estaba incluso abocado a ser condenado como un enemigo, sino que no regresaria jamas a la madre patria.

Todavia recordaba que fue probablemente hacia la edad de ocho anos cuando empezo realmente a reflexionar. Por el lugar, debia de haber sido poco despues de empezar a escribir su diario; estaba subido sobre el antepecho de la ventana de su habitacion, en el piso, la pelota que sujetaba en la mano se cayo y despues de varios botes fue a parar a las hierbas que estaban al pie de un laurel rosa. Le pidio a su joven tio que estaba leyendo en el patio que le lanzara la pelota. «Perezoso -respondio su tio-, tu la has tirado, entonces ven a buscarla tu mismo.» El dijo que su madre le habia prohibido bajar a jugar hasta que no hubiera acabado de escribir su diario del dia anterior. «?Y la volveras a tirar si te la lanzo?», pregunto su tio. El dijo que no habia tirado la pelota, que se habia caido sola. A reganadientes, su tio le lanzo la pelota hasta dentro del cuarto. El volvio a subir al antepecho de la ventana y pregunto a su tio:

– ?Por que cuando se cae la pelota no bota hasta aqui? Si botara a la misma altura, no me la habrias tenido que lanzar.

– ?Como habla el nino! Es una cuestion de fisica -respondio su tio.

– ?Que es una cuestion de fisica?

– Es de la teoria de base; si te lo explico, no lo entenderas.

En aquella epoca su tio era alumno de segundo ciclo de secundaria y le inspiraba un profundo respeto, sobre todo cuando hablaba de fisica, y todavia mas de teoria de base. Siempre recordo esas dos cosas, porque creia que, en ese bajo mundo, lo que parecia ordinario, en realidad, era misterioso e insondable.

Mas tarde su madre le compro una coleccion de libros para ninos, Los cien mil porques. Leyo cada volumen sin que ninguno le impresionara, y sus dudas primeras con respecto al mundo permanecieron enterradas en el.

De su lejana infancia, como una bruma, como el humo, solo permanecen en su memoria algunas manchas brillantes. Los recuerdos, enterrados por el tiempo en su memoria, emergian poco a poco cuando evocaba un fragmento, como una red cuando sale del agua -basta con tirar de un pedazo para que le siga el resto- y se extiende hacia el infinito, con las mallas enlazadas, a veces tan visibles como desaparecidas. Algunos momentos y hechos de distintas epocas resurgieron al mismo tiempo, y era imposible saber por donde cogerlos, imposible encontrar el hilo conductor para hacerlos remontar a la superficie y clasificarlos; ademas, era imposible esclarecerlos. La vida humana es una red que querrias deshacer, nudo tras nudo, pero al final solo consigues una madeja de hilos enredados. Y eres incapaz de desenredar esas cuentas caoticas que la vida representa.

6

A mediodia un hombre que no conoces te invita a comer. Al telefono, su secretaria ha precisado:

– Nuestro director general, el senor Zhou, pasara en persona a buscarle a su hotel.

Cuando bajas a la recepcion, un hombre gordo de aspecto refinado, hombros anchos y cara despejada, se precipita inmediatamente hacia ti y te tiende su tarjeta con las dos manos.

– Encantado de conocerle.

Luego anade que ha visto tu obra de teatro y que tiene el atrevimiento de hacerte perder algo de tiempo invitandote a comer.

Subes en su gran limusina Mercedes, signo de su riqueza. Conduce el mismo su coche. Te pregunta que te gustaria comer.

– Cualquier cosa. Hong Kong es el paraiso de la buena cocina -respondes.

– Pero Hong Kong no es Paris, donde abundan las bellezas -contesta el empresario Zhou riendo.

– No en todos los sitios. En el metro tambien hay muchos vagabundos -replicas, diciendote a ti mismo que tu interlocutor es realmente un empresario.

El coche atraviesa la bahia y entra en el largo tunel bajo el mar que lleva a Kowloon.

