trabajaban.

Steve Pierce fumaba. Kovac penso de nuevo en la impresion de que Pierce ocultaba un secreto importante, y recordo tambien a la hermosa senorita Daring.

Se volvio una vez mas hacia la cama. Hecha a la perfeccion, con sabanas limpias. Nadie se habia sentado sobre ella siquiera. ?No resultaba un poco extrano? Habian encontrado a Fallon ahorcado a escasa distancia de la cama, de espaldas a ella. Kovac imaginaba que un hombre dispondria el escenario de su suicidio o de un juego sexual, y luego se sentaria a reflexionar sobre los pormenores antes de rodearse el cuello con una soga.

Se situo en el punto sobre el que habia colgado el cadaver de Fallon y comprobo la distancia que lo separaba de la cama. Uno o tal vez dos pasos cortos. Miro su rostro cenudo reflejado en el espejo de cuerpo entero. Lo siento.

Las palabras seguian escritas en el vidrio. Habian encontrado el rotulador que, con toda probabilidad, se habia utilizado para escribirlas. No tenia nada de especial; un rotulador indeleble negro marca Sharpie sobre la comoda. Kovac se propuso llamar al forense para verificar si habian encontrado huellas en el.

El martes habian tomado las huellas de Pierce en la cocina para su eliminacion. Era el procedimiento habitual, si bien a Pierce no le habia hecho ni pizca de gracia. ?Tal vez porque sabia que podian encontrar huellas suyas en el dormitorio? ?O en el cajon de la mesilla de noche que contenia el lubricante? ?O en uno de los postes del dosel? ?O en el espejo? ?O en el rotulador?

No resultaba dificil imaginar la escena. Pierce y Fallon eran amantes en secreto y les gustaban los juegos peligrosos. Aquel juego en particular salio mal, Fallon murio, y Pierce fue presa del panico. O quiza el asunto no era tan inocente. Fallon pretendia que Pierce se comprometiera y dejara de una vez a su prometida. Quiza Pierce temiera que su comodo futuro en el seno de Daring-Landis se fuera al garete si Fallon lo delataba. Tal vez Steve Pierce regresara al lugar de los hechos el martes para eliminar todo rastro de su presencia y luego llamara a la policia para convertirse en el amigo desconsolado.

Recorrio por ultima vez la habitacion con la mirada y despues bajo la escalera. En la cocina abrio las alacenas en busca de mas medicamentos, pero no hallo ninguno, como tampoco encontro vasos sucios sobre el mostrador. El lavaplatos habia sido puesto en marcha con media carga: tres platos, algunos cubiertos, una seleccion de vasos y tazas, dos copas de vino. Junto a la cocina habia un trastero, donde la lavadora y la secadora quedaban ocultas tras unas puertas de celosia. Dentro de la lavadora habia toallas y sabanas casi adheridas a la pared del tambor a causa del centrifugado.

O bien Andy Fallon queria dejar su casa en perfecto orden antes de morir o bien alguien intento limpiarla despues de su muerte, una posibilidad que ponia a Kovac los pelos de punta.

En la planta baja habia dos dormitorios, situados en el pasillo que conducia a la escalera. El mas pequeno era una habitacion de invitados carente de interes, mientras que el mas espacioso se habia transformado en un despacho, con una mesa modesta, librerias y un par de armarios archivadores. Kovac encendio la lampara de la mesa y registro los cajones de la mesa, procurando verlo todo, pero sin desordenar nada.

Muchos policias a los que conocia conservaban los expedientes de sus casos pasados. El mismo tenia el sotano lleno de ellos. Si Dios existia, Andy Fallon habria guardado una copia del expediente relativo a la investigacion del asesinato de Curtis. En tal caso, existian bastantes probabilidades de que lo hubiera archivado bajo la letra C como un buen automata reprimido de Asuntos Internos.

El primer archivador contenia informacion economica personal y declaraciones de la renta, pero el segundo le proporciono el premio gordo. Contenia carpetas de cartulina pulcramente ordenadas, con etiquetas sobre las que se veian los apellidos de los sujetos escritos en letra de imprenta negra, seguidos de los ocho digitos que componian el numero de caso. Ninguno de ellos correspondia a Curtis, Ogden ni Springer.

Kovac se sento en la silla de Andy Fallon y la hizo girar de un lado a otro. Si la investigacion de Curtis obsesionaba al chico, el expediente deberia estar alli. Los archivadores no estaban cerrados con llave, asi que cualquiera podria haber birlado el expediente. Se le ocurria la posibilidad de que hubiera sido Ogden, aunque no le parecia que el subterfugio fuera uno de sus puntos fuertes, a diferencia de destrozar bloques de hormigon con la frente, que si lo era. En cualquier caso, resultaba imposible saber quien habia entrado y salido de la casa entre la muerte de Fallon y el descubrimiento de su cadaver. Habia demasiadas horas en la zona oscura, demasiadas personas en aquel barrio que solo se ocupaban de sus propios asuntos.

