movimiento sin que lo sepamos. Quiero que tengan tiempo de desanimarse, de sentirse acorralados. Si uno de los dos decide acusar al otro publicamente para intentar salvarse, el problema quedara resuelto de la manera mas comoda. Si no…
Enarbolo uno de sus gruesos dedos indices para senalar las paredes de su casa con lentos ademanes.
– Si no se delatan, utilizaremos a la hetaira.
– ?A Yasintra? ?Como?
Heracles dirigio el mismo indice hacia arriba, puntualizando sus palabras.
– ?La hetaira fue el otro
– Por tanto, ella es ahora nuestra unica prueba…
Heracles asintio abriendo mucho los ojos, como si Diagoras hubiera dicho algo extraordinariamente asombroso.
– Eso es. Si nuestros dos astutos criminales no quieren hablar, los acusaremos publicamente basandonos en los testimonios de Yasintra. Ya se que la palabra de una cortesana no vale nada frente a la de un ciudadano libre, pero la acusacion le soltara la lengua a Antiso, probablemente, o quizas al propio Menecmo.
Diagoras parpadeo al dirigir la vista hacia el huerto destellante de sol. Cerca del pozo, con mansa indolencia, pacia una inmensa vaca blanca. [73] Heracles, muy animado, dijo:
– De un momento a otro llegara Eumarco con noticias. Entonces sabremos que se proponen hacer estos truhanes, y actuaremos en consecuencia…
Tomo otro sorbo de vino y lo paladeo con lenta satisfaccion. Quiza se sintio incomodo al intuir que Diagoras no participaba de su optimismo, porque de repente cambio el tono de voz para decir, con cierta brusquedad:
– Bien, ?que te parece? ?Tu Descifrador ha resuelto el enigma!
Diagoras, que seguia contemplando el huerto mas alla del pacifico rumiar de la vaca, dijo:
– No.
– ?Que?
Diagoras meneaba la cabeza en direccion hacia el huerto, de modo que parecia dirigirse a la vaca.
– No, Descifrador, no. Lo recuerdo bien; lo vi en sus ojos: Tramaco no estaba simplemente preocupado sino
Heracles meneo la cabeza con movimientos perezosos, como si reuniera paciencia para hablarle a un nino pequeno. Dijo:
– ?Tramaco tenia miedo de Menecmo! ?Pensaba que el escultor iba a matarlo si el lo delataba! ?Ese era el miedo que viste en sus ojos!…
– No -replico Diagoras con infinita calma, como si el vino o el languido mediodia lo hubiesen adormecido.
Entonces, hablando con mucha lentitud, como si cada palabra perteneciera a otro lenguaje y fuese necesario pronunciarlas cuidadosamente para que pudieran ser traducidas, anadio:
– Tramaco estaba
Heracles pregunto, con desprecio:
– ?Intentas decirme que mi explicacion no es correcta?
– La explicacion que me has ofrecido es razonable. Muy razonable -Diagoras seguia contemplando el huerto donde rumiaba la vaca. Inspiro profundamente-. Pero no creo que sea la verdad.
– ?Es razonable y no es verdad? ?Con que me sales ahora, Diagoras de Medonte?
– No lo se. Mi logica me dice: «Heracles tiene razon», pero… Puede que tu amigo Crantor supiera explicarlo mejor que yo. Anoche, en la Academia, discutimos mucho sobre eso. Es posible que la Verdad no pueda ser razonada… Quiero decir… Si yo te dijera ahora algo absurdo, como por ejemplo: «Hay una vaca paciendo en tu huerto, Heracles», me considerarias loco. Pero ?no podria ocurrir que, para alguien que no somos ni tu ni yo, tal afirmacion fuera
– ?Eso es lo que os ha contado Crantor ayer? -Heracles reprimia su colera a duras penas-. ?La filosofia acabara por volverte loco, Diagoras! Yo te hablo de cosas coherentes y logicas, y tu… ?El enigma de tu discipulo no es una teoria filosofica: es una cadena de sucesos racionales que…!
Se interrumpio al advertir que Diagoras volvia a menear la cabeza, sin mirarle, contemplando todavia el huerto vacio. [75]
Diagoras dijo:
– Recuerdo una frase tuya: «Hay lugares extranos en esta vida que ni tu ni yo hemos visitado jamas». Es cierto… Vivimos en un mundo extrano, Heracles. Un mundo donde nada puede ser razonado ni comprendido del todo. Un mundo que, a veces, no sigue las leyes de la logica sino las del sueno o la literatura… Socrates, que era un gran razonador, solia afirmar que un
– ?Mi explicacion es logica!
– Pero falsa.
– ?Si mi explicacion es falsa, entonces todo
– Es posible -admitio Diagoras con amargura-. Si, quien sabe.
– ?Muy bien! -gruno Heracles-. ?Por mi puedes hundirte lentamente en la cienaga de tu pesimismo filosofico, Diagoras! Voy a demostrarte que… Ah, golpes en la puerta. Es Eumarco, seguro. ?Quedate ahi, contemplando el mundo de las Ideas, querido Diagoras! ?Te servire en bandeja la cabeza de Menecmo, y tu me pagaras por el trabajo!… ?Ponsica, abre!…
Pero Ponsica ya habia abierto, y en aquel momento el visitante entraba en el soportal.
Era Crantor.
– Oh Heracles Pontor, Descifrador de Enigmas, y tu, Diagoras, del
Sonriendo, hizo un gesto para tranquilizar a Cerbero, que se agitaba furibundo entre sus brazos. Despues anadio, sin dejar de sonreir, como si se dispusiera a dar una buena noticia:
– Ha sucedido algo horrible.
Imponente, digna, la figura de Praxinoe parecia reflejar la luz que entraba en densas oleadas por las ventanas sin postigos del taller. Aparto con un suave gesto a uno de los hombres que lo acompanaban, y, al mismo tiempo, solicito ayuda a otro con un nuevo movimiento. Se arrodillo. Permanecio asi toda la eternidad de la expectacion. Los curiosos imaginaban expresiones para su rostro: congoja, dolor, venganza, furia. Praxinoe los defraudo a todos manteniendo las facciones quietas. El suyo era un semblante provisto de recuerdos, casi todos agradables; las simetricas cejas negras contrastaban con la nivea barba. Nada parecia indicar que en aquel momento