monasterio que pudiera alojar a los monjes?
– Una buena pregunta, amigo mio -comento con aire solemne Turgut-. Pero debo decirte que hubo cierto numero de iglesias y monasterios en Estambul desde el mismisimo principio de la dominacion otomana. El sultan tuvo la bondad de permitirlos.
Helen meneo la cabeza.
– Despues de dar permiso a su ejercito para que destruyera casi todas las iglesias de la ciudad o se apoderara de ellas para convertirlas en mezquitas.
– Es cierto que el sultan Mehmet conquisto la ciudad y permitio que sus tropas se entregaran al pillaje durante tres dias -admitio Turgut-, pero no lo hubiera hecho si la ciudad se hubiera rendido en lugar de resistir. De hecho, ofrecio un acuerdo pacifico.
Tambien esta escrito que cuando entro en Constantinopla y vio los danos que habian causado sus soldados (los edificios destruidos, las iglesias profanadas, los ciudadanos asesinados) lloro por la hermosa ciudad. Desde aquel momento permitio que abrieran cierto numero de iglesias y concedio muchas ventajas a los habitantes bizantinos.
– Tambien hizo esclavos a mas de cincuenta mil de ellos -replico Helen con sequedad-. No lo olvide.
Turgut le dedico una sonrisa de admiracion.
– Madame, es usted implacable. Yo solo queria demostrar que nuestros sultanes no fueron monstruos. En cuanto conquistaban una region, se mostraban mas bien permisivos, para lo que eran aquellos tiempos. Era la conquista lo que no se hacia de forma placentera. – Senalo la pared del fondo del archivo-. Alli esta Su Gloriosa Majestad Mehmet en persona, por si quieren saludarle.
Yo me acerque a mirar, aunque Helen se nego a moverse de donde estaba, testaruda. La reproduccion enmarcada (la copia barata de una acuarela, al parecer) mostraba a un hombre corpulento, sentado, con un turbante blanco y rojo. Tenia la piel clara y una barba delicada, con cejas caligraficas y ojos color avellana. Sostenia una sola rosa frente a su gran nariz aguilena, que olia mientras miraba a la distancia. A mi me parecio mas un sufi mistico que un conquistador cruel.
– Una imagen bastante sorprendente -comente.
– Si. Fue un fervoroso mecenas de las artes y la arquitectura, y construyo muchos edificios hermosos. -Turgut se dio unos golpecitos en la barbilla con un grueso dedo-. Bien, amigos mios, ?que opinais de esta informacion que Selim Aksoy ha descubierto?
– Es interesante -dije por cortesia-, pero no veo como nos ayudara a descubrir la tumba.
– Yo tampoco -reconocio Turgut-. Sin embargo, observo cierta similitud entre este parrafo y el fragmento de la carta que te lei esta manana. Los sucesos ocurridos en la tumba de Snagov, fueran cuales fueran, tuvieron lugar en el mismo ano: 1477. Ya sabemos que es el ano posterior a la muerte de Dracula y que un grupo de monjes estaba muy preocupado por algo que ocurrio en Snagov. ?Pudieron ser los mismos monjes que vinieron a Estambul, o se trataba de otro grupo relacionado con Snagov?
– Es posible -admiti-, pero no es mas que una conjetura. Esta informacion solo documenta que los monjes procedian de los Carpatos. Los Carpatos debian estar llenos de monasterios en aquella epoca. ?Como podemos estar seguros de que procedian del monasterio de Snagov? ?Que opinas, Helen?
Debi pillarla por sorpresa, porque descubri que me estaba mirando con una especie de anhelo que nunca habia percibido en su cara. La impresion, sin embargo, se desvanecio al instante, y pense que la habia imaginado o que tal vez estaba pensando en su madre y en nuestro inminente viaje a Hungria. Fueran cuales fueran sus pensamientos, se recupero al instante.
– Si, habia muchos monasterios en los Carpatos. Paul tiene razon. No podemos relacionar a los dos grupos sin mas informacion.
Tuve la impresion de que Turgut parecia decepcionado, y empezo a decir algo, pero en aquel momento nos interrumpio una exclamacion ahogada. Era el senor Erozan, que todavia reposaba sobre la chaqueta de Turgut.
– ?Se ha desmayado! -grito Turgut-. Aqui estamos, charlando como cotorras… – Acerco el ajo de nuevo a la nariz de su amigo, y el hombre farfullo y revivio un poco- Hemos de llevarle a casa, deprisa. Profesor, madame, ayudadme. Llamaremos un taxi y le llevaremos a mi apartamento. Mi esposa y yo le cuidaremos. Selim se quedara al frente del archivo. Ha de abrir dentro de unos minutos.
