– Oh, si. Es el jefe del Departamento de Historia. Es muy amigo mio.

– Estupendo, estupendo -dijo el profesor Stoichev-. Haga el favor de darle recuerdos de mi parte si tiene la oportunidad.

– Lo hare -sonrio Helen.

– ?Y quien mas? Creo que no conozco a nadie mas en su universidad, pero su apellido, profesora, es muy interesante. Lo conozco. Hay en Estados Unidos… -se volvio hacia mi de nuevo, y luego hacia Helen. Vi inquieto que Ranov nos miraba con los ojos entornados- un famoso historiador apellidado Rossi. ?Son parientes?

Helen, ante mi sorpresa, se ruborizo. Pense que aun no le gustaba admitirlo en publico o que sentia alguna duda acerca de si debia hacerlo. Aunque quizas habia observado la repentina atencion que prestaba Ranov a la conversacion.

– Si -dijo-. Es mi padre, Bartholomew Rossi.

Pense que lo mas natural seria que Stoichev se preguntara por que la hija de un historiador ingles afirmaba que era rumana y que se habia criado en Hungria, pero si deseaba hacer alguna pregunta en ese sentido, se abstuvo de ello.

– Si, ese es. Ha escrito libros muy buenos, ?y sobre un amplio abanico de temas! -Se dio una palmada en la frente-. Cuando lei algunos de sus primeros articulos, pense que seria un estupendo historiador de los Balcanes, pero veo que ha abandonado ese tema para adentrarse en otros.

Me alivio saber que Stoichev conocia la obra de Rossi y la tenia en buena opinion. Eso podia proporcionarnos buenas credenciales y ganarnos su simpatia.

– Si, ya lo creo -dije-. De hecho, el profesor Rossi no solo es el padre de Helen, sino tambien el director de mi tesis.

– Que suerte. -Stoichev enlazo sus manos surcadas por venas-. ?Sobre que versa su tesis?

– Bien -empece, y esta vez fui yo quien se sonrojo. Confie en que Ranov no advirtiera estos cambios de color-. Sobre los comerciantes holandeses en el siglo diecisiete.

– Extraordinario -dijo Stoichev-. Un tema muy interesante. Entonces, ?que le trae a Bulgaria?

– Es una larga historia -dije-. La senorita Rossi y yo estamos interesados en investigar las relaciones entre Bulgaria y la comunidad ortodoxa en Estambul despues de la conquista otomana de la ciudad. Si bien se aleja del tema de mi tesis, hemos estado escribiendo algunos articulos sobre dicho tema. De hecho, incluso he dado una conferencia en la Universidad de Budapest sobre la historia de… algunas regiones de Rumania bajo el poder de los turcos. -Comprendi de inmediato que habia cometido un error. Tal vez Ranov ignoraba que habiamos estado en Budapest y en Estambul. No obstante, Helen estaba serena-. Nos gustaria mucho terminar la investigacion en Bulgaria y pensamos que usted podria ayudarnos.

– Por supuesto -dijo Stoichev con paciencia-. Tal vez podrian decirme que es lo que les interesa exactamente sobre la historia de nuestros monasterios medievales y las rutas de los peregrinos, y sobre el siglo quince en particular. Es un siglo fascinante de la historia bulgara. Ya saben que despues de 1393 casi todo nuestro pais cayo bajo el yugo otomano, aunque algunas zonas de Bulgaria no fueron conquistadas hasta bien entrado el siglo quince. Nuestra cultura intelectual patria se conservo desde esa epoca en muchos de los monasterios. Me alegro de que esten interesados en los monasterios, porque son una de las fuentes mas ricas de nuestra herencia.

Hizo una pausa y volvio a enlazar las manos, como esperando a ver si conociamos esta informacion.

– Si -dije. No habia remedio. Tendriamos que hablar de algunos aspectos de nuestra investigacion con Ranov delante. Al fin y al cabo, si le pedia que se marchara, sus sospechas acerca de nuestros propositos se despertarian de inmediato. Nuestra unica posibilidad era formular las preguntas de la manera mas academica e impersonal posible-. Creemos que existen interesantes relaciones entre la comunidad ortodoxa en el Estambul del siglo quince y los monasterios de Bulgaria.

– Si, eso es cierto, por supuesto -dijo Stoichev-, sobre todo porque Mehmet el Conquistador coloco a la Iglesia bulgara bajo la jurisdiccion del Patriarca de Constantinopla. Antes, nuestra Iglesia era independiente, con su propio patriarca en Veliko Tmovo.

