparador que crujia bajo el peso de los platos acumulados, y tambien el origen del maravilloso olor,

un cordero entero que se estaba asando sobre un pozo abierto en el patio, cerca de la casa.

La mesa estaba cubierta de platos de barro cocido con ensalada de patatas, tomates y pepinos, queso blanco desmenuzado, hogazas de pan dorado, bandejas de los mismos pasteles rellenos de queso que habiamos tomado en Estambul. Habia guisos de carne, cuencos de yogur fresco, berenjenas y cebollas a la brasa. Irina no dejo de animarnos para que nos sirvieramos hasta que nuestros platos pesaron tanto que casi no los pudimos cargar, y nos siguio hasta el pequeno huerto con vasos de rakiya.

Entretanto, los estudiantes de Stoichev estaban compitiendo entre si para ver quien le llevaba mas comida, y llenaron su vaso hasta el borde. El hombre se puso en pie poco a poco. Los asistentes pidieron silencio a gritos, y despues el erudito pronuncio un breve discurso, en el que capte los nombres de Kiril y Metodio, asi como el mio y el de Helen.

Cuando termino, los congregados prorrumpieron en vitores: «?Stoichev! ?Za zdraveto na profesor Stoichev! ?Nazdrave!» Los aplausos se sucedieron. Todo el mundo estaba contento por Stoichev. Todo el mundo se volvio hacia el con una sonrisa y un vaso alzado, y algunos con lagrimas en los ojos. Recorde a Rossi, cuando habia escuchado con modestia los vitores y discursos que celebraban su vigesimo aniversario en la universidad. Desvie la vista con un nudo en la garganta. Observe que Ranov deambulaba bajo el emparrado con un vaso en la mano.

Cuando los congregados se acomodaron de nuevo para comer y charlar, Helen y yo nos encontramos sentados en lugares de honor al lado de Stoichev. Sonrio y nos senalo con la cabeza.

– Me complace sobremanera que hayan podido reunirse con nosotros. Esta es mi festividad favorita. Tenemos muchos santos en el calendario eclesiastico, pero este es el mas querido por profesores y alumnos, porque en este dia honramos la herencia eslava del alfabeto y la literatura, y a los profesores y alumnos que durante muchos siglos han aprovechado el legado de Kiril y Metodio, y de su gran invencion. Ademas, en este dia todos mis alumnos y colegas favoritos vuelven para interrumpir el trabajo de su viejo profesor. Y yo les agradezco de todo corazon esta interrupcion.

Paseo su mirada a su alrededor con una sonrisa afectuosa y dio una palmada en el hombro a su colega mas cercano. Vi con una punzada de pesar lo fragil que era su mano, delgada y casi transparente.

Al cabo de un rato, los estudiantes de Stoichev empezaron a dispersarse, o bien en

direccion a la mesa, donde acababan de cortar el cordero, o a pasear por el jardin en grupos de dos y tres. En cuanto se marcharon, Stoichev se volvio hacia nosotros con expresion perentoria.

– Vengan -dijo-. Vamos a hablar mientras podamos. Mi sobrina ha prometido mantener ocupado al senor Ranov lo maximo posible. He de decirles algunas cosas, y tengo entendido que ustedes tienen mucho que contarme.

– Desde luego.

Acerque mi silla a la de el y Helen hizo lo mismo.

– Antes que nada, amigos mios -dijo Stoichev-, he leido con la maxima atencion la carta que me dejaron ayer. Aqui tienen su copia. -La saco del bolsillo del pecho-. Se la doy para que la guarden a buen recaudo. La he leido muchas veces, y creo que fue escrita por la misma mano que redacto la carta que obra en mi poder. El hermano Kiril, fuera quien fuera, escribio ambas. No puedo examinar el original, por supuesto, pero si esta copia es fidedigna, el estilo de escritura es el mismo, y los nombres y las fechas coinciden. Creo que existen pocas dudas de que estas cartas formaban parte de la misma correspondencia, y de que o bien fueron enviadas por separado, o fueron separadas en circunstancias que nunca sabremos. Debo comunicarles otras reflexiones, pero primero han de contarme algo mas acerca de su investigacion. Tengo la impresion de que no han venido a Bulgaria para estudiar la historia de nuestros monasterios. ?Como encontraron esta carta?

Le dije que habiamos iniciado la investigacion por motivos que me costaba explicar, porque no parecian muy

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