John se echo al mar y Jeremy se hizo cargo de su madre viuda y de su hermana. Disponia de un sueldo modesto como empleado de la 'Compania Britanica de Importacion y Exportacion' y una reducida renta dejada por el padre, ademas de las esporadicas contribuciones de su hermano John, que no siempre llegaban en dinero contante y sonante, sino en contrabando. Jeremy, escandalizado, guardaba esas cajas de perdicion en el desvan sin abrirlas hasta la proxima visita de su hermano, quien se encargaba de vender su contenido. La familia se traslado a un piso pequeno y caro para su presupuesto, pero bien ubicado en el corazon de Londres, porque lo consideraron una inversion. Debian casar bien a Rose.
A los diecisiete anos la belleza de la joven empezaba a florecer y le sobraban pretendientes de buena situacion dispuestos a morir de amor, pero mientras sus amigas se afanaban buscando marido, ella buscaba un profesor de canto. Asi conocio al Karl Bretzner, un tenor vienes llegado a Londres para actuar en varias obras de Mozart, que culminarian en una noche estelar con 'Las bodas de Figaro', con asistencia de la familia real. Su aspecto nada revelaba de su inmenso talento: parecia un carnicero. Su cuerpo, ancho de barriga y enclenque de las rodillas para abajo carecia de elegancia y su rostro sanguineo, coronado por una mata de crespos descoloridos, resultaba mas bien vulgar, pero cuando abria la boca para deleitar al mundo con el torrente de su voz, se transformaba en otro ser, crecia en estatura, la panza desaparecia en la anchura del pecho y la cara colorada de teuton se llenaba de una luz olimpica. Al menos asi lo veia Rose Sommers, quien se las arreglo para conseguir entradas para cada funcion. Llegaba al teatro mucho antes que lo abrieran y, desafiando las miradas escandalizadas de los transeuntes, poco acostumbrados a ver una muchacha de su condicion sola, aguardaba en la puerta de los actores durante horas para divisar al maestro descender del coche. En la noche del domingo el hombre se fijo en la beldad apostada en la calle y se acerco a hablarle. Tremula, ella respondio a sus preguntas y confeso su admiracion por el y sus deseos de seguir sus pasos en el arduo, pero divino sendero del 'bel canto', como fueron sus palabras.
– Venga despues de la funcion a mi camerino y veremos que puedo hacer por usted -dijo el con su preciosa voz y un fuerte acento austriaco.
Asi lo hizo ella, transportada a la gloria. Cuando finalizo la ovacion de pie brindada por el publico, un ujier enviado por Karl Bretzner la condujo tras bambalinas. Ella nunca habia visto las entranas de un teatro, pero no perdio tiempo admirando las ingeniosas maquinas de hacer tempestades ni los paisajes pintados en telones, su unico proposito era conocer a su idolo. Lo encontro cubierto con una bata de terciopelo azul real ribeteada en oro, la cara aun maquillada y una elaborada peluca de rizos blancos. El ujier los dejo solos y cerro la puerta. La habitacion, atiborrada de espejos, muebles y cortinajes, olia a tabaco, afeites y moho. En un rincon habia un biombo pintado con escenas de mujeres rubicundas en un haren turco y de los muros colgaban en perchas las vestimentas de la opera. Al ver a su idolo de cerca, el entusiasmo de Rose se desinflo por algunos momentos, pero pronto el recupero el terreno perdido. Le tomo ambas manos entre las suyas, se las llevo a los labios y las beso largamente, luego lanzo un do de pecho que estremecio el biombo de las odaliscas. Los ultimos remilgos de Rose se desmoronaron, como las murallas de Jerico en una nube de polvo, que salio de la peluca cuando el artista se la quito con un gesto apasionado y viril, lanzandola sobre un sillon, donde quedo inerte como un conejo muerto. Tenia el pelo aplastado bajo una tupida malla que, sumada al maquillaje, le daba un aire de cortesana decrepita.
Sobre el mismo sillon donde cayo la peluca, le ofreceria Rose su virginidad un par de dias despues, exactamente a las tres y cuarto de la tarde. El tenor vienes la cito con el pretexto de mostrarle el teatro ese martes, que no habria espectaculo. Se encontraron secretamente en una pasteleria, donde el saboreo con delicadeza cinco 'eclaires' de crema y dos tazas de chocolate, mientras ella revolvia su te sin poder tragarlo de susto y anticipacion. Fueron enseguida al teatro. A esa hora solo habia un par de mujeres limpiando la sala y un iluminador preparando lamparas de aceite, antorchas y velas para el dia siguiente. Karl Bretzner, ducho en trances de amor, produjo por obra de ilusionismo una botella de champana, sirvio una copa para cada uno, que bebieron al seco brindando por Mozart y Rossini. Enseguida instalo a la joven en el palco de felpa imperial donde solo el rey se sentaba, adornado de arriba abajo con amorcillos mofletudos y rosas de yeso, mientras el partia hacia el escenario. De pie sobre un trozo de columna de carton pintado, alumbrado por las antorchas recien encendidas, canto solo para ella un aria de 'El barbero de Sevilla', luciendo toda su agilidad vocal y el suave delirio de su voz en interminables florituras. Al morir la ultima nota de su homenaje, oyo los sollozos distantes de Rose Sommers, corrio hacia ella con inesperada agilidad, cruzo la sala, trepo al palco de dos saltos y cayo a sus pies de rodillas. Sin aliento, coloco su cabezota sobre la falda de la joven, hundiendo la cara entre los pliegues de la falda de seda color musgo. Lloraba con ella, porque sin proponerselo tambien se habia enamorado; lo que comenzo como otra conquista pasajera se habia transformado en pocas horas en una incandescente pasion.
