movimiento sin que lo sepamos. Quiero que tengan tiempo de desanimarse, de sentirse acorralados. Si uno de los dos decide acusar al otro publicamente para intentar salvarse, el problema quedara resuelto de la manera mas comoda. Si no…

Enarbolo uno de sus gruesos dedos indices para senalar las paredes de su casa con lentos ademanes.

– Si no se delatan, utilizaremos a la hetaira.

– ?A Yasintra? ?Como?

Heracles dirigio el mismo indice hacia arriba, puntualizando sus palabras.

– ?La hetaira fue el otro gran error de Menecmo! Tramaco, que se habia enamorado de ella, le habia contado en detalle las relaciones que mantenia con el escultor, admitiendo que su persona le inspiraba, a la vez, sentimientos de amor y de miedo. Y los dias previos a su muerte, tu discipulo le revelo que estaba dispuesto a cualquier cosa, incluso a contarle a su familia y a sus mentores lo de las diversiones nocturnas, con tal de verse libre de la danina influencia de Menecmo. Pero anadio que temia la venganza del escultor, pues este le habia asegurado que lo mataria si hablaba. No sabemos como Menecmo se entero de la existencia de Yasintra, pero podemos conjeturar que Tramaco la delato durante un momento de despecho. El escultor supo de inmediato que ella podia representar un problema y envio a un par de esclavos al Pireo para amenazarla, por si acaso se le ocurria hablar. Pero despues de nuestra conversacion con Menecmo, este, nervioso, creyo que la hetaira lo habia traicionado, y la volvio a amenazar de muerte. Fue entonces cuando Yasintra supo quien era yo, y anoche, asustada, vino a pedirme ayuda.

– Por tanto, ella es ahora nuestra unica prueba…

Heracles asintio abriendo mucho los ojos, como si Diagoras hubiera dicho algo extraordinariamente asombroso.

– Eso es. Si nuestros dos astutos criminales no quieren hablar, los acusaremos publicamente basandonos en los testimonios de Yasintra. Ya se que la palabra de una cortesana no vale nada frente a la de un ciudadano libre, pero la acusacion le soltara la lengua a Antiso, probablemente, o quizas al propio Menecmo.

Diagoras parpadeo al dirigir la vista hacia el huerto destellante de sol. Cerca del pozo, con mansa indolencia, pacia una inmensa vaca blanca. [73] Heracles, muy animado, dijo:

– De un momento a otro llegara Eumarco con noticias. Entonces sabremos que se proponen hacer estos truhanes, y actuaremos en consecuencia…

Tomo otro sorbo de vino y lo paladeo con lenta satisfaccion. Quiza se sintio incomodo al intuir que Diagoras no participaba de su optimismo, porque de repente cambio el tono de voz para decir, con cierta brusquedad:

– Bien, ?que te parece? ?Tu Descifrador ha resuelto el enigma!

Diagoras, que seguia contemplando el huerto mas alla del pacifico rumiar de la vaca, dijo:

– No.

– ?Que?

Diagoras meneaba la cabeza en direccion hacia el huerto, de modo que parecia dirigirse a la vaca.

– No, Descifrador, no. Lo recuerdo bien; lo vi en sus ojos: Tramaco no estaba simplemente preocupado sino aterrorizado. Pretendes hacerme creer que iba a contarme sus juegos licenciosos con Menecmo, pero… No. Su secreto era mucho mas espantoso.

Heracles meneo la cabeza con movimientos perezosos, como si reuniera paciencia para hablarle a un nino pequeno. Dijo:

– ?Tramaco tenia miedo de Menecmo! ?Pensaba que el escultor iba a matarlo si el lo delataba! ?Ese era el miedo que viste en sus ojos!…

– No -replico Diagoras con infinita calma, como si el vino o el languido mediodia lo hubiesen adormecido.

Entonces, hablando con mucha lentitud, como si cada palabra perteneciera a otro lenguaje y fuese necesario pronunciarlas cuidadosamente para que pudieran ser traducidas, anadio:

– Tramaco estaba aterrorizado… Pero su terror quedaba mas alla de lo comprensible… Era el Terror en si, la Idea de Terror: algo que tu razon, Heracles, ni siquiera puede vislumbrar, porque no te asomaste a sus ojos como yo lo hice. Tramaco no tenia miedo de lo que Menecmo pudiera hacerle sino de… de algo mucho mas pavoroso. Lo se -y agrego-: No se muy bien por que lo se. Pero lo se.