Barajo distintas posibilidades en un intento de hallar el modo de hacerse con el expediente original de Asuntos Internos, pero no se le ocurrio ninguna idea brillante, pues todos los caminos topaban con la barrera de la hermosa teniente Savard. No podia acceder al expediente sin su ayuda, y ella no tenia la menor intencion de ponerselo facil, en ningun sentido.

La recordaba vividamente de pie tras la mesa de su despacho, un rostro que parecia sacado de una revista de cine de la era en blanco y negro, de Veronica Lake. Y de algun modo sabia que lo que se ocultaba tras aquel fisico era un misterio merecedor de la atencion de cualquier gran detective, ya fuera real o de ficcion. Eso lo atraia tanto como su belleza. Queria colarse por la puerta secreta y descubrir que motor la propulsaba.

– Como si tuvieras alguna posibilidad, Kovac -mascullo entre dientes, asombrado y avergonzado por sus pensamientos-. Tu y la teniente de Asuntos Internos. Ja, ja, ja.

De repente, mientras perdia el tiempo pensando en una mujer a la que no podia tener, noto que faltaba algo en el despacho de Andy Fallon. No habia ordenador. El cable de la impresora, con su ancho conector de puerto, yacia sobre la mesa como una serpiente de cabeza chata, mientras que el otro extremo estaba conectado a una impresora de chorro de tinta. Kovac registro una vez mas los cajones y encontro una caja de disquetes vacios. Al abrir el cajon que contenia los expedientes comprobo que cada uno de ellos incluia un disquete. Se dirigio a la libreria y entre la coleccion de manuales de instrucciones para el telefono/fax, la impresora y el equipo de musica, hallo un manual de uso para un ordenador portatil IBM ThinkPad.

– ?Y donde esta? -se pregunto en voz alta.

Mientras consideraba las distintas alternativas, un sonido penetro en su conciencia. Era un estridente sonido electronico procedente de otra parte de la casa, un pitido seguido del crujido de un tablon de la tarima que cubria el suelo. Apago la lampara de la mesa para sumir la estancia en la oscuridad. Su mano se deslizo automaticamente sobre la Glock que llevaba enfundada en la cintura mientras caminaba hacia la puerta, y salio al pasillo en cuanto sus ojos se habituaron a las tinieblas.

Por la fuerza de la costumbre habia apagado la luz de cada habitacion despues de haberla examinado, a fin de no llamar la atencion de los vecinos. La unica iluminacion de la casa era la escasa luz blanca que se filtraba por los paneles de vidrio de la puerta principal, suficiente para dibujar la silueta de una persona.

Kovac desenfundo la Glock, la sostuvo en la mano derecha y localizo el interruptor de la luz del pasillo con la izquierda.

La figura se llevo una mano al rostro.

Kovac contuvo el aliento, esperando el chasquido del gatillo.

– Si, soy yo -murmuro una voz masculina-. Estoy en la casa y…

– ?No se mueva! ?Policia! -grito Kovac al tiempo que encendia la luz.

El hombre dio un respingo, profirio un grito, abrio los ojos de par en par, los entorno para protegerse de la luz y se llevo la mano libre al rostro como si pretendiera protegerse de las balas. Del telefono movil que sostenia en la mano broto una voz lejana.

– No, no sucede nada, capitan Wyatt -lo tranquilizo el hombre, bajando muy despacio la mano libre y sin apartarse el movil del oido-. Solo es uno de los detectives estrella de la ciudad haciendo su trabajo…

– Cuelgue el telefono -ordeno Kovac, cenudo.

Kovac estudio con detenimiento al hombre que tenia ante si, sin guardar la Glock porque estaba cabreado y queria demostrarlo. De inmediato lo reconocio de la fiesta. Era el guaperas de cabello negro y olor a culo de Ace Wyatt.

El guaperas se lo quedo mirando.

– Pero es…

– Cuelgue el puto telefono, listillo. ?Que cono esta haciendo aqui? La casa esta sellada.

El hombre de Wyatt cerro la pestana del telefono y se lo guardo en el bolsillo interior del caro abrigo color carbon que llevaba.

– El capitan Wyatt me pidio que me reuniera con el aqui. Razon mas que suficiente para…

– ?Para que, listillo? -lo atajo Kovac, avanzando hacia el pistola en ristre-. Podria haberle volado la cabeza. ?Nunca ha oido hablar del invento del timbre?

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