Habian trabajado juntos antes, ?no? Su padre habia comenzado la faena y el la habia acabado.

Sin embargo, su padre jamas lo habria acabado, penso Bobby, sintiendo la rabia que se le atragantaba. Su padre era un imbecil. Siempre pidiendo perdon. Siempre poniendose de rodillas y pidiendo que lo perdonaran.

Cabron de mierda.

Cuando tenia catorce anos, Bobby recordaba que su padre hacia precisamente eso, ponerse de rodillas ante su madre. Estaban en el patio trasero y la muy zorra hizo alguna estupidez. Se olvido de algo. Su padre le dio una cachetada en toda la cara, y la sangre broto de la comisura de sus labios.

Su mirada de panico hizo que a Bobby se le acelerara el corazon. Tener todo ese poder, que a uno lo miraran con un miedo tan visceral, era apasionante. Ansiaba que llegara el dia en que su madre se encogiera de miedo ante el y se diera cuenta de quien mandaba en esa casa.

Y entonces su padre hizo algo que no tenia perdon. Le cogio las manos, se puso de rodillas y le dijo que lo sentia.

?Que lo sentia!

Le beso las manos, le rogo que lo perdonara, con el rostro banado en lagrimas. Su padre lloraba. La rabia que se apodero de Bobby en ese momento era un sentimiento que nunca habia experimentado. Ver a su padre acobardado y, ademas, de rodillas, convirtio la rabia que sentia en una ira descontrolada.

Entro en la casa, incapaz de asistir a esa escena vergonzosa, de ver como su madre se ponia de rodillas y besaba a su padre. Lo se, carino, lo se, yo tambien lo siento.

Los dos merecian morir.

En ese momento, algo le rozo los pies. Miro y vio el cachorro que su padre habia traido a casa para toda la familia dos semanas antes. El cachorro lo miro con unos ojos marrones que le parecieron tan pateticos que tuvo ganas de darle una patada y lanzarlo al otro lado de la sala.

Pero cogio el cachorro y salio de la casa.

Nadie volvio a ver a ese estupido perro.

Bobby sacudio la cabeza y miro a su alrededor. Ya no tenia catorce anos ni estaba en casa. Estaba en medio de una estupida libreria, esperando. ?Donde se habia metido la rubia?

Miro su reloj. Diez minutos. Estaba inquieto.

Cruzo hacia una de las cajas y se puso el primero en la fila.

– Estaba esperando para saber que pasa con Crimen de riesgo. Estaba previsto que saliera hoy. ?Tengo que ir a buscarlo a otra libreria?

El chico delgado de la caja lo miro de manera extrana y la rubia pequenaja se le acerco a toda prisa. ?Por que tenian que ser todos tan jovenes?

– Lo siento, senor, pero el pedido no ha llegado. El gerente dice que se ha retrasado el lanzamiento y que no llegara hasta dentro de una semana, como minimo. ?Le puedo ayudar en alguna otra cosa?

Retrasado. ?Por que? ?Era accidental, o intencionado? ?Acaso la policia pensaba que si no tenia el libro no llevaria a cabo su mision?

Que imbeciles. Ya les demostraria que el era mas listo que todos los demas.

Salio a grandes zancadas de la libreria sin decir palabra. Quiza tenia que ser asi. Eso. Le dejaria su propio ejemplar del estupido libro junto al cuerpo de la fulana. Ya le habia echado el ojo a una prostituta.

Sadie.

Si creian que podian vencerlo, estaban muy equivocados. En cuanto hubiera muerto la puta, se las veria con Rowan. Con Lily.

Sintiendo una especie de pesar porque el juego llegaba a su fin, volvio a la habitacion del hotel para acabar sus preparativos.

Capitulo 19

Hacia mucho frio en Boston para esa epoca del ano. En lugar de una ligera brisa, de arboles en flor y de cielos despejados, todo tenia una palidez grisacea. Una humedad gelida penetraba rapidamente las capas de ropa y se hundia en la medula de los huesos.

