– Quiero ver por escrito que no me acusaran de nada de esto -dijo. Se reclino en la silla y cerro la boca.
Roger miro al alcaide, que suspiro y saco una libreta. Escribio el mismo una declaracion en dos hojas de papel, las firmo las dos y le entrego la pluma a Lloyd. Este las firmo torpemente, con las manos esposadas y el alcaide las guardo. Rowan echo una mirada. Lloyd habia firmado con el nombre de «Robert MacIntosh».
Aquella declaracion no era legal sin su verdadero nombre, pero nadie dijo nada. Pobre imbecil, penso Rowan. No le extranaba que Bobby lo hubiera manipulado tan facilmente.
– Conoci a Bobby en la carcel, en Louisiana. En cuanto ingreso. Un chico rebelde. Congeniamos en seguida. Eramos parecidos. Me hablo de usted -dijo, mirando a Rowan-. La odia.
– El sentimiento es mutuo -dijo Rowan, apretando los dientes y sintiendo la sequedad de la boca. No iba a dejar que ese tipo hiciera mella en ella.
– Yo sali al cabo de diez anos. Me pidio que la encontrara. Claro, ?por que no? No tenia nada mejor que hacer. Pero me costo un huevo encontrarla. Hasta que Bobby me hablo de este Roger Collins, aqui y me dijo que quiza se habria cambiado de nombre. Pero tenia su numero de seguridad social, y con eso encontre su expediente academico. -El tipo sonrio, visiblemente orgulloso de si mismo-. Y, vaya, me dedique a seguirla. No siempre, no tenia por que. Sabia su nombre, podia mirar de vez en cuando. Mantenia a Bobby informado.
– Tu. Me acechabas. -Fue lo unico que pudo decir para no abalanzarse y coger al muy cabron por el pescuezo.
– Joder, no, a mi usted me importaba un rabano. Y tampoco estaba siempre vigilandola. Tenia que pasar desapercibido, ya sabe. Trabajaba, pagaba los impuestos. Volvi a chirona por una acusacion falsa, en el norte del estado de Nueva York. Estuve dentro casi dos anos. Me rebajaron la condena por buena conducta -dijo, con una risilla-. Eso si, me di cuenta de algo importante.
– ?De que? -pregunto Roger, impaciente.
El se encogio de hombros y miro con una sonrisa torcida.
– La verdad es que me gusta estar en chirona. No tengo que trabajar si no quiero. Tengo un techo, un lugar donde vivir, y gratis. Nunca he matado a nadie, asi que no tengo que vivir en el corredor de la muerte. Quiero decir, la libertad esta sobrevalorada. Intente explicarselo todo a Bobby, pero el no me hacia caso.
»Durante un tiempo, le perdi la pista, y Bobby se puso nervioso. Cuando se entero de que era una escritora de exito, o asi, y que ganaba mucha pasta, alucino. Se invento todo esto, pero le llevo su tiempo. Dos anos para planearlo y hacer que todo encajara.
– ?Como os habeis cambiado? -pregunto Roger.
– Eso fue mas facil de lo que me pensaba. No crei que Bobby fuera capaz de apanarse, pero el estaba tan seguro de que funcionaria, y yo pense, ?que mas da? Si me atrapaban, me darian lo que yo queria, una temporada en la carcel. Si funcionaba, me traerian aqui a Beaumont. Bonito lugar. Mucho mejor que alla en Louisiana.
– ?Como? -repitio Roger, con la rabia a flor de piel.
– Bobby monto un accidente, una pelea con una banda, me parece. Se lo llevaron al hospital, y tenia tajos por todas partes. Habia un guardia fuera de la habitacion, pero no adentro. Hicimos el cambio. Yo me vesti como esos tios de la limpieza y entre sin problemas. Claro que Bobby tuvo que cortarme, y esa parte no me gusto mucho, pero funciono, y vine aqui y el salio del hospital. Fue totalmente perfecto.
– ?Y que hay de tus huellas dactilares? -pregunto Cullen.
– Antes de que Bobby se fuera de Louisiana, se metio en el sistema informatico y cambio nuestros numeros de identidad. Ya sabeis, con huellas dactilares y todo. Esta todo ahi, en el ordenador. Y Bobby es muy listo. Jugo bien desde dentro. Consiguio acceso a la biblioteca y a las oficinas. Conocia a un tipo de la trena que estaba encerrado por fraude informatico, y el le ayudo.
– ?Quien era? -pregunto el alcaide.
– No lo pregunte -dijo Lloyd, encogiendose de hombros.
