Stoichev alzo su farol como si hubiera estado esperando este momento. Fue a la mesa mas cercana y dio unos golpecitos sobre la madera.
– Me parece que son de roble -dijo poco a poco-, y podrian ser de diseno medieval. – Examino debajo de la mesa la ensambladura de una pata. Dio unos golpecitos en un armario-. Pero no se gran cosa sobre muebles.
Esperamos en silencio.
Geza propino una patada a la pata de una mesa.
– ?Que voy a decir al ministro de Cultura? Que Valaquia nos pertenecio. Era un prisionero hungaro y su pais era territorio nuestro.
– ?Por que no discutimos sobre eso cuando le encontremos? -gruno Ranov.
Cai en la cuenta de repente de que el unico idioma comun entre ellos era el ingles, y de que se detestaban. En aquel momento supe a quien me recordaba Ranov. Con su cara robusta y espeso bigote oscuro se parecia a las fotografias que habia visto del joven Stalin. Gente como Ranov y Geza ocasionaban danos minimos solo porque su poder era minimo.
– Dile a tu tia que sea mas cuidadosa con sus llamadas telefonicas. -Geza dirigio una mirada torva a Helen, y senti que ella se ponia rigida contra mi-. Deje a este maldito monje vigilando el lugar -indico a Ranov, y este dio una orden que provoco temblores en el pobre Ivan. En aquel momento la luz del farol de Ranov se desvio en otra direccion.
Habia estado examinando las mesas subiendo y bajando el farol. Ahora su luz cayo de soslayo sobre el pequeno burocrata del traje oscuro, quien aguardaba en silencio junto al sarcofago de Dracula. Tal vez no me habria fijado en su cara de no haber sido por su extrana expresion, una expresion de dolor intimo, iluminado de repente por el farol. Vi el rostro demacrado bajo el desalinado bigote y el brillo familiar de los ojos.
– ?Helen! -grite-. ?Mira!
Ella le examino con detenimiento.
– ?Que?
Geza se volvio hacia ella al momento.
– Este hombre… -Helen estaba horrorizada-. Ese hombre… es…
– Un vampiro -termine-. Nos ha seguido desde nuestra universidad de Estados Unidos.
Apenas habia empezado a hablar, cuando el ser emprendio la huida. Se habia precipitado en nuestra direccion para escapar, pero tropezo con Geza, quien intento sujetarle, aunque Ranov fue mas rapido. Agarro al bibliotecario, cayeron al suelo, y despues nuestro guia dio un salto hacia atras al tiempo que lanzaba un grito, y el bibliotecario continuo su huida.
Ranov se volvio y disparo contra la figura antes de que se alejara demasiado. Durante un segundo permanecio inmovil. Fue como si hubiera disparado al aire. Despues el bibliotecario se esfumo con tal celeridad que no supe si habia llegado al pasadizo o se habia esfumado ante nuestros ojos. Ranov corrio tras el y atraveso la puerta, pero regreso casi enseguida. Todos le miramos. Tenia el rostro blanco, se aferraba la tela desgarrada de su chaqueta y un hilillo de sangre manaba entre sus dedos. Al cabo de un largo momento hablo.
– ?Que esta pasando aqui?
Su voz temblaba.
Geza meneo la cabeza.
– Dios mio -dijo-. Le ha mordido. -Retrocedio un paso-. Y yo he estado solo con ese hombre varias veces. Dijo que nos diria donde podiamos encontrar a los norteamericanos, pero nunca me dijo que fuera…
– Pues claro que no -dijo Helen con desden, aunque yo intente acallarla-. Queria encontrar a su amo, seguirnos para llegar hasta el, no matarte. Vivo le eras mas util. ?Te entrego nuestras notas?
– Cierra el pico.
Geza parecio a punto de abofetearla, pero percibi el miedo y el asombro en su voz, y yo la aleje con delicadeza.
– Vengan. -Ranov nos estaba haciendo senas con su pistola, mientras se apretaba el hombro herido con la otra mano-. Me han sido muy poco utiles. Quiero que vuelvan a Sofia y suban a un avion lo antes posible. Tienen suerte de que no me hayan dado permiso para hacerlos desaparecer. Seria demasiado incomodo.