Experimente una oleada de gratitud hacia este hombre, con su erudicion y maravillosas orejas. Mis comentarios habian sido de lo mas insipido, pero el estaba contestando con cortesia circunspecta, ademas de instructiva.

– Exacto -dije-. Y nos interesa en especial… Encontramos una carta… Es decir,

estuvimos hace poco en Estambul -Yo procuraba no mirar a Ranov- y descubrimos una carta que esta relacionada con Bulgaria, con un grupo de monjes que viajaron desde Constantinopla a un monasterio de Bulgaria. Estamos interesados, en vistas a un articulo, en seguir su ruta a traves de este pais. Tal vez iban de peregrinaje, pero no estamos seguros.

– Entiendo -dijo Stoichev. Sus ojos eran mas luminosos y cautelosos que nunca-. ?Esta fechada la carta? ?Puede hablarme un poco de su contenido, o decirme quien la escribio, si

lo sabe, donde la encontro, a quien iba dirigida…? En fin, ese tipo de cosas.

– Desde luego -dije-. De hecho, hemos traido una copia. La carta original esta en eslavo, y un monje de Estambul la tradujo para nosotros. El original se halla en el archivo estatal de Mehmet II. Quiza le gustaria leer la carta.

Abri el maletin y saque la copia, que le ofreci, con la esperanza de que Ranov no pidiera examinarla despues.

Stoichev tomo la carta y vi que sus ojos destellaban al ver las primeras lineas.

– Interesante -dijo, y ante mi decepcion la dejo sobre la mesa. Tal vez, al final, no iba a ayudarnos, ni siquiera a interpretar la carta-. Querida -dijo a su sobrina-, creo que no podemos examinar cartas antiguas sin ofrecer a estos invitados algo de comer y beber.

?Quieres traernos rakiya y alguna cosa para picar?

Senalo con la cabeza en direccion a Ranov.

Irina se levanto enseguida, sonriente.

– Desde luego, tio -dijo en un ingles precioso. Esta casa no paraba de darme sorpresas, pense-. Pero alguien tendria que ayudarme a subirlo.

Miro apenas a Ranov, y el hombre se levanto al tiempo que se alisaba el pelo.

– Sera un placer para mi ayudar a la joven -dijo, y bajaron juntos. Ranov ruidosamente, mientras Irina le hablaba en bulgaro.

En cuanto la puerta se cerro a su espalda, Stoichev se inclino hacia delante y leyo la carta con voraz concentracion. Cuando termino, nos miro. Su rostro habia perdido diez anos, pero tambien estaba tenso.

– Esto es extraordinario -dijo en voz baja. Nos levantamos, guiados por el mismo

instinto, para sentarnos cerca de el, al extremo de la mesa-. Me asombra ver esta carta.

– ?Si…? -pregunte ansioso-. ?Tiene idea de que puede significar?

– Un poco. -Los enormes ojos de Stoichev me miraron con intensidad-. Veran -

anadio-, yo tambien tengo una carta del hermano Kiril.

56

Recordaba muy bien la estacion de autobuses de Perpinan, donde habia estado con mi padre el ano anterior, esperando que un polvoriento autobus nos condujera al pueblo. El vehiculo freno y Barley y yo subimos. Nuestro viaje hasta Les Bains, por anchas carreteras rurales, tambien me era familiar. Los pueblos que atravesamos estaban bordeados de arboles bajos y cuadrados. Arboles, casas, campos, coches antiguos, todo parecia hecho del mismo polvo, una nube de cafeaulait que lo cubria todo.

El hotel de Les Bains seguia tal como lo recordaba, con sus cuatro plantas de albanileria, sus rejas de hierro y jardineras con flores en las ventanas. Me descubri anorando a mi padre, falta de respiracion al pensar que pronto le veriamos, tal vez dentro de breves minutos. Por una vez fui yo quien guio a Barley, empuje la pesada puerta y deje la bolsa delante del mostrador de recepcion con sobre de marmol. Claro que aquel mostrador se me antojo alto y digno en extremo, y me senti timida de nuevo, por lo que tuve que hacer un esfuerzo para decir al anciano enjuto sentado detras que tal vez mi padre estaba alojado en el hotel. No recordaba al hombre de nuestra anterior visita, pero tenia paciencia, y al cabo de un momento dijo que, en efecto, habia un monsieur extranjero

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