Rose y Karl se levantaron apoyandose el uno en el otro, trastabillando y aterrados ante lo inevitable, y avanzaron sin saber como por un largo pasillo en penumbra, subieron una breve escalinata y llegaron a la zona de los camerinos. El nombre del tenor aparecia escrito con letras cursivas en una de las puertas. Entraron a la habitacion atiborrada de muebles y trapos de lujo, polvorientos y sudados, donde dos dias antes habian estado solos por primera vez. No tenia ventanas y por un momento se sumieron en el refugio de la oscuridad, donde alcanzaron a recuperar el aire perdido en los sollozos y suspiros previos, mientras el encendia primero una cerilla y luego las cinco velas de un candelabro. En la tremula luz amarilla de las llamas se admiraron, confundidos y torpes, con un torrente de emociones por expresar y sin poder articular ni una palabra. Rose no resistio las miradas que la traspasaban y escondio el rostro entre las manos, pero el se las aparto con la misma delicadeza empleada antes en desmenuzar los pastelillos de crema. Empezaron por darse besitos llorosos en la cara como picotones de palomas, que naturalmente derivaron hacia besos en serio. Rose habia tenido encuentros tiernos, pero vacilantes y escurridizos, con algunos de sus pretendientes y un par de ellos llegaron a rozarla en la mejilla con los labios, pero jamas imagino que fuera posible llegar a tal grado de intimidad, que una lengua de otro podia trenzarse con la suya como una culebra traviesa y la saliva ajena mojarla por fuera e invadirla por dentro, pero la repugnancia inicial fue vencida pronto por el impulso de su juventud y su entusiasmo por la lirica. No solo devolvio las caricias con igual intensidad, sino que tomo la iniciativa de desprenderse del sombrero y la capita de piel de astracan gris que le cubria los hombros. De alli a dejarse desabotonar la chaquetilla y luego la blusa hubo solo unos cuantos acomodos. La joven supo seguir paso a paso la danza de la copulacion guiada por el instinto y las calientes lecturas prohibidas, que antes sustraia sigilosa de los anaqueles de su padre. Ese fue el dia mas memorable de su existencia y lo recordaria hasta en sus mas infimos pormenores, adornados y exagerados, en los anos venideros. Esa seria su unica fuente de experiencia y conocimiento, unico motivo de inspiracion para alimentar sus fantasias y crear, anos mas tarde, el arte que la haria famosa en ciertos circulos muy secretos. Ese dia maravilloso solo podia compararse en intensidad con aquel otro de marzo, dos anos mas tarde en Valparaiso, cuando cayo en sus brazos Eliza recien nacida, como consuelo por los hijos que no habria de tener, por los hombres que no podria amar y por el hogar que jamas formaria.
El tenor vienes resulto ser un amante refinado. Amaba y conocia a las mujeres a fondo, pero fue capaz de borrar de su memoria los amores desperdigados del pasado, la frustracion de multiples adioses, los celos, desmanes y enganos de otras relaciones, para entregarse con total inocencia a la breve pasion por Rose Sommers. Su experiencia no provenia de abrazos pateticos con putillas escualidas; Bretzner se preciaba de no haber tenido que pagar por el placer, porque mujeres de variados pelajes, desde camareras humildes hasta soberbias condesas, se le rendian sin condiciones al oirlo cantar. Aprendio las artes del amor al mismo tiempo que aprendia las del canto. Diez anos contaba cuando se enamoro de el quien habria de ser su mentora, una francesa con ojos de tigre y senos de alabastro puro, con edad suficiente para ser su madre. A su vez, ella habia sido iniciada a los trece anos en Francia por Donatien-Alphonse-Francois de Sade. Hija de un carcelero de La Bastilla, habia conocido al famoso marques en una celda inmunda, donde escribia sus perversas historias a la luz de una vela. Ella iba a observarlo a traves de los barrotes por simple curiosidad de nina, sin saber que su padre se la habia vendido al preso a cambio de un reloj de oro, ultima posesion del noble empobrecido. Una manana en que ella atisbaba por la mirilla, su padre se quito el manojo de grandes llaves del cinturon, abrio la puerta y de un empujon lanzo a la chica a la celda, como quien da de comer a los leones. Que sucedio alli, no podia recordarlo, basta saber que se quedo junto a Sade, siguiendolo de la carcel a la miseria peor de la libertad y aprendiendo todo lo que el podia ensenarle. Cuando en 1802 el marques fue internado en el manicomio de Charenton, ella se quedo en la calle y sin un peso, pero poseedora de una vasta sabiduria amatoria que le sirvio para obtener un marido cincuenta y dos anos mayor que ella y muy rico. El hombre se murio al poco tiempo, agotado por los excesos de su joven mujer y ella quedo por fin libre y con dinero para hacer lo que le diera la gana. Tenia treinta