acuciaban. Stoichev se llevo la mano a la frente.
– Ojala lo supiera -murmuro-. Nadie lo sabe. No hay ningun monasterio llamado Sveti Georgi en la region de Bachkovo, y no hay pruebas de que existiera. Sveti Georgi es uno de los diversos monasterios medievales de Bulgaria de los que conocemos su existencia, pero que desaparecieron durante los primeros siglos del yugo otomano. Lo mas probable es que fuera quemado, y las piedras esparcidas o utilizadas para construir otros edificios. -Nos miro con tristeza-. Si los otomanos tenian algun motivo para odiar o temer a ese monasterio, lo mas probable es que fuera destruido por completo. Sin duda, no permitieron que fuera reconstruido, como el monasterio de Rila. En un tiempo estuve muy interesado en descubrir el emplazamiento de Sveti Georgi. -Guardo silencio un momento-. Despues de que mi amigo Angelov muriera, durante un tiempo intente continuar su investigacion. Fui al Bachkovski manastir, hable con los monjes y pregunte a mucha gente de la region, pero nadie sabia nada de un monasterio llamado Sveti Georgi. Nunca lo encontre en ninguno de los mapas antiguos que examine. Me he preguntado a veces si Stefan dio a Zacarias un nombre falso. Pense que, al menos, correria una leyenda entre los habitantes de la region, si las reliquias de alguien tan importante como Vlad Dracula hubieran sido enterradas alli.
Queria ir a Snagov, antes de la guerra, para ver que podia averiguar en ese lugar…
– De haberlo hecho, habria conocido a Rossi, o al menos a aquel arqueologo… Georgescu -dije.
– Tal vez. -Me dirigio una sonrisa extrana-. Si Rossi y yo nos hubieramos encontrado, quizas habriamos podido sumar nuestros conocimientos antes de que fuera demasiado tarde.
Me pregunte si se referia a antes de la revolucion bulgara, antes de que se exiliara aqui, pero no quise preguntar. No obstante, un segundo despues explico sus palabras.
– Interrumpi mi investigacion con bastante brusquedad. El dia en que regrese de la region de Bachkovo, con un viaje a Rumania ya maduro en mi mente, entre en mi apartamento de Sofia y vi una escena pavorosa.
Hizo otra pausa y cerro los ojos.
– Intento no pensar en ese dia. Antes debo decirles que tenia un pequeno apartamento cerca de Rimskaya stena, la muralla romana de Sofia, un lugar muy antiguo, y que me gustaba por la historia de la ciudad que lo rodeaba. Habia salido a comprar comestibles y habia dejado mis papeles y libros sobre Bachkovo y otros monasterios abiertos sobre la mesa. Cuando volvi, vi que alguien habia removido todas mis cosas, sacado libros de los estantes y registrado mi gabinete. En el escritorio, encima de mis papeles, habia un pequeno reguero de sangre. Ya saben, como una pagina manchada de tinta… -Se interrumpio y nos miro fijamente-. En mitad del escritorio habia un libro que nunca habia visto.
De pronto, se levanto, entro en la otra habitacion y le oimos ir de un lado a otro, moviendo libros de sitio. Tendria que haberme levantado para ayudarle, pero me quede petrificado y mire a Helen, que tambien parecia paralizada.
Al cabo de un momento, Stoichev volvio con un grueso infolio en los brazos. Estaba
encuadernado en piel desgastada. Lo dejo delante de nosotros y vimos que lo abria con manos vacilantes y nos ensenaba, sin palabras, las numerosas paginas en blanco y la gran imagen del centro. El dragon parecia mas pequeno, porque las paginas del infolio, mas grandes, dejaban considerable espacio alrededor, pero era sin lugar a dudas la misma xilografia, incluido el borron que habia observado en el de Hugh James. Habia otro borron en el borde amarillento, cerca de las garras del dragon. Stoichev lo indico, pero parecia tan sobrecogido por alguna emocion (desagrado, miedo) que por un momento parecio olvidarse de hablarnos en ingles.
– Kr’v -dijo-. Sangre.
Me acerque. No cabia duda de que la mancha color pardo era una huella digital.
– Dios mio. -Me estaba acordando de mi pobre gato, y de Hedges, el amigo de Rossi-.
?Habia algo o alguien mas en la habitacion? ?Que hizo cuando vio la escena?
– No habia nadie en la habitacion -dijo en voz baja-. Habia cerrado la puerta con llave, y todavia lo estaba cuando volvi, entre y vi la terrible escena. Llame a la policia, miraron por todas partes y al final…, ?Como se dice…? Ellos analizaron una muestra de la sangre y llevaron a cabo comparaciones. Descubrieron con facilidad de quien era.
