sobrevivientes le habian dicho: No pense que me podia pasar a mi. Jamas pense que podrian secuestrar a mi hija. Solo me ausente un minuto. Tenia el coche frente al edificio. El aparcamiento estaba iluminado.

Una y otra vez. Pensarian que si corrian lo bastante rapido, el mal no sabria que habian bajado la guardia.

Rowan se estremecio y expreso su miedo.

– Aunque mi editor haya retrasado la salida de mi proximo libro, puede que el asesino consiguiera una copia. Ha habido suficiente publicidad y resenas como para que tenga una idea de los crimenes en cuestion. Quiza seria conveniente advertir a las prostitutas de Dallas y Chicago que extremen sus precauciones.

Roger Collins colgo y envio un correo electronico a sus hombres para que contactaran con los departamentos de policia de Dallas y Chicago lo antes posible. Reviso su itinerario de vuelo a Nashville y tomo notas para su conversacion con el hermano de Karl Franklin. Durante todo ese tiempo, no podia quitarse de la cabeza el miedo de Rowan.

Lily.

?Quien conocia su pasado? El habia ocultado muy bien la informacion para protegerla, para permitirle llevar una vida normal. Pero Rowan nunca habia tenido una vida normal. Incluso antes de la violencia que le habia arrebatado a su familia, crecio en un ambiente cruel con un padre rabioso y una madre asustada.

Habia intentado convencerla de que no pensara en su infancia. Por primera vez en su vida le preocupaba que las mentiras que le habia contado hacia tantos anos ahora le pasaran factura. Pero ?como podria haberlo sabido?

Despues de llamar a Gracie para decirle que hoy tambien volveria a llegar tarde, se dirigio a su caja fuerte personal y saco la gruesa carpeta donde estaba recogido el pasado de Rowan. El pasado que el habia intentado sepultar por ella. Para protegerla. Para darle una oportunidad.

Pero ella nunca habia tenido esa oportunidad. Y esos latidos punzantes que sentia en la cabeza le hicieron entender que habia cometido un error fatal.

Se sento a su mesa y abrio la carpeta. No se moveria de ahi sin antes haber revisado hasta el ultimo registro para ver si no habria pasado por alto algun detalle.

O a alguna persona.

John miro a Adam sentado rigidamente en el asiento del pasajero del destartalado camion. Fruncio el ceno, preocupado por la actitud retraida del joven. No sabia gran cosa acerca de Adam, pero intuia que la reaccion de Rowan lo habia afectado profundamente.

Antes de que la carretera 101 virara hacia el este, alejandose de la Autopista de la Costa, John vio el puesto de flores. Habia pasado por ahi varias veces en los ultimos dias, pero no le habia prestado atencion.

– ?Es aqui donde compraste los lirios? -pregunto a Adam.

El asintio con un gesto casi imperceptible de la cabeza y, con una maniobra ilegal, John atraveso la calzada.

– Hablemos con el hombre que te las vendio.

– No quiero -contesto el, y se cruzo de brazos con un mohin.

– ?Recuerdas lo que te he dicho, Adam? Ese hombre que viste podria ser el que ha hecho dano a todas esas personas. El que ha herido a Rowan. Se que tu estimas a Rowan y no quieres que nadie le haga dano.

John no presiono mas, dandole tiempo a que pensara en esa informacion. Pasaron varios minutos, y de pronto Adam abrio la puerta sin siquiera mirarlo.

Bien, penso John, y bajo por su lado.

Adam caminaba arrastrando los pies, pero siguio a John hasta el mexicano delgado que atendia el puesto de flores.

– Hola, senor.

– Hola -contesto el hombre. Miro a Adam y sonrio-: ?Le han gustado las flores a la senora? -pregunto, con un gesto hacia los coloridos arreglos florales.

Adam miro, con la frente arrugada, y nego con la cabeza.

– Senor -siguio John-, mi amigo -dijo, y le dio a Adam unas palmadas en la espalda para identificarlo y tenerlo a su lado-, conocio aqui a un hombre. ?Lo recuerda usted?

– ?Si lo recuerdo? -asintio el hombre, en espanol-. Si.

– ?Puede describirlo? ?Su pelo? -pregunto, tocandose el pelo.

– Si, un pelo como la arena.

– ?El mismo color de la arena?

El hombre asintio y senalo hacia la playa, alla bajo los acantilados. Rubio, penso John. Un poco mas oscuro.

– ?Le vio los ojos?

El hombre nego con la cabeza.

– Llevaba gafas de sol. Gafas oscuras.

Maldita sea.

– ?Altura? -pregunto, alzando la mano.

El hombre miro de John a Adam.

– Como el -dijo, senalando a Adam y luego junto los dedos, dejando unos centimetros-. Mas alto.

– ?Recuerda usted que conducia? ?Su coche?

– Un sedan. Como un Ford -dijo, y se encogio de hombros-. No estoy seguro.

– ?Recuerda por donde se fue?

El hombre senalo hacia Los Angeles. Alejandose de Rowan. ?Habria ido hasta su casa? El tipo sabia donde vivia, pero el hecho de que estuviera acechandola preocupaba a John por varios motivos.

– Compro un lirio y lo lanzo por el acantilado -dijo el hombre, senalando hacia el otro lado del camino-. Me extrano, pero no hice preguntas.

Habia comprado un lirio y lo habia tirado barranco abajo. Mierda.

– ?Como vestia?

– Bien. Pantalones marron claro. Una camisa como la suya -dijo, y senalo el polo de John-. Azul -anadio, encogiendose de hombros-. No recuerdo mas. Un individuo de aspecto agradable, de unos cuarenta anos.

Nada que lo distinguiera demasiado. Al menos era mas de lo que tenian antes, penso John. Le dio las gracias al hombre y volvio con Adam al camion.

– ?Recuerdas alguna otra cosa? -Adam no le contesto, pero John insistio-. Yo creo que recuerdas algo. Creo que hay algo que no me has contado.

– No, no -replico Adam-. No te enfades conmigo tu tambien.

John suspiro, intentando ser paciente.

– No estoy enfadado contigo, Adam. Ha sido un dia duro para ti, lo se. Pero si recuerdas algo, aunque no te parezca importante, necesito saberlo.

Adam se mordio el labio.

– Parecia alguien conocido.

– ?Conocido? ?Como si lo hubieras visto antes?

– Puede ser -dijo el, encogiendose de hombros.

– ?Piensa, Adam! Es muy importante. -John no queria perder la calma, pero su frustracion iba en aumento.

– No lo se. Simplemente me parecio familiar. Como si lo hubiera visto antes. Soy un estupido. No lo recuerdo. ?Soy un estupido! -dijo, y dio un punetazo en el salpicadero.

John respiro hondo y puso el camion en marcha.

– No eres un estupido, Adam. Ya lo recordaras. Y cuando lo recuerdes, quiero que me llames. -John escribio el numero de su movil en una tarjeta y se la entrego-. Llamame cuando quieras y cuentame cualquier cosa que recuerdes. ?De acuerdo?

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