Pense que iba a darnos una patada, como Geza habia hecho con la pata de la silla, pero se volvio y nos condujo fuera de la biblioteca. Obligo a Stoichev a pasar delante. Supuse, con una punzada de pesar, lo que el pobre hombre habria sufrido en el curso de aquella persecucion. No habia sido intencion de Stoichev que nos siguieran. Lo sabia por la expresion pesarosa que habia visto en su cara al entrar en la camara. ?Habria conseguido regresar a Sofia antes de que le obligaran a dar media vuelta para seguirnos? Confie en que la reputacion internacional de Stoichev le protegeria de posteriores maltratos, tal como habia ocurrido en el pasado. Pero Ranov… Eso era lo peor. Ranov volveria, contaminado, a sus responsabilidades con la policia secreta. Me pregunte si Geza intentaria hacer algo al respecto, pero el rostro del hungaro estaba tan sombrio que no me atrevi a dirigirle la palabra.
Mire por ultima vez desde la puerta el majestuoso sarcofago, que habia descansado alli durante casi quinientos anos. Su ocupante podia estar ahora en cualquier lugar, o camino de cualquier lugar. Al final de la escalera, pasamos a gatas uno tras otro por la abertura (rece para que ninguna de las pistolas se disparara), y entonces vi algo muy extrano. El relicario de san Petko estaba abierto sobre su pedestal. Debian de haber utilizado algunas herramientas para abrirlo, puesto que nosotros no habiamos podido hacerlo antes. La losa de marmol que habia debajo estaba en su sitio y cubierta con la tela bordada. Helen me dirigio una mirada inexpresiva. Miramos el relicario al pasar y vimos en el interior algunos fragmentos de hueso, un craneo pulido, todo lo que quedaba del martir.
Al salir a la noche, vimos una confusion de coches y gente. Por lo visto, Geza habia llegado con un sequito, dos de cuyos miembros vigilaban las puertas de la iglesia. Dracula no habia escapado por aqui, pense. Las montanas se cernian sobre nosotros, mas oscuras que el cielo oscuro. Algunos aldeanos se habian enterado de la llegada y habian acudido con antorchas encendidas. Retrocedieron cuando Ranov avanzo, miraron su chaqueta rota y ensangrentada, con el rostro tenso a la luz fluctuante. Stoichev tomo mi brazo. Su cabeza oscilo cerca de mi oido.
– La cerramos -susurro.
– ?Que?
Me incline para escucharle.
– El monje y yo fuimos los primeros en bajar a la cripta, mientras esos… esos matones registraban la iglesia y el bosque en busca de ustedes. Vimos al hombre de la tumba, no era Dracula, y comprendi que ustedes habian estado alli. Asi que la cerramos, y cuando bajaron, solo abrieron el relicario. Estaban tan furiosos, que pense que iban a tirar los huesos del pobre santo. -El hermano Ivan parecia bastante corpulento, pero la fragilidad del profesor Stoichev debia ocultar una peculiar fuerza. Stoichev me miro fijamente-. Pero ?quien estaba en esa tumba si no era…?
– El profesor Rossi -susurre. Ranov estaba abriendo las puertas del coche y nos ordeno subir.
Stoichev me dirigio una mirada rapida y elocuente.
– Lo siento muchisimo.
Asi fue como deje que mi mas querido amigo descansara en Bulgaria. Que duerma en paz hasta el fin de los tiempos.
75
Despues de nuestra aventura en la cripta, el salon de los Bora se nos antojo un paraiso en la tierra. Significo un exquisito alivio estar en aquella casa, con tazas de te caliente en la mano (hacia un frio poco usual para un mes de junio), y Turgut nos sonreia desde los cojines del divan. Helen se habia quitado los zapatos en la puerta del apartamento y los habia sustituido por unas zapatillas rojas con borlas que le presto la senora Bora. Selim Aksoy tambien estaba presente, sentado en silencio en un rincon, y Turgut se encargaba de traducir todo a la senora Bora.
– ?Estais seguros de que la tumba estaba vacia? -pregunto por segunda vez Turgut, como si quisiera