debajo de la cintura. Recuerda la tension en todos y cada uno de los musculos de su cuerpo, las piernas, la espalda, los dedos de la mano izquierda curvados en torno a la culata del arma, las contracciones del corazon.)
Ahi esta. Sorpresa al ver algo que no acaba de recordar. La muerte en un repentino destello blanco y azul. Una explosion atronadora cuya fuerza lo empuja hacia atras mientras dispara por puro reflejo.
Ciego. Sordo. Flotando.
Incredulidad. Panico. Liberacion.
Ojala se hubiera quedado asi.
Escudrina la oscuridad, escucha su propia respiracion, percibe su fragilidad, su mortalidad, y se pregunta por enesima vez por que no murio aquella noche. Lo ha deseado muchisimas veces, pero nunca ha hecho nada al respecto, nunca ha reunido valor suficiente. Ha seguido vivo, sumergiendose en amargura, alcohol y drogas. Veinte anos en el purgatorio, un purgatorio del que nunca ha salido porque se niega a mirar a los demonios de hito en hito.
Ahora se enfrenta a uno. Aun sumido en el estupor de las drogas, lo ve con claridad y lo reconoce; es el Demonio de la Verdad. El Angel de la Muerte.
El demonio le habla en voz baja, con gran serenidad. Ve moverse su boca, pero el sonido parece proceder de su propia cabeza.
Te ha llegado la hora, Mike. Los padres no deberian sobrevivir a sus hijos.
Mira su viejo revolver reglamentario, un 38 con una profunda cicatriz en la culata, por la que paso la bala destinada a el antes de seccionarle la medula espinal. El arma con que, segun afirman, mato al asesino aquella noche, la ultima noche de su carrera.
Oye un gritito de miedo y supone que lo ha proferido el, si bien suena muy lejano. Intenta empujar las ruedas de la silla con las manos, como si su cuerpo pretendiera escapar del destino que su mente ya ha aceptado. Que extrano.
Se pregunta si Andy sentiria lo mismo, esa intensificacion del miedo a medida que la soga se tensaba alrededor de su cuello. Dios, que sentimientos desencadenaba aquella imagen en su interior. Verguenza, furia, culpa, odio y amor.
– Yo lo queria -dice con voz pastosa; la saliva le resbala en un reguero por la barbilla-. Lo queria, pero tambien lo odiaba. Fue culpa suya.
Pronunciar esas palabras es como clavarse un cuchillo en el pecho una y otra vez. Sin embargo, no puede dejar de repetirlas, de pensarlas, de odiar a Andy, de odiarse a si mismo. ?Que clase de hombre odia a su propio hijo? De nuevo profiere un grito, esta vez una suerte de aullido agonico que sube y baja como una sirena. Solo el demonio lo oye. Esta solo en el mundo, en la noche. A solas con su demonio, el Angel de la Muerte.
Los padres no deberian sobrevivir a sus hijos. Deberian morir antes de que los hijos les rompan el corazon. O antes de romper el de ellos. Tu lo mataste. Lo odiabas. Lo mataste.
– Pero tambien lo queria, ?es que no lo entiendes?
Vi lo que le hiciste, como le rompiste el corazon. Lo dio todo por ti, y tu lo mataste.
– No, no -farfulla, percibiendo el sabor de las lagrimas mientras el panico y la angustia se acumulan en su garganta-. No me hacia caso. Se lo dije una y otra vez, se lo dije… Maldito sea -solloza-. Maldito maricon.
Las lagrimas de dolor brotan de el un grito inarticulado. Agita los brazos ante el demonio en un intento de golpearlo.
– ?Como iba a hacer una cosa asi? -vocifera-. ?Era mi nino!
?Quieres liberarte, Mike? ?Quieres acabar con el dolor?
Es una voz seductora, tentadora. Mike grita de nuevo, ahogandose casi con el miedo que lo atenaza.
?Es pecado!
El canon gelido del arma lo besa en la mejilla. Las lagrimas mojan el acero negro.
Despues de tantos anos.
Entre sollozos, abre la boca y cierra los ojos.
El destello es cegador, la explosion, ensordecedora.
Ya esta hecho.
El humo serpentea sinuoso por el aire quieto.
Pasa el tiempo. Un instante. Dos.
Respeto por los muertos.
Luego otro destello y el zumbido de un motor de camara Polaroid.
El Angel de la Muerte se guarda la fotografia en el bolsillo, se da la vuelta y se aleja.
Capitulo 14
Desperto de un sueno inquieto y poblado de pesadillas, y lo vio. Estaba de pie junto a su cama, una silueta recortada contra la luz mortecina que se filtraba por los resquicios de la puerta del bano, enorme, sin rostro, con hombros como laderas de montanas.
El panico se apodero de ella, estallando en su pecho y su cuello, impidiendole respirar, desgarrandole el estomago como metralla. Los musculos de sus brazos y piernas se movieron espasmodicos.
El hombre levanto ambas manos y solto algo cuando se disponia a incorporarse. Lo vio acercarse como a camara lenta, el cuerpo grueso y retorcido de una serpiente cuyos colores veia con toda claridad; vientre color crema, lomo marron y negro.
Agitando los brazos, se abalanzo hacia delante. Por una fraccion de segundo, el desconcierto le zarandeo el cerebro. El mundo quedo sumido en las tinieblas. No veia. No sentia. El suelo parecia haberse volatilizado bajo sus pies pese a que corria con todas sus fuerzas.
Algo la golpeo junto al ojo derecho y en la mejilla con un impulso que le recordo un martillo. Su cuello se doblo hacia atras, y creyo haber proferido un grito. De repente, todo movimiento ceso, y comprendio que se habia golpeado contra el suelo.
Dios mio, me he roto el cuello.
La conciencia se le escurria como un animal mojado. Se aferro a ella con toda su fuerza de voluntad, obligando a su cerebro a continuar funcionando.
Si pudiera mover las piernas… Si.
Si pudiera mover los brazos… Si.
Acerco los brazos al cuerpo y muy despacio intento incorporarse. Sentia la cabeza pesada como un bolo, el cuello fragil como un palillo roto. Se puso de rodillas con el rostro entre las manos mientras el dolor se aduenaba de ella, palpitante. Las imagenes se sucedian parpadeando en su mente. Luz cegadora, negrura total. Luz cegadora, negrura total.