puesto en el gabinete. Despues murio en un accidente de automovil, y Eva crio a sus hijos y continuo su carrera politica. Es una mujer asombrosa. Nunca he sabido muy bien cuales son sus convicciones personales. A veces tengo la sensacion de que guarda una distancia emocional de toda creencia politica, como si solo fuera una profesion. Creo que mi tio era un hombre apasionado, un seguidor convencido de la doctrina leninista y admirador de Stalin, antes de que se conocieran sus atrocidades. No puedo decir que mi tia sea igual, pero se ha labrado una carrera admirable. Sus hijos, como resultado, han gozado siempre de todos los privilegios posibles y ella ha utilizado su poder para ayudarme a mi tambien, como ya te he dicho.
Yo estaba escuchando con gran atencion.
– ?Como fue que tu madre y tu vinisteis aqui?
Helen volvio a suspirar.
– Mi madre es doce anos menor que Eva -dijo-. Siempre fue la favorita de mi tia entre sus hermanos pequenos, y solo tenia cinco anos cuando Eva se fue a Budapest. Despues, cuando mi madre tenia diecinueve y aun era soltera, se quedo embarazada. Tenia miedo de que sus padres y la gente del pueblo se enteraran. En una cultura tan tradicional, habria corrido el peligro de ser expulsada, y hasta de morir de hambre. Escribio a Eva para pedirle ayuda, y mis tios le pagaron el viaje a Budapest. Mi tio fue a buscarla a la frontera, que estaba muy vigilada, y la llevo a la ciudad. Mi tia dijo en una ocasion que mi tio habia pagado un soborno considerable a las autoridades fronterizas. Los hungaros odiaban a los transilvanos, sobre todo despues del Tratado de Trianon. Mi madre me dijo que mi tio se habia ganado su devocion mas absoluta. No solo la rescato de una situacion terrible, sino que nunca permitio que padeciera discriminacion alguna debido a su nacionalidad. Se le rompio el corazon cuando el murio. Era la persona que la habia traido a Hungria, que le habia dado una nueva vida.
– ?Y despues naciste tu? -pregunte en voz baja.
– Y despues naci yo, en un hospital de Budapest, y mis tios contribuyeron a mi educacion.
Vivimos con ellos hasta que fui al instituto. Eva nos llevo al campo durante la guerra y encontro comida para todos, aun no se como. Mi madre tambien se educo aqui y aprendio hungaro. Siempre se nego a ensenarme rumano, aunque a veces la he oido hablar en suenos en su idioma natal. -Me dirigio una mirada amarga-. Ya ves a que redujo nuestras vidas tu amado Rossi -dijo, y torcio la boca-. De no haber sido por mis tios, mi madre habria muerto sola en algun bosque de la montana y los lobos la habrian devorado. A las dos en realidad.
– Yo tambien estoy agradecido a tus tios -dije, y despues, temeroso de su mirada sardonica, me apresure a servirle mas cafe de la cafetera metalica que habia a mi lado.
Helen no contesto, y al cabo de un momento saco unos papeles de su bolso.
– ?Repasamos la conferencia una vez mas?
El sol de la manana y el frio aire del exterior representaban una amenaza para mi. Mientras caminabamos hacia la universidad, solo podia pensar en que se estaba acercando el momento, y a marchas forzadas, en que debia pronunciar mi conferencia. Solo habia dado una conferencia antes, una presentacion conjunta con Rossi el ano anterior, cuando habia organizado un congreso sobre el colonialismo holandes. Cada uno habia escrito la mitad de la conferencia. Mi mitad habia sido un patetico intento de destilar en veinte minutos lo que yo creia que iba a ser mi tesis antes de haber escrito una sola palabra de ella. La de Rossi
habia sido un brillante y amplio tratado sobre la herencia cultural de los Paises Bajos, el poderio estrategico de la marina holandesa y la naturaleza del colonialismo. Pese a mi sensacion general de insuficiencia en lo tocante a todo el tema, me halago que me incluyera. Tambien me senti apoyado durante toda la experiencia por su rotunda y segura presencia a mi lado en el estrado, su cordial palmada en el hombro cuando le pase el testigo. Hoy estaria solo. La perspectiva era deprimente, cuando no aterradora, y solo pensar en como se las habria arreglado Rossi me tranquilizaba un poco.
La elegante Pest se extendia a nuestro alrededor, y ahora, a plena luz del dia, podia ver que su magnificencia estaba en construccion (reconstruccion, mejor dicho) alli donde todavia perduraban los efectos devastadores de la guerra. Muchas casas carecian de paredes o ventanas en sus pisos superiores, o de todos los pisos superiores, y si examinabas de cerca cada superficie, veias aun los agujeros de las balas. Ojala hubiera tenido tiempo de pasear mas y recorrer Pest a mis anchas, pero habiamos acordado que aquel dia asistiriamos a todas las sesiones matutinas del congreso, para conferir mayor legitimidad a nuestra presencia.
