Sarah se acurruco en el suelo de madera y se abrazo las rodillas. Le castaneteaban los dientes. Hacia frio en la habitacion y el vestido de raso verde calentaba poco. Estaba a oscuras. La unica luz procedia de una ventana pequena muy alta; era la luz de la luna. No sabia que hora era; habia perdido la nocion del tiempo. El terror habia convertido aquella noche en una eternidad.

Cerro los ojos con fuerza, pero seguia viendo la cara de Nick, su expresion de sorpresa y dolor, y luego la sangre extendiendose por su camisa. Un dolor terrible la embargo por dentro. Dejo caer el rostro sobre las rodillas y sus lagrimas mojaron el vestido de raso.

Un momento despues levanto el rostro. Estaba segura de que iba a morir. Y la certeza le producia una paz extrana, la conviccion de que su destino era inevitable y no podia hacer nada. Estaba demasiado cansada y tenia demasiado frio para que le importara mucho. Despues de dias de terror, sentia una especie de calma.

Esa paz la ayudo a concentrarse. Sin el panico que enturbiara sus percepciones, pudo examinar la situacion con frialdad, clinicamente, como estudiaba las bacterias en el microscopio en su trabajo.

Estaba retenida en un almacen grande en el piso cuarto de un edificio viejo. La unica salida era por la puerta, que estaba cerrada. La ventana era muy pequena y estaba a mucha altura. Olia a cafe y recordo la plataforma de carga que habia visto en el piso bajo y los sacos marcados con los nombres F. Berkman, Koffie, Hele Bonen.

Penso que podia ayudarla estar en un lugar de trabajo, donde antes o despues llegarian los obreros. Pero luego recordo que era domingo y seguramente no iria nadie excepto Kronen.

Oyo unos pasos que subian las escaleras. Se abrio una puerta y volvio a cerrarse. Dos hombres hablaban en holandes. Uno era Kronen. La otra voz era baja y ronca, casi inaudible. Los pasos se acercaron a su puerta. Se quedo inmovil.

Entro luz brillante de la habitacion contigua. Trato de ver las caras de los dos hombres que habia en el umbral, pero al principio solo pudo percibir las siluetas. Kronen encendio la luz. Lo que vio la hizo encogerse.

El hombre situado mas cerca de ella no tenia rostro.

Sus ojos eran palidos, sin pestanas, y tan muertos como piedras frias. Pero la miro y sus ojos se movieron, y entonces se dio cuenta de que llevaba una mascara. Un escudo de goma color carne cubria su rostro. En el cuello llevaba una bufanda roja.

Supo quien era antes de oirle hablar. Tenia delante a Magus. El hombre al que habian encargado matar a Geoffrey.

– Senora de Simon Dance -dijo en un susurro-. Levantese para que pueda verla mejor.

Le sujeto la muneca y ella se estremecio.

– Por favor, no me haga dano. Yo no se nada, de verdad.

– ?Y por que se marcho de Washington?

– Fue la CIA. Ellos me enganaron…

– ?Para quien trabaja?

– Para nadie.

– ?Y por que vino a Amsterdam?

– Crei que encontraria a Geoffrey… es decir, Simon. Por favor, dejeme marchar.

– ?Y por que iba a hacerlo?

Sarah lo miro fijamente, incapaz de pensar una sola razon por la que debiera dejarla vivir. La mataria, por supuesto. Y ninguna suplica podria impedirlo.

Magus se volvio hacia Kronen, que parecia muy divertido.

– ?Esta es la mujer de la que hablabas? -pregunto con incredulidad-. ?Esta criatura estupida? ?Te ha costado dos semanas encontrarla?

La sonrisa de Kronen se evaporo.

– Tenia ayuda -senalo.

– Ella encontro a Eve sin ayuda.

– Es mas lista de lo que parece.

– Sin duda -la mascara se volvio hacia Sarah-. ?Donde esta su marido?

– No lo se.

– Usted encontro a Eve. Y a Helga. Seguro que sabe como encontrar a su marido.

La joven inclino la cabeza y miro al suelo.

– Esta muerto.

– Miente.

– Murio en Berlin. En el fuego.

– ?Quien lo dice? ? La CIA?

– Si.

– ?Y usted los cree?

Sarah asintio con la cabeza y el se volvio hacia Kronen con furia.

– ?Esta mujer no sirve para nada! Hemos perdido el tiempo. Si Dance sale a la luz por ella es que es idiota.

Sarah se puso rigida al oir el desprecio de su voz. Para aquel hombre, su vida valia tan poco como la de un insecto. Matarla seria facil… y solo sentiria disgusto. Un nudo de rabia atenazo su vientre. Levanto la barbilla con violencia. Si tenia que morir, no lo haria como una mosca. Trago saliva.

– Y si mi esposo sale a la luz, espero que lo envie directamente al infierno -grito.

Los ojos palidos de la mascara expresaron cierta sorpresa.

– ?Al infierno? Nos veremos alli. Su marido y yo tendremos una eternidad juntos. Yo ya he sentido las llamas. Se lo que es arder vivo.

– Yo no tuve nada que ver con eso.

– Pero su marido si.

– ?Esta muerto! Matarme a mi no lo hara sufrir.

– Yo no mato para los muertos. Mato para los vivos. Dance esta vivo.

– Yo soy inocente…

– En este negocio no hay inocentes.

– ?Y su esposa? ?Tampoco lo era?

– ?Mi esposa? -aparto la vista-. Si. Si, era inocente. Nunca pense que… -la miro-. ?Sabe como murio?

– Lo siento. Siento lo que ocurrio. Pero yo no tuve nada que ver.

– Yo lo vi. La vi morir.

– Por favor, tiene que escucharme…

– Desde la ventana del dormitorio la vi andar hasta el coche. Se paro al lado de las rosas y me despidio con la mano. Nunca he olvidado aquel momento. Ni su sonrisa -se golpeo la frente-. Es como una foto fija aqui en mi cabeza. La ultima vez que la vi con vida…

Guardo silencio. Miro a Kronen.

– Antes de manana, trasladala a un lugar seguro donde no puedan oirla. Si Dance no aparece a buscarla en los dos proximos dias, matala. Despacio. Ya sabes como.

Kronen sonreia. Sarah se estremecio.

En algun lugar del edificio sono una alarma. Una luz roja parpadeaba encima de la puerta.

– ?Ha entrado alguien! -dijo Kronen.

Los ojos de Magus brillaban como diamantes.

– Es Dance -contesto-. Tiene que ser el.

Kronen salio de la estancia con su pistola en la mano. La puerta se cerro. Sarah se quedo sola con los ojos fijos en la luz roja que se encendia y apagaba.

Se apoyo contra la puerta y miro a su alrededor. En su prisa por salir, Kronen y Magus habian dejado la luz encendida y podia examinar la estancia.

El almacen no estaba vacio. En un rincon se amontonaban cajas de carton con el nombre de F. Berkman. Vio una cinta aislante ancha alrededor de la caja mas grande. La arranco y la doblo unas cuantas veces, probando su fuerza. Bien usada, podia estrangular a un hombre. No sabia si seria capaz de hacerlo, pero en su situacion cualquier arma era un regalo del cielo.

Despues, examino la ventana y la descarto como medio de fuga. Imposible que cupiera por ella.

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