su alma…
– No te culpes mas. A esas edades tambien buscamos desahogos.
Diagoras aparto por primera vez la vista del oscuro camino para observar al Descifrador con desprecio.
– No lo entiendes. En la Academia, educamos a los adolescentes para que amen la sabiduria sobre todas las cosas y rechacen los placeres peligrosos que solo conllevan un beneficio inmediato y breve. Tramaco conocia la virtud, sabia que es infinitamente mas util y provechosa que el vicio… ?Como pudo ignorarla en la practica?
– ?De que forma ensenais la virtud en la Academia? -pregunto Heracles, intentando por enesima vez distraer al filosofo.
– A traves de la musica y del goce del ejercicio fisico.
Otro silencio. Heracles se rasco la cabeza.
– Bueno, digamos que a Tramaco le parecio mas importante el goce del ejercicio fisico que la musica - comento, pero la mirada de Diagoras le hizo callar de nuevo.
– La ignorancia es el origen de todos los males. ?Quien elegiria lo peor a sabiendas de que se trata de lo peor? Si la razon, a traves de la ensenanza, te hace ver que el vicio es peor que la virtud, que la mentira es peor que la verdad, que el placer inmediato es peor que el duradero, ?acaso los escogerias conscientemente? Sabes, por ejemplo, que el fuego quema: ?pondrias la mano sobre las peligrosas llamas por tu propia voluntad?… Es absurdo. ?Un ano visitando a esa… mujer! ?Pagando su placer!… Es mentira… Esa hetaira nos ha mentido. Yo te aseguro que… ?De que te ries?
– Disculpa -dijo Heracles-, estaba recordando a alguien a quien, una vez, vi poner la mano sobre las llamas por voluntad propia: un viejo amigo de mi
Hubo un largo silencio tras aquellas palabras. Al cabo del tiempo, Diagoras dijo:
– Y tu… ?estas de acuerdo con esa opinion?
– En modo alguno. Siempre he creido que mi amigo estaba loco.
– ?Y que ha sido de el?
– No lo se. De repente quiso marcharse de Atenas y se marcho. Y no ha regresado.
Tras un nuevo silencio y varios pasos mas por la via de piedra, Diagoras dijo:
– Bueno, hay muchas clases de hombres, desde luego, pero todos elegimos nuestras acciones, por absurdas que parezcan, despues de un debate razonado con nosotros mismos. Socrates pudo haber evitado su condena durante el juicio, pero escogio beber la cicuta porque sabia, razonablemente, que eso era lo mejor para el. Y realmente era asi, ya que de esa forma acataba las leyes de Atenas, que tanto habia defendido durante toda su vida. Platon y sus amigos intentaron hacerle cambiar de opinion, pero el los convencio con sus argumentos. Cuando se conoce la utilidad de la virtud, jamas se elige el vicio. Por eso creo que esta hetaira nos ha mentido… En caso contrario -anadio, y Heracles percibio la amargura de su voz-, tendre que suponer que Tramaco tan solo
– ?Y que opinas de la hetaira?
– Es una mujer extrana y peligrosa -se estremecio Diagoras-. Su rostro… su mirada… Me he asomado a sus ojos y he visto cosas horribles…
En su vision, ella era ajena a el y hacia cosas imprevistas: bailaba en las nevadas cumbres del Parnaso, por ejemplo, llevando como unico atuendo la breve piel de un cervato; su cuerpo se movia sin pensar, casi sin voluntad, como una flor entre los dedos de una muchacha, girando peligrosamente al borde de los resbalosos abismos.
En su vision, ella podia incendiar sus cabellos y azotar con aquel peligroso pelo el aire frio; o volcar la cabeza encendida hacia atras mientras el hueso de la garganta despuntaba entre los musculos del cuello como el tallo de un lirio; o gritar como si pidiera ayuda, llamando a Bromion de pies de ciervo; o entonar el rapido pean en la
Todo aquello formaba parte de su vision, y el lo tenia por cierto. [17]
– ?Extranas cosas ves en las miradas de los demas, Diagoras! -se burlo Heracles de buena fe-. No dudo que nuestra hetaira baile de vez en cuando en las procesiones Leneas, pero, sinceramente, creer que se revuelca con las menades en los extasis en honor a Dioniso, esos peligrosos rituales que, si aun persisten, solo son practicados por algunas tribus de campesinos tracios en lejanos y desolados montes de la Helade, me parece una exageracion. Me temo que tu imaginacion posee una vista mas aguda que la de Linceo…
– Te he contado lo que he podido contemplar con los ojos del pensamiento -replico Diagoras-, capaces de vislumbrar la Idea en si. No los desprecies tan rapido, Heracles. Ya te explique que nosotros tambien somos partidarios de la razon, pero creemos que hay algo superior a ella, y es la Idea en si, que es la luz ante la cual todos, los seres y cosas que poblamos el mundo, no somos sino vagas sombras. Y, en ocasiones, solo el mito, la fabula, la poesia o el sueno pueden ayudarnos a describirla.
– Sea, pero tus Ideas en si no me resultan utiles, Diagoras. Yo me muevo en el campo de lo que puedo comprobar con mis propios ojos y razonar con mi propia logica.
– ?Y que viste tu en la muchacha?
– Poca cosa -repuso Heracles con modestia-. Tan solo que nos mentia -Diagoras interrumpio sus rapidos pasos con brusquedad y se volvio para contemplar al Descifrador, que sonrio suavemente y con cierto aire culpable, como un nino reganado por una peligrosa jugarreta-. Le tendi una trampa: le hable del padre de Tramaco. Como sabes, Meragro fue condenado a muerte hace anos, acusado de colaborar con los Treinta… [18]
– Lo se. Fue un juicio triste, como el de los almirantes de Arginusa, porque Meragro pago por las culpas de muchos otros -Diagoras suspiro-. Tramaco nunca queria hablar de su padre conmigo.
– Precisamente. Yasintra dijo que Tramaco apenas le hablaba, pero sabia muy bien que su padre habia muerto en deshonor…
– No: sabia tan solo que habia muerto.
– ?En modo alguno! Ya te he explicado, Diagoras, que yo descifro lo que puedo ver, y yo veo lo que alguien me dice de igual forma que veo, ahora mismo, las antorchas de la Puerta de la Ciudad. Todo lo que hacemos o decimos es un texto susceptible de ser leido e interpretado. ?No recuerdas sus palabras exactas? No dijo: «Su padre murio» sino «El
– Asi pues, la hetaira miente.
– Eso creo.
– Por tanto, yo
– Si, pero…