Por toda compania contaba con un gato, encerrado en la bodega para controlar las ratas, pero en las terribles semanas de navegacion el infortunado animal se fue volviendo loco y al final, por lastima, Tao Chi?en le rebano el cuello con su cuchillo.
Eliza entro al barco en un saco al hombro de un estibador, de los muchos que subieron la carga y el equipaje en Valparaiso. Nunca supo como se las arreglo Tao Chi?en para obtener la complicidad del hombre y burlar la vigilancia del capitan y el piloto, quienes anotaban en un libro todo lo que entraba. Habia escapado pocas horas antes mediante un complicado ardid, que incluia falsificar una invitacion escrita de la familia del Valle para visitar su hacienda por unos dias. No era una idea descabellada. En un par de ocasiones anteriores las hijas de Agustin del Valle la habian convidado al campo y Miss Rose le habia permitido ir, siempre acompanada por Mama Fresia. Se despidio de Jeremy, Miss Rose y su tio John con fingida liviandad, mientras sentia en el pecho el peso de una roca. Los vio sentados a la mesa del desayuno leyendo periodicos ingleses, completamente inocentes de sus planes, y una dolorosa incertidumbre estuvo a punto de hacerla desistir. Eran su unica familia, representaban seguridad y bienestar, pero ella habia cruzado la linea de la decencia y no habia vuelta atras. Los Sommers la habian educado con estrictas normas de buen comportamiento y una falta tan grave ensuciaba el prestigio de todos. Con su huida la reputacion de la familia quedaba manchada, pero al menos existiria la duda: siempre podian decir que ella habia muerto. Cualquiera que fuese la explicacion que dieran al mundo, no estaria alli para verlos sufrir la verguenza. La odisea de salir en busca de su amante le parecia el unico camino posible, pero en aquel momento de silenciosa despedida la asalto tanta tristeza, que estuvo a punto de echarse a llorar y confesarlo todo. Entonces la ultima imagen de Joaquin Andieta en la noche de su partida acudio con una precision atroz para recordarle su deber de amor. Se acomodo unas mechas sueltas del peinado, se coloco el bonete de paja italiana y salio diciendo adios con un gesto de la mano.
Llevaba la maleta preparada por Miss Rose con sus mejores vestidos de verano, unos reales sustraidos de la habitacion de Jeremy Sommers y las joyas de su ajuar. Tuvo la tentacion de apoderarse tambien de las de Miss Rose, pero en el ultimo instante la derroto el respeto por esa mujer que le habia servido de madre. En su habitacion, dentro del cofre vacio, dejo una breve nota agradeciendo lo mucho que habia recibido y reiterando cuanto los queria. Agrego una confesion de lo que se llevaba, para proteger a los sirvientes de cualquier sospecha. Mama Fresia habia puesto en la maleta sus botas mas firmes, asi como sus cuadernos y el atado de cartas de amor de Joaquin Andieta. Llevaba ademas una pesada manta de lana de Castilla, regalo de su tio John. Salieron sin provocar sospechas. El cochero las dejo en la calle de la familia del Valle y sin esperar que les abrieran la puerta, se perdio de vista. Mama Fresia y Eliza enfilaron rumbo al puerto para encontrarse con Tao Chi?en en el sitio y a la hora convenidos.
El hombre las estaba aguardando. Tomo la maleta de manos de Mama Fresia e indico a Eliza que lo siguiera. La muchacha y su nana se abrazaron largamente. Tenian la certeza de que no volverian a verse, pero ninguna de las dos vertio lagrimas.
– ?Que le diras a Miss Rose, mamita?
– Nada. Ahora mismo me voy donde mi gente en el sur, donde nadie me encuentre nunca mas.
– Gracias, mamita. Siempre me acordare de ti…
– Y yo voy a rezar para que te vaya bien, mi nina -fue lo ultimo que oyo Eliza de labios de Mama Fresia, antes de entrar a una casucha de pescadores tras los pasos del cocinero chino.
En la sombria habitacion de madera sin ventanas, olorosa a redes humedas, cuya unica ventilacion provenia de la puerta, Tao Chi?en entrego a Eliza unos pantalones calzonudos y un bluson muy usado, indicandole que se los pusiera. No hizo ademan de retirarse o de volverse por discrecion. Eliza vacilo, jamas se habia quitado la ropa delante de un hombre, solo de Joaquin Andieta, pero Tao Chi?en no percibio su confusion, pues carecia del sentido de la privacidad; el cuerpo y sus funciones le resultaban naturales y consideraba el pudor un inconveniente, mas que una virtud. Ella comprendio que no era buen momento para escrupulos, el barco partia esa misma manana y los ultimos botes estaban llevando el equipaje rezagado. Se quito el sombrerito de paja, desabotono sus botines de cordoban y el vestido, solto las cintas de sus enaguas y, muerta de verguenza, le senalo al chino que la ayudara a desatar el corse. A medida que sus atuendos de nina inglesa se amontonaban en el suelo, iba perdiendo uno a uno los contactos con la realidad conocida y entrando inexorablemente en la extrana ilusion que seria su vida en los proximos anos. Tuvo claramente la sensacion de empezar otra historia en la que ella era protagonista y narradora a la vez.