Rowan apenas creia lo que Lloyd les contaba. Bobby llevaba catorce meses en la calle. Seguro que durante un tiempo se habia mantenido fuera de circulacion para comprobar que el sistema penitenciario no se habia dado cuenta, y cuando no vio nada en los periodicos, empezo a seguirla. Leyo sus libros. Planeo las torturas psicologicas. Como matar a sus personajes y hacerla sufrir.
– Eres un cabron. -Estiro las manos sobre la mesa. Tenia los nudillos blancos.
– ?Oiga! Yo no he matado a nadie. No mato a las personas. Yo soy un ladron. -Lo dijo con orgullo, y Rowan sacudio la cabeza y se apreto el puente de la nariz. Bobby estaba vivo. Andaba suelto matando a gente.
– ?Sabes donde esta MacIntosh ahora? -pregunto Roger, con voz queda.
– No hemos estado en contacto, a ver si me entiende -dijo Lloyd, encogiendose de hombros-. ?Para que? El tenia lo que queria y yo tambien.
– Llevenselo de vuelta a su celda -ordeno el alcaide, con cara de repugnancia.
Los guardias levantaron a Lloyd y lo hicieron salir. Por encima del hombro, miro a Rowan.
– Bobby me dijo que usted era una zorra debil. No lo se. Creo que la subestima -dijo, y guardo silencio. Y luego anadio-: Pero se que usted no deberia subestimar a Bobby.
El alcaide Cullen les cedio su despacho mientras el se reunia con su personal en otra sala para ponerlos al corriente de la situacion.
Roger reforzo el aviso que Quinn Peterson habia emitido antes a todas las unidades, envio un equipo a vigilar su casa y proteger a Gracie y, cuando no tuvo mas llamadas que hacer, se sento y finalmente miro a Rowan.
– Lo siento, Rowan.
– Eres un cabron. Yo confiaba en ti.
El cerro los ojos. Cuando los abrio, Rowan se sorprendio al ver las lagrimas. Roger trago saliva.
– Solo queria protegerte, Rowan. Eres la hija que nunca tuve. Pero fui un desastre de padre, maldita sea. Nunca estaba para apoyarte. Te empuje para que ingresaras en el FBI, para que conocieras el mundillo y para que te quedaras. Pense, diablos, no se que pense. Retribucion, justicia, ?yo que se?
Rowan se sorprendio cuando sintio que las lagrimas afloraban, ardiendo, a sus propios ojos. Queria odiar a Roger por haberle ocultado una informacion tan importante, por mentirle, pero no podia odiarlo.
Rowan sentia amargura y rabia. Roger le habia decepcionado. El sistema sabia que Bobby estaba vivo y Roger tendria que haber dicho la verdad cuando toda aquella pesadilla comenzo a gestarse.
Podrian haber sabido antes la verdad. Y haberle salvado la vida a alguien. A Michael, por ejemplo.
– Roger, tu fuiste el padre que yo necesitaba. Jamas crei que me mentirias. Que me ocultarias un secreto tan importante. ?Y que hay de la gente que ha muerto a causa de tu silencio? ?Que hay de Michael?
– Creeme cuando te digo que comprobe una y dos veces lo de Bobby. No tenia razon alguna para pensar que no estaba en la carcel.
– Pero ?y cuando todas las pistas resultaron falsas? ?Cuando la leve esperanza de que fuera alguien relacionado con el asesinato de los Franklin no dio resultado? ?Que paso con ellos?
Rowan se paso la mano por la cara, secandose las lagrimas con gesto impaciente. Una rapida mirada hacia Quinn y John, que permanecian a un lado, le recordo que no estaba sola con Roger. Estaban tan callados que habia olvidado que seguian en la habitacion.
– No lo se -dijo Roger, en voz baja-. No se si podriamos haber evitado lo que sucedio.
– Tienes razon. No lo sabemos. No lo sabemos porque nunca tuvimos la oportunidad de intentarlo. -Rowan miro a Collins y vio a un hombre que ya no reconocia. Tenia el fisico de Roger Collins, pelo oscuro entrecano, ojos azules y claros, arrugas incipientes en torno a los ojos y la boca. Pero no era el Roger con que ella habia vivido la mitad de su infancia, el hombre que le habia ensenado que merecia la pena luchar por la verdad y la justicia. El hombre que tenia ante ella era un mentiroso, y eso dolia.
– Peter. -Abrio exageradamente los ojos al caer en la cuenta de que si Bobby sabia de su existencia, tenia que saber algo de Peter-. Peter, ?ira a buscarlo!
Roger nego con la cabeza.
– No, porque cree que Peter esta muerto.
Ella lo miro, desconcertada.
– ?Por que?
– Cree que Peter murio esa noche, que fuiste la unica que sobrevivio. Aludio a ello cuando lo interrogue, y yo nunca lo saque de su error.