– Por la tarde quiero hacer otra cosa -dijo Helen con aire pensativo-. Iremos a la biblioteca de la universidad antes de que cierre.
Cuando llegamos al gran edificio donde la noche anterior se habia celebrado la recepcion, se detuvo.
– Hazme un favor.
– Desde luego. ?Cual?
– No hables con Geza Jozsef de nuestros viajes, ni de que estamos buscando a alguien.
– No es muy probable que lo haga -repuse indignado.
– Solo te estoy advirtiendo. Puede ser muy seductor. Levanto la mano enguantada en un gesto conciliador.
– De acuerdo. Sostuve la gran puerta barroca para que pasara y entramos. En una sala de conferencias del segundo piso, muchas de las personas a las que habia visto la noche anterior ya estaban sentadas en filas de sillas y hablaban con animacion o revisaban papeles.
– Dios mio -murmuro Helen-. El Departamento de Antropologia tambien ha venido.
Un momento despues se habia zambullido en saludos y conversaciones. La vi sonreir, lo mas probable a viejos amigos, colegas de anos de trabajar en su especialidad, y una oleada de soledad me invadio. Daba la impresion de que me estaba senalando, intentaba presentarme desde lejos, pero el torrente de voces y su hungaro ininteligible erigian una barrera casi palpable entre nosotros.
Justo en aquel momento senti que alguien me palmeaba el brazo, y el formidable Geza aparecio ante mi. Su apreton de manos y su sonrisa eran cordiales.
– ?Le ha gustado nuestra ciudad? -pregunto-. ?Todo esta a su gusto?
– Todo -conteste con identica cordialidad. Tenia la advertencia de Helen grabada en mi mente, pero era dificil que aquel hombre no te cayera bien.
– Ah, estoy muy contento -dijo-. ?Va a pronunciar su conferencia esta tarde? Tosi.
– Si -dije-. Si, exacto. ?Y usted? ?Va a dar una conferencia hoy?
– Oh, no, no -dijo-. En realidad, estoy investigando un tema de gran interes para mi, pero aun no estoy preparado para disertar sobre el.
– ?Cual es el tema?
No pude reprimir la pregunta, pero en aquel momento, el profesor Sandor, con su imponente copete blanco, abrio la sesion desde el estrado. La multitud se acomodo en los asientos como pajaros sobre cables telefonicos y enmudecio. Yo me sente al fondo junto a Helen y consulte mi reloj. Eran solo las nueve y media, de modo que podia relajarme un rato. Geza Jozsef se habia sentado en la primera fila. Podia ver la nuca de su hermosa cabeza. Mire a mi alrededor y tambien vi caras conocidas de la fiesta de la noche anterior.
Era una multitud interesada, algo zarrapastrosa, y todo el mundo miraba al profesor Sandor.
– Guten Morgen -trono, y el microfono chirrio hasta que un estudiante vestido con camisa azul y corbata negra subio a arreglarlo-. Buenos dias, honorables visitantes. Guten Morgen, bonjour, bienvenidos a la Universidad de Budapest. Estamos orgullosos de presentarles la primera convencion europea de historiadores de… -El microfono se puso a chirriar de nuevo y nos perdimos varias frases. Por lo visto, al profesor Sandor se le habia agotado el ingles, al menos de momento, y continuo durante unos minutos en una mezcla de hungaro, frances y aleman. Del aleman y el frances deduje que se serviria la comida a las doce y despues, ante mi horror, que yo seria el orador principal, el momento culminante del congreso, la atraccion fundamental de las jornadas, que yo era un distinguido estudioso estadounidense, un especialista no solo en la historia de los Paises Bajos, sino tambien en la economia del imperio otomano y los movimientos obreros de Estados Unidos (?se habria inventado eso tia Eva?), que mi libro sobre los gremios mercantiles holandeses en la era de Rembrandt apareceria al ano siguiente, y que tenian la inmensa fortuna de haber podido incorporarme al programa a ultima hora.
Esto era peor que mis suenos mas pesimistas, y jure que Helen me las pagaria si habia intervenido en ello. Muchos estudiosos del publico se estaban volviendo para mirarme, sonreian, cabeceaban, incluso me senalaban a otros. Helen estaba sentada seria y majestuosa a mi lado, pero algo en la curva del hombro de su chaqueta negra sugeria (solo a mi, espere) el deseo casi perfectamente oculto de reir. Intente componer tambien una actitud digna, y recordar que esto, incluso todo esto, era por Rossi.
