– Ah, una conferencia. Pronunciaras una conferencia. Es el truco para entrar en el pais.
– ?Una conferencia sobre que, por favor?
– Sobre la presencia otomana en Transilvania y Valaquia, me parece. Mi tia ha tenido la amabilidad de anadirla al programa. No sera una conferencia larga, porque los otomanos nunca lograron conquistar del todo Transilvania. Pense que era un buen tema para ti porque ya sabemos muchas cosas sobre Vlad, y el fue fundamental para mantener a raya a los otomanos en su tiempo.
– Bueno para ti -resople-. Eres tu quien sabe mucho sobre Vlad Dracula. ?Me estas diciendo que he de aparecer ante un encuentro internacional de estudiosos y hablar de Dracula? Haz el favor de recordar por un momento que el tema de mi tesis son los gremios mercantiles holandeses, y ni siquiera la he terminado. ?Por que no das tu la conferencia?
– Eso seria ridiculo -dijo Helen, y enlazo las manos sobre el periodico-. Yo no valgo ni un penique. Todo el mundo me conoce ya en la universidad, y todo el mundo se ha aburrido varias veces con mi trabajo. Tener a un estadounidense anadira un poco mas de brillo a la escena, y me estaran agradecidos por llevarte, aunque haya sido en el ultimo momento.
Tener a un estadounidense hara que se sientan menos avergonzados sobre el miserable hostal de la universidad y los guisantes enlatados que serviran a todo el mundo en la gran cena de clausura. Yo te ayudare a escribir la conferencia, o te la escribire, si vas a ponerte tan desagradable, y la pronunciaras el sabado. Creo que mi tia dijo que seria a eso de la una.
Rezongue. Era la persona mas imposible que habia conocido en mi vida. Se me ocurrio que aparecer con ella en Budapest podia significar una desventaja politica mas grande de lo que Helen deseaba admitir.
– Bien, ?que tienen que ver los otomanos en Valaquia o Transilvania con los problemas laborales europeos?
– Ah, ya encontraremos una manera de introducir algunos problemas laborales. Esa es la belleza de la solida educacion marxista que tu no tuviste el privilegio de recibir. Creeme, puedes encontrar problemas laborales en cualquier tema si te esfuerzas en buscarlos.
Ademas, el imperio otomano era un gran poder economico, y Vlad entorpecio sus rutas comerciales y el acceso a los recursos naturales en la region del Danubio. No te preocupes.
Sera una conferencia fascinante.
– ?Dios mio! -dije por fin.
– No. -Helen meneo la cabeza-. Dios no, por favor. Solo relaciones laborales.
No pude reprimir una carcajada, ni admirar en silencio el brillo de sus ojos oscuros.
– Solo espero que nadie se entere de esto en la universidad. Ya imagino lo que diria el tribunal de mi tesis. Por otra parte, creo que a Rossi le habria gustado todo este montaje.
Me puse a reir de nuevo, al imaginar el brillo travieso en la mirada azul electrico de Rossi, pero pare enseguida. Pensar en el se estaba convirtiendo en algo tan doloroso que apenas podia soportarlo. Aqui estaba yo, al otro lado del mundo del despacho donde le habia visto por ultima vez, y tenia todos los motivos para creer que nunca volveria a verle vivo y que tal vez no sabria nunca que habia sido de el. Nunca se convirtio en una extension larga y desolada ante mi durante un segundo, y despues deseche el pensamiento. Nos ibamos a Hungria para hablar con una mujer que, en teoria, le habia conocido (le habia conocido intimamente) mucho antes que yo, cuando estaba a punto de iniciar su busqueda de Dracula. Era una pista que no podiamos desperdiciar. Si tenia que dar una conferencia de charlatan para ello, lo haria.
Helen me estaba contemplando en silencio y percibi, no por primera vez, su habilidad sobrenatural para leer mis pensamientos. Lo confirmo al cabo de un momento.
– Vale la pena, ?no?
– Si.
Aparte la vista.
– Muy bien -dijo en voz baja-. Y me alegro de que vayas a conocer a mi tia, que es maravillosa, y a mi madre, que tambien es maravillosa, pero de una forma diferente, y de que ellas te conozcan.
La mire enseguida (la ternura de su voz habia provocado que mi corazon se encogiera de repente), pero su rostro habia recuperado la expresion habitual de ironia cautelosa.