El Cuarto Hijo
Tao Chi?en no siempre tuvo ese nombre. En verdad no tuvo nombre hasta los once anos, sus padres eran demasiado pobres para ocuparse de detalles como ese: se llamaba simplemente el Cuarto Hijo. Habia nacido nueve anos antes que Eliza, en una aldea de la provincia de Kuangtung, a un dia y medio de marcha a pie de la ciudad de Canton. Venia de una familia de curanderos. Por incontables generaciones los hombres de su sangre se transmitieron de padres a hijos conocimiento sobre plantas medicinales, arte para extraer malos humores, magia para espantar demonios y habilidad para regular la energia, 'qi'. El ano en que nacio el Cuarto Hijo la familia se encontraba en la mayor miseria, habia ido perdiendo la tierra en manos de prestamistas y tahures. Los oficiales del Imperio recaudaban impuestos, se guardaban el dinero y luego aplicaban nuevos tributos para cubrir sus robos, ademas de cobrar comisiones ilegales y sobornos. La familia del Cuarto Hijo, como la mayoria de los campesinos, no podia pagarles. Si lograban salvar de los mandarines unas monedas de sus magros ingresos, las perdian de inmediato en el juego, una de las pocas diversiones al alcance de los pobres. Se podia apostar en carreras de sapos y saltamontes, peleas de cucarachas o en el 'fan tan', amen de muchos otros juegos populares.
El Cuarto Hijo era un nino alegre, que se reia por nada, pero tambien tenia una tremenda capacidad de atencion y curiosidad por aprender. A los siete anos sabia que el talento de un buen curandero consiste en mantener el equilibrio del 'yin' y el 'yang', a los nueve conocia las propiedades de las plantas de la region y podia ayudar a su padre y hermanos mayores en la engorrosa preparacion de los emplastos, pomadas, tonicos, balsamos, jarabes, polvos y pildoras de la farmacopea campesina. Su padre y el Primer Hijo viajaban a pie de aldea en aldea ofreciendo curaciones y remedios, mientras los hijos Segundo y Tercero cultivaban un misero pedazo de tierra, unico capital de la familia. El Cuarto Hijo tenia la mision de recolectar plantas y le gustaba hacerlo, porque le permitia vagar por los alrededores sin vigilancia, inventando juegos e imitando las voces de los pajaros. A veces, si le quedaban fuerzas despues de cumplir con las inacabables tareas de la casa, lo acompanaba su madre, quien por su condicion de mujer no podia trabajar la tierra sin atraer las burlas de los vecinos. Habian sobrevivido a duras penas, cada vez mas endeudados, hasta ese ano fatal de 1834, cuando los peores demonios se abatieron sobre la familia. Primero se volco una olla de agua hirviendo sobre la hermana menor, de apenas dos anos, escaldandola de la cabeza a los pies. Le aplicaron clara de huevo sobre las quemaduras y la trataron con las yerbas indicadas para esos casos, pero en menos de tres dias la nina se agoto de sufrir y murio. La madre no se repuso. Habia perdido otros hijos en la infancia y cada uno le dejo una herida en el alma, pero el accidente de la pequena fue como el ultimo grano de arroz que vuelca el tazon. Empezo a decaer a ojos vista, cada dia mas flaca, la piel verdosa y los huesos quebradizos, sin que los brebajes de su marido lograran demorar el avance inexorable de su misteriosa enfermedad, hasta que una manana la encontraron rigida, con una sonrisa de alivio y los ojos en paz, porque al fin iba a reunirse con sus ninos muertos. Los ritos funerarios fueron muy simples, por tratarse de una mujer. No pudieron contratar a un monje ni tenian arroz para ofrecer a los parientes y vecinos durante la ceremonia, pero al menos se cercioraron de que su espiritu no se refugiara en el techo, el pozo o las cuevas de las ratas, desde donde podria acudir mas tarde a penarles. Sin la madre, quien con su esfuerzo y su paciencia a toda prueba mantuvo a la familia unida, fue imposible detener la calamidad. Fue un ano de tifones, malas cosechas y hambruna, el vasto territorio de la China se poblo de pordioseros y bandidos. La nina de siete anos que quedaba en la familia, fue vendida a un agente y no se volvio a saber de ella. El Primer Hijo, destinado a reemplazar al padre en el oficio de medico ambulante, fue mordido por un perro enfermo y murio poco despues con el cuerpo tenso como un arco y echando espumarajos por la boca. Los hijos Segundo y Tercero estaban ya en edad de trabajar y en ellos recayo la tarea de cuidar a su padre en vida, cumplir con los ritos funerarios a su muerte y honrar su memoria y la de sus otros antepasados varones por