Dio a Aksoy unas veloces ordenes en turco.
Despues Turgut levanto al palido y debil hombre del suelo, le enderezo entre nosotros y le condujo con cuidado hacia la puerta posterior. Helen nos siguio con la chaqueta de Turgut, cruzamos el callejon, y un momento despues salimos al sol de la manana. Cuando la luz bano el rostro del senor Erozan, este dio un respingo, se encogio contra mi hombro y alzo una mano para taparse los ojos, como para parar un golpe.
36
La noche que pase en aquella granja de Boulois, con Barley al otro lado de la habitacion, fue una de las mas insomnes de mi vida. Nos acostamos alrededor de las nueve, puesto que no habia gran cosa que hacer, salvo escuchar a las gallinas y ver la luz desvanecerse sobre los combados techos de los corrales. Ante mi asombro, descubrimos que no habia luz electrica en la granja («?No te has dado cuenta de que no hay cables?», pregunto Barley), y la granjera nos presto un farol y dos velas antes de desearnos buenas noches. Debido a su luz, las sombras de los muebles antiguos aumentaron de altura y se cernieron sobre nosotros. El bordado que colgaba de la pared oscilo un poco.
Al cabo de unos cuantos bostezos, Barley se acosto vestido en una cama y no tardo en caer dormido. Yo no me atrevi a imitarle, pero tambien tenia miedo de dejar arder las velas toda la noche. Por fin, las apague y deje tan solo la luz del farol, la cual consiguio intensificar de una forma horripilante las sombras que me rodeaban, asi como la oscuridad que revelaba nuestra unica ventana. Las enredaderas murmuraban contra el cristal, los arboles parecieron acercarse mas y un ruido amortiguado, que habrian podido ser buhos o palomas, llego hasta mi cuando me aoville en la cama. Barley se me antojaba muy lejos. Antes me habia alegrado de tener camas separadas, porque asi no habria problemas a la hora de dormir, pero ahora desee que nos hubieramos visto obligados a dormir espalda contra espalda.
Despues de permanecer acostada el tiempo suficiente para sentirme petrificada en una sola posicion, vi que una luz suave se insinuaba poco a poco sobre las tablas del piso a traves de la ventana. La luna estaba saliendo, y con ella senti que mi terror se despertaba, como si un viejo amigo hubiera venido a hacerme compania. Intente no pensar en mi padre. En cualquier otro viaje habria estado con el, acostado en la otra cama con su decoroso pijama, el libro abandonado a su lado. Habria sido el primero en fijarse en esta vieja granja, habria sabido que la parte central se remontaba a los tiempos de Aquitania, habria comprado tres botellas de vino a la agradable granjera y hablado de vinedos con ella.
Me pregunte, bien a mi pesar, que haria si mi padre no sobrevivia a su viaje a Saint Matthieu. No podria regresar a Amsterdam, pense, sola en casa con la senora Clay. Eso solo serviria para exacerbar el dolor de mi corazon. En el sistema educativo europeo, me faltaban aun dos anos para ir a la universidad. Pero ?quien me acogeria antes de eso?
Barley volveria a su vida habitual. No podia esperar que siguiera preocupandose por mi.
Paso por mi mente Master James, con su triste sonrisa y las entranables arrugas alrededor de los ojos. Despues pense en Giulia y Massimo, en su villa de Umbria. Vi a Massimo sirviendome vino («?Y tu que estudias, encantadora hija?»), y Giulia diciendo que debian darme la mejor habitacion. No tenian hijos. Querian a mi padre. Si mi mundo se desmoronaba, iria a verles.
Apague el farol, mas valiente, y fui de puntillas a echar un vistazo al exterior. Solo pude vislumbrar la luna, semioculta en un cielo de nubes desgarradas. Sobre ella se deslizo una sombra que conocia demasiado bien… No, solo fue un momento, y no era mas que una nube, ?verdad? ?Las alas extendidas, la cola enroscada? Se desvanecio al instante, pero yo me fui a la cama de Barley, y estuve temblando durante horas contra su espalda dormida.
Las diligencias para transportar al senor Erozan hasta el salon de Turgut, donde quedo tendido en uno de los largos divanes, palido pero sereno, nos ocuparon casi toda la manana.