– Vamos al hipodromo, es muy tranquilo a mediodia, podremos charlar tranquilamente. Cuando no es la hora de las carreras, solo van a comer alli los socios del club de hipica.

Empieza a intrigarte que en Hong Kong un rico empresario se interese por tu obra de teatro.

Una vez sentados, el senor Zhou pide unos platos ligeros; ya no bromea sobre las bellas mujeres, se tranquiliza. En este restaurante amplio y confortable solo estan ocupadas unas pocas mesas; los camareros aguardan tranquilamente a la entrada, no es como en los restaurantes de Hong Kong, siempre animados y hasta los topes.

– Debo confesarle que yo vine clandestinamente del continente a nado. En la epoca de la Revolucion Cultural, trabajaba en una granja del ejercito en la provincia de Guangdong. Ya tenia el diploma de secundaria y algo en la cabeza, no podia echar a perder mi vida de aquel modo.

– ?Pero era muy peligroso pasar clandestinamente!

– Claro. En aquella epoca mis padres estaban presos; entraron en casa y nos confiscaron los bienes. Al fin y al cabo, solo eramos perros que estabamos dentro de las cinco categorias negras. [4]

– Se podia haber encontrado con un tiburon…

– Eso no era demasiado grave, al menos se podia pelear, era una cuestion de suerte. Lo peor eran los hombres, los focos de los guardacostas que patrullaban la zona barrian la superficie del agua para disparar sobre los clandestinos.

– ?Como lo consiguio?

– Prepare dos camaras de pelota de baloncesto. Las pelotas de baloncesto de esa epoca tenian una camara de caucho con una valvula por la que se podia soplar.

– Ah, si, los ninos que aprenden a nadar las utilizan como flotador. En aquella epoca no habia muchos articulos de plastico -dices, negando con la cabeza.

– Cuando pasaba un barco, desinflaba las camaras y buceaba. Me estuve entrenando durante todo el verano; tambien llevaba un tubo para poder respirar debajo del agua.

El senor Zhou muestra una sonrisa un poco forzada, lo que inspira algo de tristeza. Ya no parece un rico empresario.

– Hong Kong esta bien porque uno puede hacer lo que quiera. Yo soy un nuevo rico y hoy nadie conoce mi pasado. Hace tiempo que cambie de nombre. Solo me conocen por el nombre de senor Zhou, dueno de una empresa.

En el fondo de sus ojos y en la comisura de sus labios aparece un rasgo de satisfaccion, ha recuperado su aspecto de empresario.

Comprendes que no lo ha dicho para impresionarte, no os conoceis de nada y de pronto te desvela su historia sin el menor escrupulo; su seguridad en si mismo probablemente sea una costumbre que le viene de su actual condicion social.

– Me ha gustado mucho su obra de teatro, pero no estoy seguro de que la gente de Hong Kong la entienda.

– Cuando la comprendan sera demasiado tarde -dices tu tras un momento de duda-. Tienen que haber vivido ciertas cosas.

– Si, es verdad -anade el.

– ?Le gusta el teatro? -preguntas.

– Normalmente no voy. Veo mas los ballets o voy a algun concierto. Me gusta ir a las operas o a los conciertos de cantantes occidentales famosos. Ahora puedo disfrutar de las artes, pero nunca habia visto una obra como la suya.

– Comprendo -dices riendo-. Pero ?como le vino la idea de ver mi obra?

– Un amigo me llamo y me hablo de ella.

– Eso quiere decir que hay gente que, a pesar de todo, la entiende.

– Es alguien que tambien viene de China.

Tu dices que esa obra la escribiste cuando todavia vivias en el continente, pero que solo la has podido estrenar fuera. Lo que ahora escribes ya no tiene nada que ver con todo aquello.

Dice que a el le ocurre lo mismo, su mujer y sus hijos nacieron aqui, son verdaderos nativos de Hong Kong.

Вы читаете El Libro De Un Hombre Solo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×