– ?Cuando nos iremos? -pregunte.
– Recogeremos nuestros visados manana por la manana y volaremos al dia siguiente, si no hay problemas con los billetes. Mi tia me ha dicho que debemos ir al consulado cae Hungria antes de que abra manana y llamar al timbre de la puerta, a eso de las siete y media. Desde alli iremos a la agencia de viajes y reservaremos los billetes de avion. Si no hay asientos, tendremos que tomar el tren, lo cual implicaria un viaje muy largo.
Meneo la cabeza, pero mi repentina vision de un ruidoso tren de los Balcanes,
zigzagueando de una antigua capital a otra, me hizo confiar por un momento en que el avion estaria lleno por completo, pese al tiempo que perderiamos.
– ?Estoy en lo cierto al pensar que esto lo has heredado de tu tia mas que de tu madre?
Tal vez fue la aventura mental en tren lo que me impulso a sonreir a Fleten.
Solo vacilo un segundo.
– Correcto de nuevo, Watson. Soy muy parecida a mi tia, y gracias a Dios. Pero mi madre te gustara mas. A casi todo el mundo le pasa. Y ahora, ?puedo invitarte a cenar en nuestro local favorito para trabajar en tu conferencia mientras comemos?
– Por supuesto -acepte-, mientras no haya gitanas en las cercanias.
Le ofreci mi brazo con cautelosa ironia y ella abandono su periodico para tomarlo. Era extrano, reflexione cuando salimos a la noche dorada de las calles bizantinas, que aun en las circunstancias mas siniestras, en los episodios mas turbadores de la vida, muy lejos del hogar y la familia, habia momentos de dicha innegable. En una soleada manana en Boulois, Barley y yo subimos al tren de Perpinan.
38
El avion del viernes de Estambul a Budapest no estaba muy lleno, y cuando estuvimos acomodados entre los ejecutivos turcos vestidos de negro, los burocratas magiares de chaqueta gris que hablaban a la vez, las ancianas con chaqueta azul y panuelo en la cabeza (?iban a trabajar de limpiadoras a Budapest, o sus hijas se habian casado con diplomaticos hungaros?), apenas tuve tiempo de lamentar el viaje en tren que no habiamos hecho, porque el vuelo fue breve.
Ese viaje en tren, con las vias talladas a traves de murallas montanosas, sus espacios con bosques y precipicios, rios y ciudades feudales, tendria que esperar a mi carrera posterior, como ya sabes, y lo he hecho dos veces desde entonces. Hay algo muy misterioso para mi en el cambio que se percibe, a lo largo de esa ruta, del mundo islamico al cristiano, del imperio otomano al imperio austrohungaro, de lo musulman a lo catolico y protestante. Es una gradacion de ciudades, de arquitectura, de minaretes que van dejando paso a cupulas de iglesias, del mismisimo aspecto del bosque y la orilla del rio, de manera que poco a poco empiezas a creer que eres capaz de leer en la propia naturaleza la saturacion de historia.
?Tan diferente parece la ladera de una colina turca de la pendiente de un prado magiar?
Claro que no, pero la diferencia es imposible de borrar del ojo cuando la historia te informa desde la mente. Mas tarde, cuando recorri esta ruta, la vi tambien alternativamente apacible y banada en sangre, otro engano de la vision del historiador, siempre desgarrado entre el bien y el mal, la paz y la guerra. Tanto si imaginaba una incursion otomana por el Danubio como la primera invasion de los hunos desde el este, siempre me atormentaban imagenes conflictivas: una cabeza cortada que llegaba al campamento entre gritos de triunfo y odio, y luego la anciana (tal vez la abuela de todas las abuelas de cara arrugada que veia en el
avion) que vestia a su nieto con ropas de mas abrigo, pellizcaba su suave cara turca y extendia su mano experta para impedir que se quemara el guiso de caza.
Estas visiones me aguardaban en el futuro, pero durante nuestro viaje en avion anoraba el panorama sin saber cual era o que ideas me induciria mas adelante. Helen, una viajera mas curtida y menos entusiasta, aprovecho la oportunidad para dormir aovillada en su asiento.
Habiamos estado hasta tarde en la mesa del restaurante de Estambul dos noches seguidas, trabajando en la
