feligreses, con quienes el doctor Hobbs mantenia excelentes relaciones. Estaban mucho mas cerca de la poblacion local que los medicos britanicos de la colonia y admiraban los metodos de la medicina oriental. Abrieron las puertas de sus pequenos hospitales al 'zhong yi'. El entusiasmo de Tao Chi?en y Ebanizer Hobbs por el estudio y la experimentacion los condujo inevitablemente al afecto. Se juntaban casi en secreto, porque de haberse conocido su amistad, arriesgaban su reputacion. Ni los pacientes europeos ni los chinos aceptaban que otra raza tuviera algo que ensenarles.
El anhelo de comprar una esposa volvio a ocupar los suenos de Tao Chi?en apenas se le acomodaron un poco las finanzas. Cuando cumplio veintidos anos sumo una vez mas sus ahorros, como hacia a menudo, y comprobo encantado que le alcanzaban para una mujer de pies pequenos y caracter dulce. Como no disponia de sus padres para ayudarlo en la gestion, tal como exigia la costumbre, debio recurrir a un agente. Le mostraron retratos de varias candidatas, pero le parecieron todas iguales; le resultaba imposible adivinar el aspecto de una muchacha -y mucho menos su personalidad- a partir de esos modestos dibujos a tinta. No le estaba permitido verla con sus propios ojos o escuchar su voz, como hubiera deseado; tampoco tenia un miembro femenino de su familia que lo hiciera por el. Eso si, podia ver sus pies asomando bajo una cortina, pero le habian contado que ni siquiera eso era seguro, porque los agentes solian hacer trampa y mostrar los 'lirios dorados' de otra mujer. Debia confiar en el destino. Estuvo a punto de dejar la decision a los dados, pero el tatuaje en su mano derecha le recordo sus pasadas desventuras en los juegos de azar y prefirio encomendar la tarea al espiritu de su madre y al de su maestro de acupuntura. Despues de recorrer cinco templos haciendo ofrendas, echo la suerte con los palitos del I Chin, donde leyo que el momento era propicio, y asi escogio la novia. El metodo no le fallo. Cuando levanto el panuelo de seda roja de la cabeza de su flamante esposa, despues de cumplir las ceremonias minimas, pues no tenia dinero para un casamiento mas esplendido, se encontro ante un rostro armonioso, que miraba obstinadamente al suelo. Repitio su nombre tres veces antes que ella se atreviera a mirarlo con los ojos llenos de lagrimas, temblando de pavor.
– Sere bueno contigo -le prometio el, tan emocionado como ella.
Desde el instante en que levanto esa tela roja, Tao adoro a la joven que le habia tocado en suerte. Ese amor lo tomo por sorpresa: no imaginaba que tales sentimientos pudieran existir entre un hombre y una mujer. Jamas habia oido manifestar tal clase de amor, solo habia leido vagas referencias en la literatura clasica, donde las doncellas, como los paisajes o la luna, eran temas obligados de inspiracion poetica. Sin embargo, creia que en el mundo real las mujeres eran solo criaturas de trabajo y reproduccion, como las campesinas entre las cuales se habia criado, o bien objetos caros de decoracion. Lin no correspondia a ninguna de esas categorias, era una persona misteriosa y compleja, capaz de desarmarlo con su ironia y desafiarlo con sus preguntas. Lo hacia reir como nadie, le inventaba historias imposibles, lo provocaba con juegos de palabras. En presencia de Lin todo parecia iluminarse con un fulgor irresistible. El prodigioso descubrimiento de la intimidad con otro ser humano fue la experiencia mas profunda de su vida. Con prostitutas habia tenido encuentros de gallo apresurado, pero nunca habia dispuesto del tiempo y del amor para conocer a fondo a ninguna. Abrir los ojos por las mananas y ver a Lin durmiendo a su lado lo hacia reir de dicha y un instante despues temblar de angustia. ?Y si una manana ella no despertaba? El dulce olor de su transpiracion en las noches de amor, el trazo fino de sus cejas elevadas en un gesto de perpetua sorpresa, la esbeltez imposible de su cintura, toda ella lo agobiaba de ternura. ?Ah! Y la risa de los dos. Eso era lo mejor de todo, la alegria desenfadada de ese amor. Los 'libros de almohada' de su viejo maestro, que tanta exaltacion inutil le habian causado en la adolescencia, probaron ser de gran provecho a la hora del placer. Como correspondia a una joven virgen bien criada, Lin era modesta en su comportamiento diario, pero apenas perdio el temor de su marido emergio su naturaleza femenina espontanea y apasionada. En corto tiempo esa alumna avida aprendio las doscientas veintidos maneras de amar y siempre dispuesta a seguirlo en esa alocada carrera, sugirio a su marido que inventara otras. Por fortuna para Tao Chi?en, los refinados conocimientos adquiridos en teoria en la biblioteca de su preceptor incluian innumerables formas de complacer a una mujer y sabia que el vigor cuenta mucho menos que la paciencia. Sus dedos estaban entrenados para percibir los diversos pulsos del cuerpo y ubicar a ojos cerrados los puntos mas sensibles; sus manos calientes y firmes, expertas en aliviar los dolores de sus pacientes, se convirtieron en instrumentos de infinito gozo para Lin. Ademas habia descubierto algo que su honorable 'zhong yi' olvido ensenarle: que el mejor afrodisiaco es el amor. En la cama podian ser tan felices, que los demas inconvenientes de la vida se borraban durante la noche. Pero esos inconvenientes eran muchos, como fue evidente al poco tiempo.
