y una vieja maquina de escribir provista de papel delgado. Vi el centelleo de encuadernaciones y cajas incrustadas de joyas, manuscritos ensortijados en bandejas de laton, libros en folio y en cuarto encuadernados en piel suave, asi como filas de volumenes mas modernos en largas estanterias. De hecho, estabamos rodeados. Cada pared parecia tapizada de libros. Alce mi vela y empece a distinguir titulos, a veces una elegante florescencia en arabe en el centro de una cubierta encuadernada en piel roja, a veces un idioma occidental que sabia leer. Sin embargo, la mayor parte de los volumenes eran demasiado antiguos para tener titulo. Era un deposito sin parangon, y empece a desear con todas mis fuerzas abrir algunos de estos libros, pese a mi situacion, tocar los manuscritos en sus bandejas de madera.

Dracula se volvio, con la vela en alto, y la luz capto el brillo de las joyas del gorro,

topacios, esmeraldas, perlas. Sus ojos eran muy brillantes.

– ?Que opina de mi biblioteca?

– Parece una… coleccion notable. La cueva del tesoro -dije. Algo similar al placer se transparento en su terrible cara.

– Esta en lo cierto -dijo en voz baja-. La biblioteca es la mejor de su clase en el mundo.

Es el resultado de siglos de cuidadosa seleccion. Tendra mucho tiempo para explorar las maravillas que guardo aqui. Permitame que le ensene algo.

Me guio hasta una pared a la que aun no nos habiamos acercado, y vi una imprenta muy antigua, como las que se ven en las ilustraciones de finales de la Edad Media: un pesado artilugio de metal negro y madera oscura con un gran tornillo encima. La plancha redonda era de obsidiana, con el brillo de la tinta. Reflejaba nuestra luz como un espejo demoniaco.

Habia una hoja de papel grueso sobre la bandeja de la prensa. Cuando me acerque, vi que estaba impresa en parte, una prueba desechada, y que estaba en ingles. «El fantasma en el anfora -rezaba el titulo-. Los vampiros desde la tragedia griega hasta la tragedia moderna.»

Y el autor: «Bartholomew Rossi».

Dracula debia estar esperando mi exclamacion de asombro.

– Como ve, conozco las mejores obras de investigacion modernas. Estoy a la ultima, como quien dice. Cuando no puedo conseguir una obra publicada, o la quiero enseguida, a veces la imprimo yo mismo. Pero aqui hay algo que le interesara mucho. -Senalo una mesa que habia detras de la imprenta, sobre la que descansaban una serie de xilografias. La mas grande, apoyada de pie para que se viera, era el dragon de nuestros libros (el mio y el de Paul), invertido, por supuesto. Reprimi con dificultad una exclamacion estentorea-. Esta sorprendido -dijo Dracula, acercando su luz al dragon. Sus lineas me resultaban tan familiares que habria podido tallarlas con mi propia mano-. Creo que conoce muy bien esta imagen.

– Si -Aprete con fuerza mi vela-. ?Imprimio usted el libro? ?Cuantos existen?

– Mis monjes imprimieron algunos, y yo he continuado su obra -me dijo en voz baja, mientras contemplaba la xilografia-. Casi he cumplido mi ambicion de imprimir mil cuatrocientos cincuenta y tres ejemplares, pero poco a poco, para tener tiempo de distribuirlos en el curso de mis desplazamientos ?Le dice algo ese numero?

– Si -conteste al cabo de un momento-. Es el ano de la caida de Constantinopla.

– Imaginaba que se daria cuenta -me dijo con una amarga sonrisa-. Es la peor fecha de la historia.

– A mi me parece que hay muchas mas que se disputan ese honor -dije, pero el estaba negando con la gran cabeza que se alzaba sobre sus grandes hombros.

– No -dijo.

Levanto la vela y a su luz vi que sus ojos brillaban, rojos en las profundidades de sus cuencas como los de un lobo, llenos de odio. Era como ver una mirada muerta cobrar vida de repente. Habia pensado que sus ojos eran brillantes, pero ahora estaban repletos de luz.

Yo no podia hablar. No podia apartar la vista de el. Al cabo de un segundo, se volvio y contemplo el dragon.

– Ha sido un buen mensajero -dijo en tono pensativo.

– ?Fue usted quien dejo mi libro?