Heracles pregunto, con desprecio:

– ?Intentas decirme que mi explicacion no es correcta?

– La explicacion que me has ofrecido es razonable. Muy razonable -Diagoras seguia contemplando el huerto donde rumiaba la vaca. Inspiro profundamente-. Pero no creo que sea la verdad.

– ?Es razonable y no es verdad? ?Con que me sales ahora, Diagoras de Medonte?

– No lo se. Mi logica me dice: «Heracles tiene razon», pero… Puede que tu amigo Crantor supiera explicarlo mejor que yo. Anoche, en la Academia, discutimos mucho sobre eso. Es posible que la Verdad no pueda ser razonada… Quiero decir… Si yo te dijera ahora algo absurdo, como por ejemplo: «Hay una vaca paciendo en tu huerto, Heracles», me considerarias loco. Pero ?no podria ocurrir que, para alguien que no somos ni tu ni yo, tal afirmacion fuera verdad? -Diagoras interrumpio la replica de Heracles-. Ya se que no es racional decir que hay una vaca en tu huerto porque no la hay, ni puede haberla. Pero ?por que la verdad ha de ser racional, Heracles? ?No cabe la posibilidad de que existan… verdades irracionales? [74]

– ?Eso es lo que os ha contado Crantor ayer? -Heracles reprimia su colera a duras penas-. ?La filosofia acabara por volverte loco, Diagoras! Yo te hablo de cosas coherentes y logicas, y tu… ?El enigma de tu discipulo no es una teoria filosofica: es una cadena de sucesos racionales que…!

Se interrumpio al advertir que Diagoras volvia a menear la cabeza, sin mirarle, contemplando todavia el huerto vacio. [75]

Diagoras dijo:

– Recuerdo una frase tuya: «Hay lugares extranos en esta vida que ni tu ni yo hemos visitado jamas». Es cierto… Vivimos en un mundo extrano, Heracles. Un mundo donde nada puede ser razonado ni comprendido del todo. Un mundo que, a veces, no sigue las leyes de la logica sino las del sueno o la literatura… Socrates, que era un gran razonador, solia afirmar que un demon, un espiritu, le inspiraba las verdades mas profundas. Y Platon opina que la locura, en cierto modo, es una forma misteriosa de acceder al conocimiento. Eso es lo que me sucede ahora: mi demon, o mi locura, me dicen que tu explicacion es falsa.

– ?Mi explicacion es logica!

– Pero falsa.

– ?Si mi explicacion es falsa, entonces todo es falso!

– Es posible -admitio Diagoras con amargura-. Si, quien sabe.

– ?Muy bien! -gruno Heracles-. ?Por mi puedes hundirte lentamente en la cienaga de tu pesimismo filosofico, Diagoras! Voy a demostrarte que… Ah, golpes en la puerta. Es Eumarco, seguro. ?Quedate ahi, contemplando el mundo de las Ideas, querido Diagoras! ?Te servire en bandeja la cabeza de Menecmo, y tu me pagaras por el trabajo!… ?Ponsica, abre!…

Pero Ponsica ya habia abierto, y en aquel momento el visitante entraba en el soportal.

Era Crantor.

– Oh Heracles Pontor, Descifrador de Enigmas, y tu, Diagoras, del demo de Medonte. Atenas esta conmovida hasta sus cimientos, y todos los ciudadanos que aun poseen un resto de voz reclaman a gritos vuestra presencia en cierto lugar…

Sonriendo, hizo un gesto para tranquilizar a Cerbero, que se agitaba furibundo entre sus brazos. Despues anadio, sin dejar de sonreir, como si se dispusiera a dar una buena noticia:

– Ha sucedido algo horrible.

Imponente, digna, la figura de Praxinoe parecia reflejar la luz que entraba en densas oleadas por las ventanas sin postigos del taller. Aparto con un suave gesto a uno de los hombres que lo acompanaban, y, al mismo tiempo, solicito ayuda a otro con un nuevo movimiento. Se arrodillo. Permanecio asi toda la eternidad de la expectacion. Los curiosos imaginaban expresiones para su rostro: congoja, dolor, venganza, furia. Praxinoe los defraudo a todos manteniendo las facciones quietas. El suyo era un semblante provisto de recuerdos, casi todos agradables; las simetricas cejas negras contrastaban con la nivea barba. Nada parecia indicar que en aquel momento

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