encontre nada. Helen deslizo la de ella y busco detras de la talla.
– ?Paul! -exclamo en voz baja.
Yo tantee en la oscuridad. Habia un tirador, un tirador grande de hierro frio, y cuando lo empuje, el dragon se elevo con facilidad de su espacio bajo el peldano, sin afectar a las demas piedras que lo rodeaban ni al peldano de arriba. Entonces vimos que se trataba de una hermosa obra de arte, con un tirador de hierro en forma de bestia con cuernos hincado en ella, con la probable intencion de poder cerrarla cuando se bajaban los estrechos escalones de piedra que se abrian ante nosotros. Helen tomo una segunda vela y yo me apodere de las cerillas. Entramos a gatas (recorde de repente la apariencia magullada y aranada de Rossi, su ropa rota, y me pregunte si le habrian arrastrado mas de una vez a traves de esta abertura), pero pronto pudimos bajar erguidos los peldanos.
Ahora el aire era frio y humedo en extremo, y yo me esforce por controlar mis temblores y sujetar con fuerza a Helen, quien tambien temblaba, durante el empinado descenso. Al pie de los quince escalones habia un pasadizo, infernalmente oscuro, si bien nuestras velas revelaron candelabros de hierro fijos a las paredes, como si en otro tiempo hubiera estado iluminado. Al final del pasadizo (una vez mas, calcule que lo habiamos recorrido en quince pasos, pues tuve buen cuidado de contarlos) habia una puerta de pesada madera muy vieja, astillada en la parte inferior, con un siniestro pomo, un ser con cuernos largos de hierro forjado. Intui sin verlo que Helen alzaba su pistola. La puerta estaba encajada con firmeza en el marco, pero al examinarla con mas detenimiento descubri que tenia echado el cerrojo por el lado donde estabamos. Forcejee con el pesado picaporte, y despues abri la puerta con un lento miedo que casi derritio mis huesos.
Al entrar, la luz de nuestras velas, aunque debil, ilumino una camara inmensa. Habia mesas cerca de la puerta, mesas largas de antiquisima solidez, y estanterias vacias. El aire de la estancia era sorprendentemente seco despues del frio del pasadizo, como si contara con un sistema de ventilacion secreto o estuviera excavada en un hueco de tierra protegido. Nos paramos, sin soltarnos, y aguzamos el oido, pero no se oia nada en la sala. Desee con todas mis fuerzas ver lo que habia al otro lado de la oscuridad. Lo siguiente que capto nuestra luz fue un candelabro de brazos lleno de velas medio quemadas. A continuacion vimos altos
armarios, y examine uno con cautela. Estaba vacio.
– ?Esto es la biblioteca? -pregunte-. Aqui no hay nada.
Nos paramos de nuevo para intentar captar algun sonido, y la pistola de Helen brillo a la luz. Pense que tendria que haberme ofrecido a empunarla, a utilizarla en caso necesario, pero nunca habia manejado un arma, y ella era una excelente tiradora, tal como yo sabia muy bien.
– Mira, Paul.
Senalo con la mano libre, y vi lo que habia llamado su atencion.
– Helen -dije, pero ya se me habia adelantado. Al cabo de un segundo, mi luz se poso sobre una mesa que no habia iluminado antes, una gran mesa de piedra. Un instante despues descubri que no era una mesa, sino un altar… No, no era un altar; era un sarcofago.
Habia otro cerca. ?Habria sido esto la prolongacion de la cripta del monasterio, un lugar donde los abades podian descansar en paz, lejos de las antorchas bizantinas y las catapultas otomanas? Entonces vimos al otro lado el sarcofago mas grande de todos. En un costado habia grabada una palabra: DRACULA. Helen levanto la pistola y yo aferre mi estaca. Ella avanzo un paso y yo la segui.
En aquel momento oimos un estruendo detras de nosotros, a lo lejos, y ruido de pasos y cuerpos arremolinados, que casi ahogo el tenue sonido que surgia de las tinieblas, al otro lado de la tumba, como de tierra seca que se desmoronara. Saltamos hacia delante al unisono y miramos. El sarcofago mas grande no tenia tapa y estaba vacio, al igual que los otros dos. Y aquel sonido: en la oscuridad, un pequeno animal avanzaba a traves de las raices del arbol.
Helen disparo hacia la oscuridad y se oyo un estallido de tierra y guijarros. Corri hacia delante con mi luz. El final de la biblioteca era un callejon sin salida, con algunas raices que colgaban del techo abovedado. En el hueco de la pared posterior, que tal vez habia alojado un icono en otro tiempo, vi un reguero de lodo negro sobre las piedras desnudas.
?Sangre? ?Humedad que rezumaba de la tierra?