– ?De quien?
Helen se inclino hacia delante.
Stoichev bajo todavia mas la voz, de modo que yo tambien tuve que inclinarme para oirle.
El sudor perlaba su cara arrugada.
– Era mia -dijo.
– Pero…
– No, claro que no. Yo no habia estado alli, pero la policia penso que todo habia sido un montaje mio. Lo unico que no coincidia era la huella dactilar. Dijeron que nunca habian visto una huella humana parecida. Tenia muy pocas lineas. Me devolvieron el libro y los papeles y me ordenaron que pagara cierta cantidad por intentar tomarle el pelo a la ley. Casi perdi mi empleo de profesor.
– ?Abandono su investigacion? -pregunte.
Stoichev alzo sus delgados hombros en un gesto de impotencia.
– Es el unico proyecto que no he continuado. Habria seguido adelante, incluso entonces, de no ser por esto. -Volvio poco a poco hasta la segunda hoja del volumen-. Por esto – repitio, y en la pagina vi una sola palabra escrita, con letra hermosa y arcaica, en tinta antigua y desvaida.
Ya conocia lo bastante el famoso alfabeto cirilico para descifrarla, aunque la primera letra se me resistio un segundo. Helen la leyo en voz alta.
– STOICHEV -susurro-. Encontro su propio nombre en el libro. Debio ser horrible.
– Si, mi propio nombre, y con una letra y una tinta que eran claramente medievales.
Siempre he lamentado abandonar el proyecto, pero tenia miedo. Pense que podria ocurrirme algo… como lo que le paso a su padre, madame.
– Tenia buenos motivos para tener miedo -dije al viejo estudioso-. Pero esperemos que no sea demasiado tarde para el profesor Rossi.
El hombre se enderezo en su silla.
– Si, siempre que podamos localizar Sveti Georgi. Primero, hemos de ir a Rila y examinar las demas cartas del hermano Kiril. Como ya he dicho, nunca las habia relacionado con la «Cronica» de Zacarias. No guardo copias aqui, y las autoridades de Rila no han permitido su publicacion, aunque varios historiadores, incluido yo, han solicitado permiso. Ademas, hay alguien en Rila con quien me gustaria que hablaran. Aunque tal vez no les sirva de ayuda.
Dio la impresion de que Stoichev iba a anadir algo mas, pero en aquel momento oimos pasos vigorosos en la escalera. Intento levantarse, y despues me dirigio una mirada suplicante. Me apodere del libro del dragon y me fui a la habitacion de al lado, donde lo escondi como pude detras de una caja. Me reuni con Stoichev y Helen a tiempo de ver que Ranov abria la puerta de la biblioteca.
– Ah -dijo-. Un congreso de historiadores. Se esta perdiendo su propia fiesta, profesor.
– Examino con descaro los libros y papeles diseminados sobre la mesa, y por fin levanto la antigua revista de la que Stoichev nos habia leido fragmentos de la «Cronica» de Zacarias-. ?Es este el objeto de su atencion? -Casi sonrio-. Tal vez deberia leerlo yo tambien para cultivarme. Hay muchas cosas que no se de la Bulgaria medieval. Y su muy atractiva sobrina no esta tan interesada en mi como yo pensaba. Le he hecho una proposicion muy seria en el extremo mas bonito de su jardin y se ha resistido bastante.
Stoichev enrojecio, enfurecido, y dio la impresion de que iba a decir algo, pero ante mi sorpresa fue Helen quien le salvo.
– Mantenga alejadas sus sucias manos burocraticas de esa chica -dijo mirando a Ranov a los ojos-. Ha venido para molestarnos a nosotros, no a ella.
Le toque el brazo para advertirle de que no encolerizara al hombre. Lo ultimo que
necesitabamos era un desastre politico, pero Ranov y ella se limitaron a cruzar una mirada larga y contenida y despues los dos desviaron la vista.
Entretanto Stoichev se habia recuperado.
– Seria muy util para la investigacion de estos visitantes que les facilitara viajar a Rila – dijo a Ranov con calma-. A mi tambien me gustaria viajar con ellos. Sera un honor para mi ensenarles la biblioteca.
– ?Rila? -Ranov sopeso la revista-. Muy bien. Esa sera nuestra siguiente excursion. Tal vez sea posible pasado manana. Le enviare un mensaje, profesor, para informarle de cuando podria reunirse con nosotros alli.