parapetarse tras su escudo invisible. Los esfuerzos de Michael por penetrar en su mente, entenderla y darle confianza para que bajara sus defensas, se desvanecieron por completo cuando aparecio Quinn Peterson. Michael sintio una fuerte descarga de celos, aunque no tardo en aplacar la emocion.
No podia permitirse entablar una relacion intima con otra mujer vulnerable. No era que Rowan fuera vulnerable en el sentido tradicional. Todo lo contrario, su fuerza y su vision clara de las cosas le parecian admirables. Pero lo necesitaba a el, y Michael era muy consciente de su pasado junto a mujeres que lo necesitaban. En su interior luchaban dos bandos, y el estaba decidido a guardar sus distancias con ambos.
Sin embargo, tenia que reconocer que Rowan le intrigaba. Era diferente a todas las mujeres que habia conocido.
En el estudio, Michael cogio el telefono y marco el numero de un amigo que trabajaba en la oficina del FBI en Los Angeles.
– Tony, soy Michael Flynn.
– Que, tanto tiempo. ?Como te va?
– Necesito una informacion. -Le conto al agente lo del caso y le pidio que mirara en los archivos del FBI sobre Rowan, en el Q-T. Aunque los federales ya estaban trabajando en la investigacion, Michael queria saber todo lo que hacian.
Tony le respondio con un susurro de voz.
– Me estas pidiendo que me meta en los asuntos de la direccion superior. Yo solo me ocupo de los fraudes bancarios.
– Eres el unico que conozco en la oficina. ?No puedes mirar a ver si encuentras algo?
– Lo intentare, pero no cuentes con ello -dijo Tony, despues de una pausa-. ?Por que no se lo pides a tu hermano? Tiene mejores contactos, y probablemente esten en Washington.
– John esta fuera del pais. -Ademas, Michael no queria inmiscuirlo. Pediria ayuda a su hermano cuando la necesitara de verdad, ni un minuto antes. Si no, John se aduenaria del asunto, como solia hacer.
– Vale, Mick, vere que puedo encontrar. Pero, francamente, dudo que pueda dar con algo sin llamar muchisimo la atencion.
– Gracias, Tony, te agradeceria cualquier cosa que encuentres. -Al colgar, penso que Tony tenia razon en una cosa. John tenia buenos contactos. Seria conveniente pedirle ayuda, pero Michael preferia no hacerlo.
Aun asi, despues de la florista…, deberia llamarlo, aunque no fuera mas que para pedirle consejo. Cogio el telefono y llamo a casa de John. Sabia que no estaba, pero que escucharia los mensajes.
– John, soy Michael -dijo-, llamame cuando vuelvas a casa. Quiero saber tu opinion sobre un nuevo caso que tengo entre manos.
John deberia estar de vuelta en Los Angeles en un par de dias, penso Michael. Hablaria con el entonces.
El telefono sono en cuanto Michael colgo, y dejo que se activara el contestador.
–
Una voz de hombre, preocupado.
Michael fruncio el ceno. Podia ser inofensivo, quiza un viejo amigo de la universidad, o un antiguo colega del FBI. O quiza no.
?Rowan guardaba algun secreto? ?Algo que podia costarle la vida?
Michael hizo otra llamada.
Rowan cerro las puertas de doble batiente del estudio y respiro hondo. Por fin habia convencido a Quinn de que se marchara y luego le pidio a Michael unos minutos a solas para relajarse.
Ver a Quinn habia sido como una avalancha de recuerdos, buenos y malos. Se habian conocido y hecho amigos mientras ella estudiaba en la Academia del FBI en Quantico. Rowan no tenia demasiados amigos. Nunca se habia enganado, sabia que Quinn se habia propuesto ser amigo de ella y de Olivia porque salia con su companera de habitacion, Miranda Moore. Segun el protocolo, no era precisamente lo mas indicado que un agente mantuviera una relacion con una alumna de la Academia, de modo que para el era una prioridad absoluta granjearse la amistad y complicidad de ella y Olivia.
Sin embargo, Rowan no le perdonaba el haberle arrebatado a Miranda lo mas importante para ella, sus suenos. Despues de todo lo que Miranda habia vivido… penso Rowan, y sacudio la cabeza. No era justo, y todo era culpa de Quinn.
Estaba tan sumida en sus recuerdos que no escucho el mensaje la primera vez. Pulso «
– Rowan, llamame. -Pausa.
Era Peter.
Marco el numero de Boston. La mano le temblaba tanto que tuvo que colgar y volver a marcar. En la costa Este eran pasadas las once de la noche.
Al tercer pitido, contesto una voz muy queda.
– Saint John's.
– Con el padre O'Brien, por favor -pidio Rowan, tranquila. Miro hacia la puerta del estudio. Estaba cerrada.
Al cabo de un minuto, contesto la voz familiar de su hermano.
– Soy el padre O'Brien. ?En que puedo ayudarle?
De sus ojos brotaron unas lagrimas que no pudo reprimir.
– Peter, soy yo.
– Gracias a Dios que has llamado. Estaba muy preocupado.
– Siento no haberte llamado. No… no pense. -
– No te lo reproches. He visto los periodicos y no he podido ponerme en contacto contigo. Sabia que estabas bien, pero tenia que estar seguro. Necesitaba escuchar tu voz.
– Estoy bien.
– Estas llorando.
Ella se trago sus suspiros, y dijo, lentamente:
– Te echo de menos.
– Yo tambien te echo de menos. Rezo por ti todos los dias.
– No tienes por que rezar.
Silencio.
– Rowan…
– De acuerdo, lo siento. -Rowan sentia la presencia reconfortante de Peter a casi cinco mil kilometros. No se veian muy a menudo. Rowan sabia que era culpa suya. Peter se habria mudado a cualquier lugar del pais para estar cerca de ella, pero ella no queria usarlo de muleta. El se entregaria feliz a ese papel, pero ella no podia hacerle eso. Ni se lo podia hacer a si misma. La unica vez que busco refugio en el habia sido cuatro anos atras, pero en esa ocasion las alternativas eran Peter o el hospital psiquiatrico, y no estaba dispuesta a sacrificar su salud mental por su trabajo. Peter le habia ayudado a barrer los platos rotos.
– ?Has tomado las precauciones necesarias?
– Si. Los estudios han contratado a un guardaespaldas y el FBI tambien esta al corriente del caso. -Se mordio la una, pensando en Michael. En cuanto se marcho Quinn, el le ofrecio amablemente su ayuda. Era facil caer en la trampa de la proteccion, aferrarse a alguien que ofrecia una potente dosis de fortaleza mental y fisica. Pero eso no era nada justo para Michael y, desde luego, no era lo que ella necesitaba en ese momento.
– Bien. -El alivio en la voz de Peter era patente.
– Se cuidarme sola.
– Crees que puedes cuidarte sola.
– De verdad que puedo. Aunque, para serte sincera, me alegro de tener ayuda. Alguien que me acompane, por asi decirlo. Desde luego, eso no se lo diria a el. -Lo que mas sorprendia a Rowan era que se alegrara de tener a Michael en casa. Era un tipo inteligente, tenia experiencia y respetaba la intimidad que ella necesitaba. Se sentia comoda en su presencia. Como con Peter. Solo queria sacarse de encima esa sensacion de que la miraba con algo mas que ojos de policia.
– Independiente hasta el final. Dios te acompana.
– A mi no me vengas con predicas, Peter -dijo Rowan, sin dudarlo, y se arrepintio de inmediato. No queria