– Digamos que yo lo arregle. -Extendio los dedos para tocar el bloque tallado-. Soy muy cuidadoso en lo tocante a su distribucion. Solo van dirigidos a los estudiosos mas importantes, y a quienes considero lo bastante obstinados para seguir al dragon hasta su guarida. Y usted es el primero que lo ha conseguido. Le felicito. Desperdigo a mis demas ayudantes por el mundo, con el fin de que continuen mi investigacion.

– Yo no le segui -me atrevi a decir-. Usted me trajo aqui.

– Ah… -De nuevo la curvatura de aquellos labios rubi, el temblor del largo bigote-. No estaria aqui si no hubiera querido venir. Nadie mas ha hecho caso omiso de mi advertencia dos veces en su vida. Usted se ha traido a si mismo.

Mire la antigua imprenta y la xilografia del dragon.

– ?Que quiere que haga?

No deseaba despertar su ira con preguntas. La noche siguiente podria matarme, si asi lo queria, en el caso de que yo no encontrara una escapatoria durante las horas de luz diurna, pero no pude evitar la pregunta.

– Espero desde hace mucho tiempo que alguien catalogue mi biblioteca -dijo-. Manana podra examinarla con entera libertad. Esta noche hablaremos.

Volvio hacia nuestras butacas con su paso lento y energico. Sus palabras me infundieron grandes esperanzas. Al parecer, no se proponia matarme esa noche, y ademas yo sentia una gran curiosidad. No estaba sonando. Estaba hablando con alguien que habia vivido mas historia de la que ningun historiador podia esperar estudiar, siquiera de manera rudimentaria durante su carrera. Le seguia una prudente distancia, y volvimos a sentarnos ante el fuego. Cuando me acomode, observe que la mesa en la que habia dejado mis fuentes vacias de la cena habia desaparecido, y en su lugar habia una confortable otomana, sobre la cual apoye mis pies con cautela. Dracula estaba sentado muy tieso en su gran butaca.

Aunque era alta, de madera, medieval, la mia estaba tapizada para acentuar la comodidad, al igual que mi otomana, como si hubiera pensando en agasajar a su invitado con algo adecuado a las debilidades modernas.

Estuvimos sentados en silencio durante largos minutos, y ya empezaba a preguntarme si seguiriamos asi toda la noche cuando volvio a hablar.

– En vida, amaba los libros -dijo. Se volvio hacia mi un poco, de modo que pude ver el destello de sus ojos y el brillo de su pelo desgrenado-. Tal vez no sepa usted que yo era una especie de erudito. No parece que lo sepa mucha gente. -Hablaba en tono desapasionado-. Sabra que los libros de mis tiempos eran de tematica limitada. En mi vida mortal, vi sobre todo los textos que la Iglesia sancionaba, los Evangelios y los comentarios ortodoxos sobre ellos, por ejemplo. Al final, estas obras no me sirvieron de nada. Y cuando me sente por primera vez en el trono que me pertenecia por derecho, las grandes bibliotecas de Constantinopla habian sido destruidas. Lo que quedaba de ellas, en los monasterios, no pude verlo con mis propios ojos. -Tenia la mirada clavada en el fuego-. Pero contaba con otros recursos. Los mercaderes me traian libros extranos y maravillosos de muchos lugares. De Egipto, de Tierra Santa, de las grandes ciudades de Occidente. Gracias a ellos me familiarice con las ciencias ocultas de la antiguedad. Como sabia que no podia aspirar a un paraiso celestial -de nuevo el tono desapasionado-, me converti en historiador con el fin de conservar mi propia historia eternamente.

Guardo silencio un rato, pero yo tenia miedo de hacer mas preguntas. Por fin parecio animarse, y dio unos golpecitos en el brazo de su butaca.

– Ese fue el principio de mi biblioteca.

Ahora, al fin, la curiosidad se impuso, aunque me costo articular la pregunta.

– Pero ?continuo coleccionando libros despues de su… muerte?

– Oh, si. -Se volvio para mirarme, tal vez porque habia hecho la pregunta por voluntad propia, y me dedico una sonrisa sombria. Sus ojos, hundidos a la luz del fuego, eran terribles-. Ya le he dicho que, en el fondo, era un erudito, ademas de un guerrero, y estos libros me han hecho compania durante mis largos anos. De los libros se pueden aprender muchas cosas de naturaleza practica, el arte de gobernar, las tacticas guerreras de los grandes generales. Pero tengo muchos tipos de libros. Ya lo vera manana.

– ?Que quiere que haga en su biblioteca?

– Como ya he dicho, catalogarla. Nunca he hecho un inventario completo de mis

posesiones, de su origen y estado. Esa sera su primera tarea, y la llevara a cabo con mas celeridad y

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