Los espiritus invocados por Tao Chi?en para ayudarlo en su decision matrimonial cumplieron a la perfeccion: Lin tenia los pies vendados y era timida y dulce como una ardilla. Pero a Tao Chi?en no se le ocurrio pedir tambien que su esposa tuviera fortaleza y salud. La misma mujer que parecia inagotable por las noches, durante el dia se transformaba en una invalida. Apenas podia caminar un par de cuadras con sus pasitos de mutilada. Es cierto que al hacerlo se movia con la gracia tenue de un junco expuesto a la brisa, como hubiera escrito el anciano maestro de acupuntura en algunas de sus poesias, pero no era menos cierto que un breve viaje al mercado a comprar un repollo para la cena significaba un tormento para sus 'lirios dorados'. Ella no se quejaba jamas en alta voz, pero bastaba verla transpirar y morderse los labios para adivinar el esfuerzo de cada movimiento. Tampoco tenia buenos pulmones. Respiraba con un silbido agudo de jilguero, pasaba la estacion de las lluvias moqueando y la temporada seca ahogandose porque el aire caliente se le quedaba atascado entre los dientes. Ni las yerbas de su marido ni los tonicos de su amigo, el doctor ingles, lograban aliviarla. Cuando quedo encinta sus males empeoraron, pues su fragil esqueleto apenas soportaba el peso del nino. Al cuarto mes dejo de salir por completo y se sento languida frente a la ventana a ver pasar la vida por la calle. Tao Chi?en contrato dos sirvientas para hacerse cargo de las tareas domesticas y acompanarla, porque temia que Lin muriera en su ausencia. Duplico sus horas de trabajo y por primera vez acosaba a sus pacientes para cobrarles, lo cual lo llenaba de verguenza. Sentia la mirada critica de su maestro recordandole el deber de servir sin esperar recompensa, pues 'quien mas sabe, mas obligacion tiene hacia la humanidad'. Sin embargo, no podia atender gratis o a cambio de favores, como habia hecho antes, pues necesitaba cada centavo para mantener a Lin con comodidad. Para entonces disponia del segundo piso de una casa antigua, donde instalo a su mujer con refinamientos que ninguno de los dos habia gozado antes, pero no estaba satisfecho. Se le puso en la mente conseguir una vivienda con jardin, asi ella tendria belleza y aire puro. Su amigo Ebanizer Hobbs le explico -en vista que el mismo se negaba a contemplar las evidencias- que la tuberculosis estaba muy avanzada y no habria jardin capaz de curar a Lin.
– En vez de trabajar de la madrugada hasta la medianoche para comprarle vestidos de seda y muebles de lujo, quedese con ella lo mas posible, doctor Chi?en. Debe gozarla mientras la tenga -le aconsejaba Hobbs.
Los dos medicos acordaron, cada uno desde la perspectiva de su propia experiencia, que el parto seria para Lin una prueba de fuego. Ninguno era entendido en esa materia, pues tanto en Europa como en China habia estado siempre en manos de comadronas, pero se propusieron estudiar. No confiaban en la pericia de una mujerona burda, como juzgaban a todas las de ese oficio. Las habian visto trabajar, con sus manos asquerosas, sus brujerias y sus metodos brutales para desprender al nino de la madre, y decidieron librar a Lin de tan funesta experiencia. La joven, sin embargo, no queria dar a luz frente a dos hombres, especialmente si uno de ellos era un 'fan guey' de ojos destenidos, quien ni siquiera podia hablar la lengua de los seres humanos. Le rogo a su marido que acudiera a la partera del barrio, porque la decencia mas elemental le impedia separar las piernas delante de un diablo extranjero, pero Tao Chi?en, dispuesto siempre a complacerla, esta vez se mostro inflexible. Por ultimo transaron en que el la atenderia personalmente, mientras Ebanizer Hobbs permanecia en la habitacion del lado para darle apoyo verbal, en caso de necesitarlo.
El primer anuncio del alumbramiento fue un ataque de asma que por poco le cuesta la vida a Lin. Se confundieron los esfuerzos por respirar con los del vientre por expeler a la criatura y tanto Tao Chi?en, con todo su amor y su ciencia, como Ebanizer Hobbs con sus textos de medicina, fueron impotentes para ayudarla. Diez horas mas tarde, cuando los gemidos de la madre se habian reducido al aspero borboriteo de un ahogado y el crio no daba senales de nacer, Tao Chi?en salio volando a buscar a la comadrona y, a pesar de su repulsion, la trajo practicamente a la rastra. Tal como Chi?en y Hobbs temian, la mujer resulto ser una vieja maloliente con la cual fue imposible intercambiar ni el menor conocimiento medico, porque lo suyo no era ciencia, sino larga experiencia y antiguo instinto. Empezo por apartar a los dos hombres de un empellon, prohibiendoles asomarse por la cortina que separaba los dos aposentos. Tao Chi?en nunca supo lo ocurrido tras aquella cortina, pero se tranquilizo cuando oyo a Lin respirar sin ahogarse y gritar con fuerza. En las horas siguientes, mientras Ebanizer Hobbs dormia extenuado en un sillon y Tao Chi?en consultaba desesperadamente al espiritu de su maestro, Lin trajo al mundo a una nina exangue. Como se trataba de una criatura de sexo femenino, ni la comadrona ni el padre se