Ni John ni Rowan iban vestidos para el clima de Boston. Habian salido de un Los Angeles soleado con lo que llevaban puesto y habian comprado solo lo esencial en la tienda de regalos del hotel al llegar a Dallas. Pero entre jerseis y chaquetas, los dos habian tenido que comprar ropa demasiado cara en Logan Airport.

Rowan no habia hablado demasiado durante el vuelo ni en el coche que los llevo hasta Bellevue. John respeto el espacio que ella necesitaba para estar a solas. Aunque no demasiado. La vigilaba en todo momento y la seguia de cerca para que supiera que no estaba sola. Al fin y al cabo, era su guardaespaldas. Y algo mas.

Pero en ese momento no pensaba en eso.

No sabia si el la ayudaba en algo, aunque de vez en cuando la sorprendia mirandolo con una expresion rara.

John nunca habia tenido problemas para entender a las personas, pero Rowan no era una persona cualquiera. Llevaba muchos anos ocultando sus emociones para protegerse. John se daba cuenta ahora. Algo en sus ojos lo llamaba. Sus ojos expresaban su dolor, su rabia, sus miedos y su incertidumbre. Tambien veia inteligencia, esperanza y fuerza, una vitalidad que le impedia ceder a la desesperacion, y que habia convertido a la victima de un trauma a los diez anos en una implacable agente del FBI y, posteriormente, en escritora. Aunque Rowan creyera que era debil, acosada por pesadillas que la obligaron a renunciar al FBI, el veia a una mujer lo bastante inteligente para saber cuando necesitaba un descanso. Antes de que el trabajo acabara con ella.

Ella era mas fuerte que el. John seguia arremetiendo contra los molinos de viento, sabiendo que el molino de viento mas grande, la supuesta lucha contra las drogas, era una causa perdida. Cada vez que detenian un cargamento, habia un segundo envio el doble de grande que el primero.

Sin embargo, era su trabajo. No podia abandonar, al menos mientras Reinaldo Pomera estuviera vivo.

El Hospital de Bellevue para enfermos mentales criminales ofrecia un aspecto sereno contra el cielo gris y brumoso. Roger conducia, y Rowan viajaba sentada a su lado. El agente Peterson habia cogido un avion de vuelta a Los Angeles para coordinar la busqueda de Bobby MacIntosh.

Aunque John no podia verle la cara, veia su mandibula apretada y captaba la tension que emanaba de todo su cuerpo. Queria consolarla, decirle que no estaba obligada a hacer eso, que el la salvaria del dolor.

Pero ella no lo aceptaria. Ahora no. Quiza mas tarde, cuando estuviera hecho, necesitaria a alguien en quien apoyarse. Y el pensaba estar con ella en ese momento.

– Rowan -dijo Roger, al apagar el motor-, ?estas segura?

Ella no respondio y le devolvio una mirada fria. Cuando fue a abrir la puerta del pasajero, John bajo rapidamente del coche y se la abrio. A Rowan parecio sorprenderle el gesto, luego suspiro y permitio que la escoltara hasta la puerta de entrada.

Roger se apresuro a seguirlos. Habia llamado con antelacion y el doctor Christopher los esperaba en el vestibulo.

– Collins -dijo el medico con un gesto seco de cabeza-. Usted debe ser Rowan Smith -agrego, mirando a Rowan.

– Asi es.

– Solo puedo permitir que dos personas visiten al senor MacIntosh. Yo debo estar presente como observador.

– Soy su guardaespaldas -dijo John, mirando directamente a Collins.

– Esperare aqui -dijo Roger, derrotado. Lo habia estropeado todo, y habia perdido la confianza y el respeto de Rowan. John casi sentia lastima por el. Hasta que recordo que Michael estaba muerto.

John siguio al doctor Christopher y a Rowan por el ancho pasillo. El silencio reinaba en aquellas dependencias, un vacio inquietante que a John le llamo la atencion. ?No deberia haber celadores aqui y alla, enfermeras con medicamentos, pacientes que necesitaban ayuda? Era como si fueran las unicas personas vivas dentro del recinto,

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