La puerta de la sala se abrio con estrepito y giramos en redondo, con mi mano sobre el brazo libre de Helen. A la luz de nuestras velas aparecieron un farol, linternas, formas que corrian, un grito. Era Ranov, y con el una figura alta cuya sombra salto hacia delante para envolvernos: Geza Jozsef, y un aterrorizado hermano Ivan pisandole los talones. Le seguia un nervudo y menudo burocrata con traje y sombrero oscuros, adornado con un poblado bigote oscuro. Tambien habia otra figura, que se movia vacilante, y cuyo lento avance debia haberles retrasado: Stoichev. Su cara era una extrana mezcla de miedo, arrepentimiento y curiosidad, y tenia un morado en la mejilla. Sus viejos ojos se encontraron con los nuestros durante un largo y pesaroso momento, y despues movio los labios, como si diera gracias a Dios por vernos vivos.
Geza y Ranov se plantaron ante nosotros en una fraccion de segundo. Ranov me apunto con una pistola, y Geza hizo lo propio con Helen, mientras el monje contemplaba la escena boquiabierto y Stoichev esperaba, silencioso y precavido, detras de ellos. El burocrata del traje oscuro se mantuvo fuera del circulo de luz.
– Suelte la pistola -dijo Ranov a Helen, y ella obedecio. La rodee con mi brazo, pero poco a poco. A la luz tenebrosa de las velas, sus rostros parecian mas que siniestros, excepto el de Stoichev. Comprendi que se habria atrevido a sonreirnos de no haber estado tan asustado.
– ?Que demonios estas haciendo aqui? -pregunto Helen a Geza antes de que yo pudiera impedirselo.
– ?Que demonios haces tu aqui, querida? -fue su unica respuesta. Parecia mas alto que nunca, vestido con camisa y pantalones claros, y pesadas botas de montana. No me habia dado cuenta en el congreso de que me caia fatal.
– ?Donde esta el? -gruno Ranov, mirandonos fijamente a Helen y a mi.
– Esta muerto -dije-. Ustedes han venido a traves de la cripta. Tienen que haberle visto.
Ranov fruncio el ceno.
– ?De que esta hablando?
Algo, una intuicion que debia a Helen, me aconsejo no continuar hablando.
– ?Que quiere decir? -pregunto Helen con frialdad. Geza la apunto con un poco mas de precision.
– Ya sabes lo que queremos decir, Elena Rossi. ?Donde esta Dracula?
Esto era mas facil de contestar, y deje que Helen se adelantara.
– No esta aqui, eso es evidente -dijo con su voz mas desagradable-. Puedes examinar su tumba.
En este momento, el pequeno burocrata avanzo un paso, como si fuera a hablar.
– Quedese con ellos -dijo Ranov a Geza. Se movio con cautela entre las mesas, paseando la vista a su alrededor. Comprendi que nunca habia estado aqui. El burocrata del traje oscuro le siguio sin decir palabra. Cuando llegaron al sarcofago, Ranov alzo su farol y la pistola, y miro con cautela el interior-. Esta vacio -dijo a Geza. Se volvio hacia los otros dos sarcofagos-. ?Que es esto? Vengan a ayudarme.
El burocrata y el monje obedecieron. Stoichev les siguio mas despacio, y pense ver cierto brillo en su rostro mientras contemplaba las mesas y armarios vacios. Solo pude hacer conjeturas acerca de sus deducciones.
Ranov ya estaba escudrinando los sarcofagos.
– Vacios -dijo jadeante-. No esta aqui. Registren la sala. -Geza Jozsef ya estaba avanzando entre las mesas, proyectando la luz hacia todas las paredes y abriendo armarios-. ?Le han oido o visto?
– No -conteste, sin mentir demasiado. Me dije que, con tal de que no hicieran dano a Helen, con tal de que la dejaran marchar, consideraria un exito esta expedicion. Era la unica vida por la que suplicaria. Tambien pense, con fugaz gratitud, en lo que se habia ahorrado Rossi.
Geza profirio algo que debia ser una maldicion en hungaro, porque Helen parecio a punto de sonreir pese al arma que apuntaba a su corazon.
– Es inutil -dijo al cabo de un momento-. La tumba de la cripta esta vacia, y esta tambien. El nunca volvera a este lugar, puesto que lo hemos descubierto.
Tarde un momento en asimilar esto. ?La tumba de la cripta estaba vacia? Entonces, ?donde se hallaba el cuerpo de Rossi que acababamos de abandonar alli?
Ranov se volvio hacia Stoichev.
– Diganos que hay aqui.
Habian bajado sus armas por fin, y yo aprete a Helen contra mi, lo cual provoco que Geza me dirigiera una mirada avinagrada, aunque no dijo nada.